Estamos en Semana Santa y las pastelerías, panaderías, bombonerías y otras tiendas especializadas exhiben estos días en sus escaparates los dulces típicos de Pascua. Los huevos y las roscas, que los padrinos regalan a sus ahijados son toda una tradición, un clásico. Y, con crisis o sin ella, toca aflojar el bolsillo. Muchos se quejan de que son productos caros, pero los pasteleros se justifican diciendo que las materias primas también lo son y el proceso de elaboración es muy artesanal. Claro que los precios varían mucho y en el caso de los huevos, figuras y composiciones a base de chocolates, depende de los tamaños, de la presentación y a veces de la marca y categoría del establecimiento.
La rosca sigue siendo la reina a la hora de regalar al ahijado o, simplemente, para comérsela en familia como postre típico de estas datas. En la Confitería Capri calculan que pueden vender en estas fechas alrededor de. tres mil roscas y la estándar, de entre un kilo y kilo y medio, cuesta de 20 a 21 euros. Pero dependiendo de la edad que tenga el ahijado, ahora existen múltiples variedades de tartas de Pascua a base de chocolate modelado y azúcar para sorprender a los más pequeños. Algunas de estas tartas son auténticas obras de arte y las más solicitadas y socorridas son las casitas decoradas con todo tipo de detalles, animalitos y otros muñecos incluidos. Su precio oscila entre los 20 y 40 euros, aunque las figuras sueltas resultan algo más baratas, igual que los huevos, siempre que sean de un tamaño medio. Al rico chocolate. El obrador pastelero de origen francés, Pascal Claude Cyganko, trabaja para las confiterías Ankar de Vilagarcía y estuvo recientemente en la Escuela de Hostelería Carlos Oroza impartiendo un curso sobre el uso del chocolate en la repostería y las técnicas del moldeado. En una entrevista concedida a Radio Voz, este artista reconoció que es una materia prima delicada y su principal enemigo a la hora de manipularlo es la humedad. Para trabajar con él y hacer figuras requiere una temperatura determinada. Y para conservarlo después en casa, nada de nevera. El experto dice que en el caso de las tabletas que consumimos a diario lo mejor es dejarlo en su envoltorio, buscar un sitio seco o incluso meterlo en una caja de metal. Pero lo ideal es comérselo pronto y no guardarlo demasiado tiempo. Pascal Claude se ha inspirado este año para las tartas de Pascua con figuras de chocolate en temas marinos, si bien reconoce que lo que más se venden son los huevos de todos los tamaños y las roscas, por separado o acompañados.
Como suele ocurrir con muchas festividades o celebraciones religiosas, lo sagrado acaba mezclándose con lo profano y hay quien dice que en realidad el origen de los huevos de Pascua es pagano. Cuentan que en el Imperio Romano las personas se regalaban huevos durante el equinoccio de primavera para desearse buena suerte. De allí, los cristianos tomaron esta costumbre de regalar huevos como símbolo de fecundidad, de vida y de resurrección. Por otra parte, durante mucho tiempo estuvo prohibido comer en Cuaresma, no solo carne, sino huevos. Por eso, el día de Pascua, la gente corría a bendecir grandes cantidades de ellos para comerlos en familia y distribuirlos como regalo a vecinos y amigos. Además, en la Edad Media, era común que los censos feudales se pagaran en Semana Santa con huevos y se estipulaba que el día de pago fuese el Domingo de Pascua. En esa misma época también se cuenta que después de la Cuaresma y la abstinencia, la gente festejaba el fin de la prohibición arrojándose huevos pintados de colores. Lo cierto es que la costumbre de regalar huevos de chocolate por Pascua se extendió a casi todos los países del mundo gracias a los profesionales confiteros. El primer huevo de chocolate del que se tiene referencia dicen que fue el que envió Napoleón II a Eugenia de Montijo y la creencia en la liebre de Pascua que regala huevos, se remonta al siglo XVII. Historia o leyenda. En cuanto a la rosca de Pascua, hay quien sitúa su origen en el año 476, cuando un rey bárbaro había sitiado la ciudad de Pavía, en Italia. En ese lugar, un humilde pastelero preparó un postre con forma de paloma para la Pascua, símbolo de paz y amor, y se lo regaló al monarca. Tan conmovido quedó el rey que en prueba de amistad levantó el sitio a la ciudad y liberó a la población. Con el correr del tiempo fue cambiando la forma del postre, hasta llegar a la rosca tan conocida que representa con un anillo el amor y o la amistad que une a personas o pueblos. También se dice que las roscas de Pascua fueron en su origen simples panes leudados. Con ellas en todas las casas se rendía culto a las cosechas o festejaba el final de una sequía. También se agradecía y se pedía por la generosidad de la tierra. Cada familia le imprimía un sello distinto: algunos les agregaban especias, otros las rellenaban y otros las decoraba con fruta de sus huertos.