Pontevedra es la provincia de la comunidad autónoma que más ruteros, en concreto siete, aporta a la expedición de este año
19 jul 2009 . Actualizado a las 02:00 h.La salud de la Ruta Quetzal BBVA depende en gran medida de dos gallegos, otros tantos se encuadran dentro de la organización y siete jóvenes, todas ellas mujeres, participan en la expedición que comenzó el pasado 8 de julio en Madrid. No cabe duda de que se respiran aires gallegos en la edición de este año de la Ruta Quetzal.
Considerado por muchos como cofundador de esta iniciativa, con el paso del tiempo, Jesús Garrido se las ha visto de todos los colores, aunque mantiene el espíritu que le hizo sumarse a esta iniciativa en 1990: «Creo que me sirve para renovarme. Me viene muy bien esta temporada de cuarenta o cincuenta días porque sale uno rejuvenecido. Siempre me he dedicado a la educación y veo que es una forma muy abierta de educar y convivir con los chavales».
Garrido, al que acompaña en labores organizativas otra gallega, Dolores Vázquez, sostiene que la juventud ha cambiado en estas casi dos décadas. Ya no solo se trata de la altura -«en 1990 era toda la gente un poco más pequeña, pequeña de altura, y ahora ha subido... Es tremendo»-, sino que «es una juventud mucho más exigente. Antes venían un poco como discípulos y adeptos, y, hoy en día hay, que razonarlo todo, motivarlo y hablar con ellos».
Consuelo espiritual
Entre sus cometidos, Jesús Garrido se ocupa del consuelo espiritual de la expedición oficiando misas, a las que la asistencia es siempre voluntaria. «Vienen de todas las religiones, de todos los credos y de todos los incredos. Allí tienen la oportunidad de manifestarse y hacer la misa ellos, menos algo que me pertenece a mí exclusivamente. Es muy bueno para ellos pero también para mí», concluye sin perder la sonrisa.
Y si un gallego vela por la salud del alma de la expedición, otros dos hacen lo propio con la física. Carlos Botana y María Datorre Ríos son un matrimonio compostelano que juntos constituyen el cincuenta por ciento del cuerpo médico de la Ruta Quetzal.
El primero lleva ya cinco expediciones sobre sus espaldas y, como él mismo reconoce, aún mantiene la ilusión y el humor del primer día. Aún recuerda la entrevista de trabajo que superó para poder estar hoy aquí. «Entereime de que había unha praza vacante e enviei o curriculum».
Luego vendría una entrevista a pie de pista en Barajas: «Só estaban interesados se estaba disposto a pasar máis dun mes aguantando a uns trescentos adolescentes coas hormonas disparadas, levando ás costas unha mochila cuns dez kilos de medicamentos e durmindo, en ocasións, no chan». Está claro que su respuesta fue afirmativa.
Si Carlos es médico, su esposa María es una de las enfermeras. Pese a lo que se pudiera imaginar, las dolencias más habituales entre los expedicionarios no son por lesiones, caídas o cortes, sino que es la morriña. «Tenemos que hacer muchas veces de padres con ellos. He comprobado que la morriña no solo la sufren los gallegos», acota María.
Las que parecen no sentir ningún tipo de añoranza, por el momento, son las siete gallegas que componen el contingente gallego de expedicionarios. Son todas mujeres y Pontevedra, con cuatro -entre ellas, Constanza Jesús Rodríguez Pávez, una chilena nacionalizada-, es la provincia gallega que más representación tiene en la Ruta Quetzal.
Esta última reconoció que su madre no se creyó nunca que pudiese ser seleccionada para tomar parte en la expedición de este año. Una apreciación que se repite entre otros expedicionarios.
Influencia materna
No parece ocurrir lo mismo en los casos de las pontevedresas Fátima Díaz-Grande Rojo y de Sheyla Fernández Martínez. En el caso de Fátima fue su madre, Pilar Rojo, presidenta del Parlamento de Galicia, la que le comentó la existencia de este programa. «Me metí en Internet para informarme más y hacer un trabajo literario», explica.
Por su parte, Sheyla contaba desde hace años las horas, los días, las semanas y los meses que le quedaban para tener la edad suficiente como para poder optar a una de las plazas de la Ruta Quetzal. Cumplido este primer objetivo y no se lo pensó dos veces y «dedique varios meses a preparar su trabajo».
Mientras las etapas por territorio nacional van pasando, ambas aguardan a que llegue diciembre y la expedición se adentre en tierras chilenas siguiendo los pasos de Juan Fernández, el descubridor de la Isla de Robinson Crusoe. Un pensamiento similar cruza por las cabezas de María Fernández Argüeso, la cuarta pontevedresa en liza, y de la coruñesa Sofía López Arangüena, quien aprovecha la mínima para ponerse a bailar. El cansancio parece no hacerle mella, algo que también es patente en Carolina Uriarte Sánchez, de A Coruña, y en la ourensana Arianna Vázquez Fernández.