«Monté mi primer taller encima del Carabela con 3.000 pesetas prestadas»

PONTEVEDRA

Por su sastrería han pasado importantes clientes como Luis del Olmo y Torrente Ballester, y el traje más grande que hizo fue el del baloncestista ucraniano Tkachenko

01 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Ha vestido a la medida a personalidades relevantes del mundo de los negocios y de la política, a grandes escritores, toreros, deportistas, artistas y profesionales de la comunicación que, además de clientes, son sus amigos. Al entrar en su tienda ya se respira su afamada trayectoria profesional en fotografías y dedicatorias. Al fondo, en el taller de sastrería, lo encontramos trabajando en uno de sus últimos pedidos, rodeado de cintas métricas, tijeras, hilos y jaboncillo de sastre. Y, por supuesto, con su imagen impoluta de dandi, su singular chaleco y su llamativa corbata. Jesús Valiño nació en Campo Lameiro y comenzó muy joven en esta profesión. Dice que «un poco forzado por las circunstancias en unos momentos difíciles». Le hubiera gustado ser médico y también se le daba bien el dibujo, pero no tuvo la oportunidad de probar como artista. Empezó en esta ciudad en La Confianza y a los 19 años se fue a la mili con el oficio a medio aprender. Hizo el servicio militar en Cartagena y después en Barcelona, donde aprendió los secretos de la sastrería. «Trabajaba gratis durante el día con un piecero que era cortador y por la noche me enseñanza a cortar. Servíamos a casas importantes como Pellicer, Sello, Vehils...», comenta. Cuando regresó a Pontevedra terminó de curtirse en la sastrería de Gumersindo Vázquez, que estaba en la calle García Camba y en aquel momento era puntera. Hasta que llegó el momento de establecerse por su cuenta. «Mi primer taller lo monté encima del bar Carabela con 3.000 pesetas que no eran mías, una plancha de carbón que aún conservo y una máquina de coser comprada a plazos», cuenta. Al cabo de un tiempo se trasladó a un piso de las Galerías Oliva y se percató de la importancia del márketing publicitario. «Enfrente se instaló la agencia Espacio donde estaba un buen amigo periodista que me convenció de que tenía que hacerme publicidad. Tanta hice que me denunciaron a Hacienda porque decían que trabajaba muchísimo y el delegado de entonces, un tal señor Villalba, observó que casi todo lo que ganaba lo metía en esa publicidad». Los anuncios de Valiño fueron un clásico en el campo de Pasarón, en la prensa, en la radio y en las salas de cine. Muchos todavía recuerdan el spot que le filmó Movierecord en el que aparecía en su sastrería probándole un traje a Antonio, el jugador del Pontevedra C.F que falleció después como consecuencia de un accidente de tráfico. Valiño le hizo trajes a muchos entrenadores y futbolistas del Pontevedra. «Yo tuve la suerte de vestir a todos los jugadores del ¡Hai que roelo! y le daba un trofeo o un traje al final de temporada al más destacado del equipo». Entre los místeres de la aquella época gloriosa recuerda, entre otros, a Marcel Domingo y Juanito Ochoa. «Al francés, que tenía mucho éxito con las mujeres, le hice una vez un traje gris clarito y estaba tan elegante que cuando salió al campo una dama le lanzó un clavel desde la grada. Aquel gesto creo que tuvo sus más y sus menos», apunta. En su actual sastrería y tienda de la calle de la Oliva lleva unos 27 años y por aquel entonces, según cuenta, una de las personas que le animó a seguir progresando en el negocio fue Ferrusola, el suegro del honorable Pujol, que también se dedicaba a la pañería y al que conoció en un certamen de moda en Madrid. Clientes relevantes Jesús Valiño tiene una sólida clientela de toda la vida y en ella hay nombres tan conocidos como el de Luis del Olmo, con quien mantiene una buena amistad desde los años 70. «Yo seguía sus programas radiofónicos De costa a costa y Protagonistas y en un viaje a Barcelona fui a visitarlo a la emisora. Después vino aquí de vacaciones y en el hotel en el que estaba hospedado le quemaron un pantalón. Me avisaron para que le hiciera otro igual a medida, se lo entregué en quince horas y me lo agradeció mucho. Así empezó la amistad y le seguí haciendo trajes y abrigos». Manuel Benítez El Cordobés también vistió los trajes de Valiño. «Fui a verlo al Hotel Universo y le tomé medidas para hacerle un traje que luego le mandé sin probar. Este primero se lo regalé y los siguientes que me encargó se los cobré». Del mundo taurino vistió también a Ángel Teruel, a Domingo Dominguín y a su hermano Pepe, «aunque de este último no guardo buen recuerdo porque me encargó cuatro trajes y no me pagó ninguno», dice. Otro de sus clientes fue el escritor Torrente Ballester. «Lo trajo la primera vez a mi sastrería el profesor del Instituto Manolo Domínguez y le hice muchas cosas, trajes de franela, de estambre y chaquetones sport muy ingleses, como le gustaban a él. Recuerdo que una vez le presté un abrigo mío porque llegó de Salamanca sin ropa adecuada y aquí le sorprendió el frío». Sin duda, el traje más grande que hizo Valiño en su vida fue para el jugador ucraniano de baloncesto Vladimir Tkachenko, un gigante de 2,21 metros de altura. «Vino con Torrado y todavía recuerdo las medidas: largo de pantalón 1,25 metros, de chaqueta 1 metro y de manga 85 centímetros. Todo desproporcionado». Y si Tkachenko fue su cliente más alto, el más grueso fue el actor y presentador televisivo Tacho González. «No me daba la cinta métrica para medirle el contorno», explica. Reconoce que tuvo mucha suerte con todos estos clientes, que avalan su buen hacer «y me hicieron la mejor publicidad».