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«Es imposible hablar de Pontevedra sin hablar del centro de Magisterio»

La Voz

PONTEVEDRA

El director de la UNED reconoce ser un arquitecto frustrado, aunque no oculta el orgullo que le produce haber dado clase a hijos de antiguos alumnos suyos

19 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Familia y trabajo. Pontevedra y Perdecanai (Barro). Escuela de Magisterio y Salamanca. Son algunos de los puntos de inflexión en la vida de Gerino Calvo, director de la UNED de Pontevedra.

Inmerso en la organización de los distintos cursos de verano del centro -el lunes arranca el seminario del centro penitenciario de A Lama-, Gerino Calvo se escapa a la imagen que muchos tienen de un docente. En su caso, las vacaciones en agosto y gracias. «El mes de julio ya voló prácticamente y en agosto intentaré descansar un poquito, para ya en septiembre poner en marcha el inicio del próximo curso».

Hijo de maestro decidió o, más bien, tuvo que seguir el camino marcado por su padre. Se define como un arquitecto frustrado, por cuyos profesionales profesa «una verdadera admiración y respeto». Pero fue su padre quien, como aún hacer muchos hoy en día, le encauzó hacia la educación. «Me dijo que le parecía muy bien pero que primero hiciera Magisterio porque estaba más cerca, que arquitectura eran muchos años... Bueno, lo que muchos padres dicen a sus hijos. Soy producto de las orientaciones de mi padre, que era un maestro».

Y así hasta ahora, en la que «Magisterio forma parte de mi identidad como persona».

Tal vez la impronta dejada por su progenitor determinó que optase por no inmiscuirse en los derroteros profesionales que sus hijos pretendiesen tomar. Así, mientras el mayor estudia Orientación y Dirección de Empresas en Santiago, el segundo, «si Dios quiere, hará una ingeniería en la Universidad de Vigo. He podido respetar su libertad de opción y van a hacer lo que ellos quieren. Es su elección».

Durante sus estudios hizo la especialidad en Salamanca, donde descubrió el encanto de la piedra. La ciudad comparte con Pontevedra y Perdecanai, el pueblo que le vio nacer y donde reside con su mujer y dos hijos, sus preferencias geográficas. De hecho, al director de la UNED no le duelen prendas al reconocer sin ambages que «si tuviera que elegir fuera de Pontevedra, sin duda me iría a Salamanca», localidad en la que buscó la ranita de la Universidad «mucho, mucho, mucho y sí, llegué a encontrarla. No sin dolor de cuello».

En la Escuela de Magisterio se formó, luego fue profesor y, finamente, se convirtió en su director. Para Gerino Calvo es «imposible hablar de Pontevedra sin hablar de la Escuela de Magisterio», centro por el que «han pasado múltiples promociones de alumnos míos, que ahora son los responsables de la educación de nuestros niños».

Paso de los años

Pocas veces una afirmación se puede decir que sea tan acertada. Los años pasaron y los que fueron sus alumnos se convirtieron en profesores de sus dos hijos. Menos mal que a ninguno de los docentes le entraron ansias de venganza.

Pero al mismo tiempo, Gerino Calvo se ha encontrado explicando la lección a los que eran los descendientes directos de antiguos estudiantes suyos. Es en esos momentos, cuando a un profesor le recorre un escalofrío por el cuerpo, empieza a sudar levemente y comprende «cómo pasan los años de rápido».

Pero el tiempo no solo influye en esta circunstancia, sino que va volviendo a la gente un poquito más blanda. El director de la UNED de Pontevedra lo asume y apunta que es algo perceptible, «sobre todo, cuando la edad de nuestros hijos coincide con la de nuestros alumnos. Entonces se produce una situación extrema en la que lo entiendes todo...».

Y la Escuela de Magisterio siempre presente en la vida de Gerino Calvo, aunque desde unos años a esta parte en su nuevo emplazamiento en la Facultad de Ciencias de la Educación. De su paso por el antiguo centro siempre llevará en la memoria, entre otras cuestiones, el hecho de que, bajo su dirección, «se llevó a cabo la primera Muestra de Teatro Universitario, que es algo que me llena de orgullo y satisfacción».

Los años no solo han pasado para el actual director de la UNED, también lo han hecho para la sociedad. Los alumnos ya no son cómo antes. Han cambiado, un cambio que no necesariamente tiene que haber sido negativo: «En algunos casos, pueden parecer menos respetuosos pero es una juventud sana. Creo en esta juventud. Es sana, transparente, clara... Son producto de la inercia histórica y social. Antes entrabas en una clase y todos se levantaban y utilizaban un riguroso usted, y ahora te tutean. No pasa nada», afirma, al tiempo que señala que en ningún momento de su carrera profesional se ha visto envuelto en ningún incidente de gravedad con algún alumno.

Receta educativa

¿Suerte? Gerino Calvo apunta su particular receta para aquellas situaciones más complicadas, una receta que parte de la base de que «cuando un alumno se pasa, la solución nunca ha sido para mí el suspenderlo o echarlo de clase, sino dialogar con ellos. Muchas veces, detrás de una conducta agresiva o improcedente, hay un mecanismo de defensa para esconder cualquier situación afectiva o similar».

En todo caso, advierte que, a la hora de educar, se tiene que traer una base de casa, porque siempre se nota cuando en una familia «hay respeto y valores». Los estudiantes son el reflejo de ese respeto y esos valores.