El recuerdo del violinista pervive en su ciudad natalUn proyecto cultural frustrado

PONTEVEDRA
El Concello quiso comprar la casa del artista para una escuela de música
12 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Una placa recuerda la casa en la vivió y la calle en la que se ubica lleva su nombre. Su busto copreside los jardines de Marescot frente a la Alameda y su efigie forma parte también del conjunto escultórico de las tertulias del Café Moderno que decora la plaza de San José. Además, da nombre al Conservatorio Profesional de Música y su legado ocupa un lugar destacado entre los fondos del Museo Provincial de Pontevedra.
El recuerdo de Manuel Quiroga Losada permanece vivo en su ciudad natal con múltiples reconocimientos, cincuenta años después del fallecimiento de uno de los más importantes violinistas de su tiempo. Así es considerado internacionalmente, aunque para las nuevas generaciones de pontevedreses sea un gran desconocido.
El artista nació el 15 de abril de 1892 en la antigua calle de los Comercios, que el Ayuntamiento rebautizó como calle de Manuel Quiroga en 1919, rindiéndole este homenaje cuando solo tenía 26 años y ya había alcanzado grandes éxitos en Europa y Estados Unidos.
Número 37
En el número 37 de una de las más bellas calles del centro histórico, una placa identifica la morada del genial músico y compositor, cuya carrera como concertista se vio truncada a los 46 años tras sufrir un atropello en Nueva York. Quiroga regresó definitivamente a Pontevedra en 1959 y murió en esa misma casa el 19 de abril de 1961, tras un progresivo deterioro de su salud acentuado por la enfermedad de Párkinson.
El Concello quiso comprar en 1997 la vivienda de Quiroga para convertirla en una escuela municipal de música. La iniciativa fue inicialmente incluida dentro del programa de las actuaciones del Plan Urban en el casco antiguo, que financió la Unión Europea. Sin embargo, aquel proyecto no salió adelante porque el inmueble no reunía las condiciones necesarias, según se publicó entonces. En su lugar, se adquirieron otros tres edificios para fines socioculturales, la actual Casa das Campás (antiguo Bar Pitillo), el Pazo de Mugartegui y la Casa Azul de la rúa sor Lucía.
Busto de Asorey
El busto que se erigió en reconocimiento al violinista en 1949, obra del artista cambadés Francisco Asorey, tiene un importante valor artístico. Esta pieza, instalada en los jardines de Marescot, entre la Alameda y la Facultad de Bellas Artes, define muy bien la personalidad del personaje, según algunos expertos, como el pintor Manolo Moldes.
Más reciente es el conjunto escultórico de la plaza de San José, con el que la Fundación Caixa Galicia perpetuó también al músico, junto a los protagonistas de las míticas tertulias del Café Moderno. La talla fue encargada en el 2006 al escultor César Lombera y en ella destaca Quiroga de pie tocando su violín. Su presencia está más que justificada, ya que dio su primer concierto a los 11 años, precisamente, en el Moderno.
En el ámbito profesional, la genialidad del artista es permanentemente estudiada y divulgada en el Conservatorio de Música de Pontevedra, fundado en 1863, que lleva el nombre del violinista también en su homenaje.
Además de la música, Manuel Quiroga, cultivó como autodidacta otras artes plásticas, como la pintura, el dibujo y la caricatura, en las que se refugió cuando se vio obligado a abandonar el violín.
Su legado artístico, lienzos, dibujos, partituras originales y dos de sus violines, están depositados en el Museo de Pontevedra. Uno de los instrumentos es un Amati, fechado en el año 1684, que le cedió a la temprana edad de 14 años Ramón Mugartegui. Y entre sus pinturas, no faltan autorretratos, que demuestran la importancia que daba a su imagen.
El Ayuntamiento de Pontevedra planteó en 1997 el proyecto de creación de una escuela municipal de música en la casa donde nació y murió Manuel Quiroga, pero la pretendida compra del inmuble con cargo al Plan Urban no fue adelante.