El histórico mercado de ganado pasó por múltiples emplazamientos hasta su decadencia y total desaparición hace unos cinco, cuando ya era solo testimonial
28 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.El barrio de Monte Porreiro fue en los albores del siglo XXI testigo de la desaparición de una feria de ganado que se remontaba a la Edad Media y que en la Restauración (1875-1931) generaba las más importantes transacciones económicas de cuantos mercados se celebraban en Pontevedra. Según se recoge Fortes Bouzán en su libro Historia de la ciudad de Pontevedra, su emplazamiento primitivo fue el recinto ferial de San José, que entonces abarcaba los jardines de Las Palmeras hasta la Alameda. A finales del XIX, al construirse el Palacio Provincial y el Grupo Escolar -hoy Delegación de Defensa-, obras del arquitecto Alejandro Sesmeros, que proyectó la remodelación de uno de los conjuntos más singulares y trazó las líneas maestras del ensanche de la ciudad, se planteó la necesidad de trasladar la feria de ganado por falta de espacio. Mientras se buscada un lugar adecuado para reubicarla, llegó a celebrarse provisionalmente en la zona del barrio de San Roque, donde hoy está la plaza de toros. Los datos aportados por el historiador Xosé Fortes apuntan que en 1885 se constituyó una comisión para el traslado de la feria, recibiéndose en el Concello en años sucesivos numerosas ofertas de terreno. Finalmente, tras diversas y acaloradas polémicas, se aceptó la formulada por el constructor Manuel Vidal Boullosa que ofrecía «una finca de 32 ferradas de las hermanas Refojos, con las que había establecido un convenio», la conocida hoy como plaza de Barcelos. El constructor se reservaba para dedicarla a solares, la zona contigua a la carretera de Ourense - hoy Benito Corbal-, dejando dos entradas de 12 metros, y se comprometía a nivelar el terreno, afirmar las carreteras, plantar árboles y «todo lo que fuera preciso para la instalación de la feria en un plazo de cuatro meses». El precio total era de 40.000 pesetas. En este nuevo Campo de la Feria, como se denominó a Barcelos, funcionó el mercado de ganado durante casi un siglo, hasta que en la década de 1970 acabó cediendo este espacio a los puestos de ropa, calzado y demás productos del mercadillo ambulante que antes estuvo instalado en la plaza de A Ferrería. Los ganaderos se fueron entonces a la avenida de Buenos Aires, a orillas del Lérez, enfrente a la fábrica de tableros de Tafisa, pero cuando se acondicionaron las márgenes del río y se realizó el paseo peatonal, volvieron a trasladarlos, esta vez a la Xunqueira de Alba, junto al río Rons. No acabarían ahí los cambios, ya que la regeneración de las marismas de Alba y su entorno, realizada por el Ministerio de Medio Ambiente, obligó de nuevo a reubicar el mercado ganadero. A principios del año 2000, ya en plena decadencia, estrenó su nueva y última sede en la rúa del Mirador de la urbanización de Monte Porreiro. Lo que antes había sido un centro de gran actividad de compra y venta, en sus últimos años fue casi testimonial, con la presencia de muy pocos animales los días 1, 8, 15 y 23 de cada mes, coincidiendo con el mercado de venta ambulante, y después los sábados. Nueva normativa La concejala responsable del área de Mercados, Celia Alonso Caramés, explicó que la feria de ganado sucumbió por si sola hace cuatro o cinco años por falta de afluencia de vendedores y compradores. Desapareció antes de que saliera la nueva ley que regula este tipo actividades, una normativa que en todo caso hoy impediría su celebración. Su mayor y casi único atractivo en esta última etapa eran las dos pulperías que se instalaban en Monte Porreiro los días de feria. Ahora, de acuerdo con el Ayuntamiento, esas mismas pulpeiras se montan cada sábado en el recinto ferial de A Xunqueira, coincidiendo con el mercadillo ambulante.