La nuera del fundador regenta la Librería Cao, la decana de la ciudad
03 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Es la segunda o tercera -hay un debate con Molist de A Coruña- librería más antigua de Galicia. Y después de 63 años sigue siendo fiel al espíritu de los antiguos libreros, auténticos consejeros, más que vendedores, en la relación con sus clientes. La Librería Cao nació en 1948 en la plaza de la Peregrina, y su alma mater era Dámaso Carrasco, un republicano de Zamora que tras salvarse de una condena a muerte se estableció con este negocio en la ciudad del Lérez.
Su nuera y actual propietaria, Concepción Hermida, comenta que Dámaso (que puso el nombre de Cao por el apellido de la esposa de su cuñado, ya que se exigía en ese entorno un luminoso corto) «se encontró muy a gusto en Pontevedra». Y eso que por su condición de republicano «siempre tuvo problemas». «Pero tenía un humor y un echar para adelante fuera de serie... Hizo un grupo de amigos estupendo -añade-, Jaime Valle-Inclán, Antonio Odriozola. También Méndez Ferrín me habló de él una vez que vino».
«En aquella época, por tener una librería te catalogaban de alguna manera y de rojo siempre iba a ser, podía ser encarnado o medio rojo, pero vamos... -cita-. Y ese contacto con ese librero era completamente distinto». Carrasco consiguió en plena dictadura colar obras no autorizadas. «Una de las cosas que le mandaban desde Canarias, en cajas de plátanos, eran libros de León Felipe -señala-. Y recuerdo alguna remesa que se había salvado de la quema, pero con papeles chamuscados, y que se llegó a vender con su quemazón». A finales de los setenta, también se podían encontrar los ejemplares de El Ruedo Ibérico, «y algunas pintadas nos ganamos». Junto a la librería, Carrasco puso en marcha una distribuidora, «y el requisar libros y revistas estaba a la orden del día». «Llegó un momento en que parecía que tenías el negocio para los secuestros de revistas...».
En 1975 ella se hizo cargo del negocio familiar, mientras que su suegro y su marido Joaquín se ocupaban de la distribuidora, hoy integrada en Boreal. Concepción venía de Madrid, de trabajar como operadora de sistemas en la primigenia informática de entonces, y reconoce que de aquella su campo no estaba ni en pañales en Pontevedra. Por eso el cambio de sector fue drástico. Pero afirma que enseguida el mundo del libro le atrapó. «Entre lo que me enganchó y la vocación que tenía mi suegro fue un descubrimiento absoluto».
Restos de ediciones
El sello de su establecimiento, que inició su fundador y continuó ella, es el de «buscar el libro». «A mí la última novedad me importa muy poco -indica esta amante de los clásicos-. Me gusta buscar libros difíciles, que sé que están agotados y la gente los demanda, restos de ediciones, libro antiguo... Y la comunicación con los compañeros que se dedican al libro viejo, de los que aprendes un montón; con el editor pequeño que mima su editorial y el distribuidor que trae libros de una infinidad de sitios».
Durante años, dirigió la Agrupación de Libreros de Pontevedra y recuerda con nostalgia las ferias que ya no se celebran. «Nosotros nos dedicamos al libro porque nos gusta, lo sentimos de otra manera. Y creemos que cuanto más en movimiento y más cerca de la persona esté, se leerá mucho más y si no se compra, al menos se conoce». También evoca la primera exposición dedicada a la literatura infantil en el Principal, durante el mandato de Javier Cobián, «con unos decorados increíbles hechos por Cruz Roja Juventud» y que bien cabe recordar como el precedente del Salón do Libro.
El momento del libro es difícil, «pero lo ha sido siempre». Eso sí, esta informática descarta que el electrónico acabe con el de papel. «Nunca. El olor a rancio de un libro antiguo no lo va a dar nunca un ordenador».
El palo era Dámaso Carrasco García (ya fallecido) y la astilla es su nuera, Concepción Hermida Vázquez
Concepción tiene 54 años
Dámaso fundó Cao en 1948 y Concepción, antes de dedicarse al negocio, en el que relevó a su suegro en 1975, había cursado Informática de gestión en Madrid.