Cinco políticas y empresarias analizan la igualdad en puestos directivos
23 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.La segunda parte del siglo XX ha valido para incorporar a la mujer al mundo laboral, pero el gran reto del siglo XXI será que ellas alcancen los consejos de administración de las grandes empresas o puesto de relevancia política o sindical. Se han dado muchos pasos, aunque el Consello Local da Muller constata que no vivimos en una ciudad igualitaria. No hay ningún organismo que esté dirigido por mujeres, aunque haberlas, hailas.
«Trabajo y esfuerzo» son las dos condiciones que pone sobre la mesa, la presidenta del Parlamento de Galicia, Pilar Rojo, para superar las metas frente a un compañero varón. Asegura que nunca se ha sentido discriminada por su condición, pero «en algún momento puntual, pude haber detectado alguna actitud paternalista, pero no discriminatoria».
Quizás la política sea el terreno en el que más se ha avanzado, tanto en la Xunta, que cumple la paridad en el Parlamento, como en el Gobierno central, pero ¿qué falla para que su presencia sea escasa en la cúpula empresarial? Una de las empresarias más populares de la ciudad, Lupe Murillo, reconoce abiertamente que lo que falla es que «nosotras no podemos aspirar a todo sin renunciar a nada».
Conciliación
Todas las mujeres que aparecen en este reportaje coinciden en un aspecto, el hándicap que supone conciliar la vida laboral con la familiar para tener un puesto de relevancia. «Tenemos la suerte de optar, pero son muchas las que prefieren trabajar por la mañana y cuidar de sus hijos por la tarde. Yo opté por ser directiva y mis hijos no me echan de menos», explica Murillo, que en cierto modo pone sobre la mesa el mismo argumento que María Jesús Otero, gerente de la naviera Nabia. Esta señala que «tenemos que trabajar más para demostrar que somos válidas, ellos no se plantean renunciar a la vida profesional por la personal».
A modo de ejemplo valga citar que en un espacio como la Cámara de Comercio se refleja que las direcciones empresariales son de hombres. En un pleno formado por 31 personas, solo seis son mujeres y la situación empeora en el comité ejecutivo, donde solo hay la representación de una, la secretaria de la institución, Charo Lorenzo. Lleva desde 1997 en este puesto, que solo comparte con dos mujeres más, la secretaria de la Cámara de Ourense y la de Santiago. «Y eso, teniendo en cuenta que en Galicia es donde las Cámaras tienen más igualdad», indica.
La sociedad no es un reflejo de la calle. La Universidad es femenina, pero los salarios son masculinos. Ellas cobran cerca del 28 % menos que los hombres en el cómputo global. La antigüedad y los puestos menos cualificados restan euros en sus nóminas. La delegada de la Zona Franca, Teresa Pedrosa, reconoce que «la tasa de desempleo femenino es desfavorable, pero yo nunca me he sentido discriminada, como presidenta del CES trabajé con empresarios y sindicatos, dos mundos de hombres». La igualdad es un terreno que se está abonando, pero sus frutos los saborearán las próximas generaciones.