Voluntarios sin sede, sin capital

Nino Soto SANXENXO/LA VOZ.

PONTEVEDRA

La Xunta pretendía centralizar en Sanxenxo la coordinación de más de 300 oenegés gallegas en un edificio moderno en Baltar

15 ago 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Sanxenxo fue elegida por la Xunta en el año 2004 para albergar la Estación Galega do Voluntariado (Estavol). La capital turística de Galicia contemplaba acoger la sede para centralizar el trabajo de cientos de oenegés en una parcela de 6.000 metros cuadrados en Baltar, Portonovo.

Había incluso fecha. La entonces conselleira de Familia, Deporte e Voluntariado, Pilar Rojo, y el alcalde, Telmo Martín, indicaron que el proyecto se licitaría en septiembre del 2004 y que el inmueble estaría operativo el año siguiente.

Sin embargo, al final, Baltar se quedó huérfana de oenegés, y nunca se volvió a hablar del centro que se dedicaría a los miles de voluntarios que hay en la comunidad. Además, la elección de Portonovo tampoco era casualidad. A menos de un kilómetro de distancia se ubica el puerto de la villa marinera, muelle que fue centro de operaciones en la lucha contra la marea negra que dejó en la costa el Prestige.

El lugar idóneo para la Xunta debía reunir una serie de condiciones, entre ellas, ser un municipio costero con una vinculación directa a la lucha contra la catástrofe del petrolero.

La Estavol fue concebida con la idea de que allí se canalizaría todo el movimiento de voluntariado para coordinar las más de 300 oenegés que entonces había en Galicia registradas. Era la respuesta a la puesta en escena de la sociedad civil para combatir la marea negra.

Estructura en forma de barco

Y con el edificio se contemplaba además adquirir una mayor efectividad a la hora de desarrollar acciones solidarias. El inmueble incluso ya tenía diseño. Se trataba de una estructura cúbica inspirada en un barco y era llamado a ser el buque insignia de toda la construcción de la zona. Su presupuesto ascendía a más de 1,8 millones de euros y había sido diseñado por el estudio de arquitectura Vier de A Coruña. Además, la estructura de semisótano, planta baja, y dos pisos utilizaría como eje de disposición el paseo marítimo y las dunas de Baltar. Una metáfora de simetría entre mar y tierra.

Tampoco faltó la polémica, ya que una vez conocido el lugar donde se pretendía levantar el edificio, los vecinos argumentaron que se trataba de una parcela de titularidad vecinal. No iba a ser un impedimento para ejecutar el proyecto. La intención se centraba en evitar el pago a unos propietarios que el colectivo vecinal consideraba ilegítimos.

El 9 de febrero del 2004 cuando se firmó el convenio de colaboración entre la Xunta y el Concello para acometer el proyecto, Telmo Martín señaló: «Sería bonito que non houbera que dispor de grupos para catástrofes, pero por desgraza, non vai ser asi».

Baltar, desgraciadamente, se quedó sin sede del voluntariado y sin ser capital.