La reforma de la zona superior de la torre permitió modernizar la linterna, en una operación delicada para garantizar la calidad de las señales marítimas desde la isla
12 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.El haz de luz nocturna del faro de la isla de Ons, la principal señal marítima que guía a los barcos en su aproximación a la ría de Pontevedra, luce con renovada fuerza desde la conclusión de los trabajos de puesta a punto de la linterna de la torre. La Autoridad Portuaria, propietaria de la instalación, hizo público recientemente un informe técnico sobre la complejidad de una operación destinada a mejorar la señalización marítima en la boca de la ría.
El técnico de señales marítimas de la Autoridad Portuaria, Enrique Abati, explicó que los trabajos realizados son la primera intervención a fondo en la estructura de la linterna desde la construcción del faro en 1926. Las duras condiciones meteorológicas que experimenta la torre, situada en la parte más elevada de Ons, se habían hecho notar en la estructura y suponían un peligro potencial para su utilidad e incluso supervivencia.
Abati señaló en su informe que el objetivo de los trabajos fue «defender de la intemperie a todos los equipos y elementos que soporta la luz», sin que el faro dejase de ser operativo. En definitiva, se trataba de garantizar que el interior de la linterna se conservase seca y sin condensaciones en la cristalera.
El propio responsable de la rehabilitación calificó esta meta como «difícil trabajo». El paso de los años había actuado de forma negativa en la parte más alta de la torre. Los procesos de dilatación y contracción sufridos por los metales que conformaban la linterna, el fuerte viento, la humedad, la salitre,...
Existían numerosos factores que habían debilitado la estructura y ponían en riesgo el futuro de esta importante señal marítima, vital para el tráfico en la ría. El deterioro se encontraba en partes fundamentales como las propias vigas que soportaban la linterna y en los cristales y los soportes de los mismos.
Sustitución de los cristales
La Autoridad Portuaria apostó por una serie de actuaciones de refuerzo, que requirieron pericia por parte de los técnicos y mucha paciencia. El faro está en uno de los puntos más desprotegidos de la ría y sufre numerosos días condiciones meteorológicas adversas.
Finalmente y tras la inspección de la linterna se optó por sustituir 24 de sus cristales, que habían perdido las condiciones estancas que impedían la entrada de agua y humedades en la cúpula. Abati incide en su informe que la obra permitió también ganar un «interesantes plus de mejora». De hecho, estos cristales se cambiaron por otros de calidad extraclara a efectos de transparencia. También eran laminables, con lo que se logró una garantía de hacerlos «prácticamente irrompibles frente a todo tipo de agresiones».
Según el responsable portuario, hay casos en otros faros donde toda una linterna se desintegró por la rotura de un cristal en medio de un temporal. Ahora este riesgo ha quedado conjurado en Ons porque también se han sellado las juntas de los soportes de los cristales y de la sillería.
Peligro de corrosión
Los operarios también se ocuparon de trabajos de saneamiento de la cúpula. Este fue un «extraordinario reto», según el informe portuario ante la complejidad de la estructura y el desconocimiento de sus entrañas. Nunca se había hecho antes y para colmo se descubrió un «clamoroso» fallo en el diseño original de la cúpula. Como resultado de este defecto, entraba agua que se embalsaba sin posibilidad de desagüe. En lo que Abati definió como «un alarde de funambulismo» se logró sanear y concluir con éxito estos trabajos.
La corrosión detectada en las vigas fue el último problema pendiente. La solución consistió en la «sustitución de las cabezas de las vigas una a una e ir soldando nuevos trozos de mayor sección a la viga existente y a un nuevo soporte de acero inoxidable anclado al muro». Fue una medida muy delicada, porque se realizó manteniendo la plena operatividad del faro, sin interferir en el funcionamiento de la señal marítima. «Cualquier alteración en el equilibrio del sistema de rotación equivalía al desastre», según aclaró Abati, por su impacto en la señal lumínica. Para lograrlo, «se diseñó un sistema de soporte con puntales inferiores y abarcones por la parte superior». Aguantaron cuatro toneladas de estructura y lograron acabar con éxito «sin ceder ni un milímetro cuando se efectuaba el proceso final de corte».