El himno que glorificó al equipo del tesón

María Conde maria.conde@lavoz.es

PONTEVEDRA

01 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

No pudo la Banda de Música de Salcedo pasearse al son de la victoria del Pontevedra CF. Aunque sus integrantes lo pusieron todo de su parte antes del inicio del encuentro contra el Alcorcón para empujar a los granates hacia el ascenso. El paseíllo por las bandas que hizo el grupo fue un ofrecimiento realizado al club «para colaborar con el ambiente de euforia y dar un poco de ánimo», destacó ayer el presidente de la Asociación Músico Cultural San Martiño, Pablo Fernández López. Aunque no viajarán a Madrid para amenizar el segundo partido de la eliminatoria, Fernández no descarta que vuelvan a salir al campo si el Pontevedra sigue en la promoción: «claro, se podría perfectamente». La Banda de Salcedo fue aplaudida por el estadio en pleno cuando interpretó el pasodoble Os tres galeguiños, y también el himno gallego en el centro de Pasarón. Lo que sus músicos no pudieron preparar a tiempo es el himno del club, «porque conseguimos las partituras muy a última hora, pero si se repite la ocasión lo tocaremos».

El himno del conjunto de «empuje arrollador» es obra del compositor Juan Moldes Touza, -padre del también músico Antonio Moldes, quien luego lo adaptaría para banda-, y de Agustín Estévez. Lo crearon con motivo del ascenso a Primera División, según los testimonios de familiares de ambos, pero también para contribuir a sanear económicamente el equipo. De hecho, Juan Moldes firma de su puño y letra en el año que se consiguió alcanzar la máxima categoría una dedicatoria del «himno-marcha» (para piano y canto) que reza lo siguiente: «Con todo el cariño de un pontevedrés para el Pontevedriña en la subasta del día 14 de mayo de 1963 de la Peña Lokategui en Casa Chiruca de Pontevedra, y con destino a la campaña del millón». Como cuenta Miguel Domínguez en el libro sobre el Pontevedra, esta subasta era parte de la «campaña del millón» que se realizó ese año para paliar el déficit de 900.000 pesetas que arrojaban las cuentas granates. En 26 días se recaudaron exactamente 1.010.400 pesetas, y «el Pontevedra, una vez más sin números rojos, estaba preparado para codearse con los grandes del fútbol español».

Una de las hijas de Moldes destaca que tanto su padre como Agustín Estévez eran verdaderos forofos del equipo granate, «y nunca se perdían un partido». Además, el segundo era padre de Tito Estévez, que fue portero del equipo en los años sesenta. «Cuando lo escucho siempre me emociono», dice este último sobre los acordes dedicados al equipo del tesón. «Sé que ellos -añade el ex jugador- reunieron una vez a todos los músicos y formaron un grupo para sacar adelante el himno. Moldes era director de la Banda y mi padre director de los coros, el Coro Gallego de Pontevedra y el Coro Infantil del Hogar Provincial. Entre ellos se pusieron de acuerdo y juntaron a los que creían que podían interpretar el himno y eligieron a gente ya preparada». Muchos años más tarde, el hijo del compositor Juan Moldes dirigió a la Banda de Música de Pontevedra en la grabación del tema. Fue a finales de los ochenta, en el ya remozado Teatro Principal. Allí Antonio Moldes también interpretó el himno del club, junto a los vocalistas Leopoldo Centeno; Ignacio García Santiago; Joaquín González Pazos, Cachada; Luis Gómez Cuerpo; Luis César Dios, Diosiño y José Antonio Sánchez Rodríguez, Pachú. Los héroes de La Puentecilla, en el palco. Por cierto que Tito Estévez fue uno de los héroes del primer ascenso a Segunda del Pontevedra, en 1960, que el domingo disfrutaron del encuentro de su equipo desde el palco de Pasarón. Junto a él estuvieron Guillermo, Fidel, Couselo (estos dos últimos ex alcaldes de Ponte Caldelas y Poio) y Pirelo y todos se pusieron de pie para escuchar el himno gallego con la Banda de Salcedo. Estévez bromea diciendo que aquel 16 de junio en León, Guillermo acertó en la portería «y yo las paré todas». Y reconoce que la eliminatoria contra el Alcorcón se ha puesto más complicada, «pero fuera de casa ha demostrado que puede hacer esta hombrada; a mí no me extrañaría».