Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

El violín de Quiroga vuelve a sonar

PONTEVEDRA

16 nov 2011 . Actualizado a las 13:59 h.

1¡Qué gran músico y qué personaje tan fascinante! Fue el comentario más extendido ayer en la inauguración de la exposición Manuel Quiroga. Da gloria ó esquecemento, organizada por el Museo para conmemorar el 50 aniversario del fallecimiento del ilustre violinista pontevedrés. Una placa recuerda la casa donde vivió. Su busto, obra de Asorey, copreside los jardines de Marescot y su efigie forma parte también del conjunto escultórico de las tertulias del Moderno en la Plaza de San José. Además, el Conservatorio de Música lleva su nombre. Su ciudad natal ha intentado con estos reconocimientos mantener vivo el recuerdo de uno de los más importantes violinistas de su tiempo a nivel internacional. Sin embargo, para las nuevas generaciones de pontevedreses sigue siendo un gran desconocido.

Legado

El Museo de Pontevedra ha querido que la conmemoración del aniversario de su muerte sea algo más que un recordatorio circunstancial de tan egregia figura. «Tiene que servir para devolverla a la luz, para rescatarla de la sombra, para hacerla actual y conocida». Para esta institución es, además, una obligación, por ser depositaria de lo más significativo del legado documental, musical y artístico del músico, gracias a la donación que en 1972 hizo su hermano Emilio Quiroga Losada. La exposición abierta ayer en el Sexto Edificio muestra esos fondos del propio Museo, además de los aportados por familiares, otras instituciones y particulares para conocer a fondo la vida y la obra de Manuel Quiroga, desde su nacimiento el 15 de abril de 1892 en la antigua calle de los Comercios hasta su fallecimiento en la misma casa natal el 19 de abril de 1961. Su precocidad como músico, cómo llega a la cima como concertista y compositor, cómo esa carrera se ve truncada a los 46 años tras sufrir un atropello en Nueva York y el progresivo deterioro de su salud, acentuado por el Párkinson, que hizo que sus últimos años fueran muy duros y muriera prácticamente sumido en el olvido. «Es la exposición más completa que se ha realizado hasta ahora sobre el artista», según Carlos Valle, que dirigió su preparación, contando con Fernando Otero Urtaza como comisario y con Beatriz De San Ildefonso como comisaria adjunta.

Película

2Fotografías, cartas autógrafas, reseñas de revistas y periódicos sobre su fulgurante carrera, partituras y tres de sus violines -dos depositados en el Museo y uno cedido por la Fundación Caixa Galicia-, destacan en la exposición, así como sus pinturas, dibujos y caricaturas, artes plásticas que también cultivó y en las que se refugió cuando ya no pudo tocar el violín. Y como aportación especialmente interesante, una película rodada en Pontevedra y cedida por la familia Landín, en la que aparece Manuel Quiroga con su mujer, la pianista Marta Leman, que lo acompañó en muchos de sus conciertos y grabaciones de discos.