El propietario del club por excelencia de Sanxenxo habla de la evolución de la movida y de sus nuevos proyectos
18 jul 2009 . Actualizado a las 02:00 h.María Conde La afamada movida de Sanxenxo no se entendería sin Zoo. Desde su apertura en 1985 ha sido un referente en la noche de la denominada por muchos Marbella gallega, una acepción en la que quizás tuvo también algo que ver la primera decoración mediterránea del local. Carlos Padín, su alma máter, se había empapado de la cultura ibicenca cuando concibió la idea de crear una discoteca a imagen y semejanza de las que veía en la isla. «Frecuentaba mucho Ibiza porque tenía un familiar allí, y luego con amigos hacíamos alguna escapadita -cuenta-. Y me gustó siempre el blanco, esa solidez, esas terrazas y esos sitios que daban unos espacios de libertad, donde las personas eran lo más relevante y las que marcaban el estilo del local».
En un solar de casi 18.000 metros cuadrados levantó Zoo, con un diseño arquitectónico «de discoteca de costa». El proyecto funcionó desde el primer momento y se ha mantenido, aún con grandes cambios en su estructura, hasta la fecha. «Se trajeron palmeras y árboles no autóctonos, más mediterráneos, y muchos de esos componentes siguen viviendo en el local, como la caña de bambú, las yucas o los chámeros y palmeras -señala Padín-. El local encajó bien y sorprendió a la gente. Era una obra sencilla, con carpas y barras exteriores, y muy segura además para este tipo de locales. Fue una buena apuesta, una discoteca con parte cubierta y otra al aire libre, que reunía las expectativas de la gente que venía en verano». De aquella primera etapa o, más concretamente de sus clientes, quedan como testimonio alrededor de 1.500 imágenes en diapositiva, que se iban proyectando entonces cada noche. Y en muchas de estas veladas podían llegar a juntarse en la discoteca miles de personas.
«Cuando abrió, había un interés desmesurado de personas que viajaban desde distintos puntos de Galicia e incluso de fuera para venir a ver una noche cómo era Zoo y qué pasaba aquí -recuerda-. Realmente, eclipsó la noche gallega y llegó a zonas de fuera de la comunidad». El nombre del local «era un reflejo social del zoo urbano, en un momento en que estaban muy marcadas las tendencias y la discoteca reunió a todas ellas e incluso a diferentes generaciones».
Los artistas que acudían a la comarca a ofrecer conciertos recalaban en la discoteca, por la que pasaron desde Miguel Bosé a Luis Eduardo Aute, incluyendo a Marta Sánchez, los miembros de Los Secretos, Café Quijano o Danza Invisible. Y Zoo fue también escenario de fiestas, como aquellas elecciones de Lady Verano (la primera con la condesa de Montarco) u otra que recuerda Padín que reunió a joyeros de toda España en la presentación de un modelo de Longines.
En el año 93, inspirado en las ideas arquitectónicas de varios pabellones de la Expo de Sevilla, Padín ideó la primera gran reforma, en gran parte motivada porque la aprobación de las normas subsidiarias de Sanxenxo permitió la construcción de edificaciones al lado del local «y había que aislarlo». «Lo hicimos con una estructura más versátil y vanguardista», habilitando distintas zonas pero siempre manteniendo la idea del espacio abierto, con grandes cristaleras que dejan ver su jardín. Y el último cambio vino por la adaptación a la ley antitabaco.
De disco a club
En la actualidad, Zoo es un club en el que trabajan cada fin de semana alrededor de cien personas y donde, como dice su dueño, no hay nada al azar. La planta superior se reserva para la música latina, dance o pop, mientras que en la planta baja el lugar lo ocupa el deep house. Uno de los espacios está dedicado a los grandes djs y fiestas defected, la actual apuesta «con una de las mejores programaciones del mundo», mientras que otras dos áreas con sillones son la zona chill out. Si antes Zoo era el último lugar al que acudir en una noche de verano, ahora el local abre de una a siete de la madrugada. «En estos momentos estamos potenciando el local para que no solo venga la juventud sino también gente más mayor -añade el propietario-. Hemos ido mejorando y tenemos servicios más exclusivos, como por ejemplo las reservas de mesa». Precisamente esa exclusividad es una de sus recetas en momentos de crisis. Y, aunque reconoce que en este julio atípico «todo va un poquito lento», vaticina que no será este «el mejor ni el peor verano de la historia».
Padín matiza que en 24 años «no cambió el cliente del local, sino que cambió la gente». «Ahora vienen muchos hijos de aquellas personas que en principio formaban parte de las noches y eran asiduos del local», explica. Afirma que Sanxenxo «está en el mejor momento» como sede turística, especialmente tras la apertura del puerto deportivo, aunque echa en falta quizás uno o dos hoteles de cinco estrellas y reconoce que alguna de las estrellas que por las noches actúa en Zoo ha tenido que dormir en A Toxa por ese motivo. Y en cuanto al fenómeno de la movida nocturna, reconoce que «está cambiando, porque la gente joven tiene nuevas costumbres» como el botellón, del que por cierto opina que «no sé si es bueno tener una ordenanza para este tema, pero hay que proteger a la gente joven».