La aventura de Daniel Díaz de León y su hermana María Ángeles llevaba la palabra riesgo escrita a fuego en su proyecto. La lentitud burocrática obligaron a modificar un primer proyecto que dibujaba para el número 4 y 6 de la calle Real cuatro viviendas, en un hotel con encanto y una tapería.
En abril empezó a servir comidas para aprovechar la Semana Santa y las diez habitaciones del Boa Vila tuvieron que esperar hasta junio. «La crisis nos pilló de lleno pero solo podíamos tirar para adelante», explica Díaz de León, que hasta entonces trabajaba de forma temporal como guardamuelles en el puerto de Marín. «No se como serán otros años, pero este está claro que está siendo malo», asegura el propietario. Sin embargo, Díaz de León señala que «a pesar del mal momento, tiene éxito».