
Los romeros siguieron el ritual de lanzar nueve piedrecillas al tejado de la ermita y pasar tres veces por debajo de las andas del santo
01 abr 2013 . Actualizado a las 21:56 h.Aunque no es festivo, el Lunes de Pascua es un día de romerías en Pontevedra y su comarca. Los devotos de San Cibrán subieron hasta la cima del monte de Lusquiños, en Tomeza, para cumplir con el ritual de espantar el meigallo con la intercesión de San Cibrán. Algunos desafiaron a la lluvia, que nos sigue acompañando después de la Semana Santa, y otros aprovecharon pequeños claros en los que lució el sol. «Esta fiesta ya no es lo que era», recuerdan algunos vecinos de la parroquia. Hace años, los romeros subían a pie por el monte hasta la capilla del santo, cargando con las cestas de comida o la merienda para disfrutar de una jornada de fiesta completa. Ahora siguen yendo, pero en coche, y se van a comer a casa o como mucho picotean un poco de pulpo o de churrasco en los puestos que se montan en torno a esta romería o en los bares de la zona.
En todo caso, la tradición no se pierde y los romeros que acudieron a San Cibrán siguieron el ritual marcado. Dieron nueve vueltas a la ermita, tirando en cada una de ellas una piedrecilla al tejado de espaldas y pasaron tres veces por debajo de las andas del santo, expuesto fuera de la capilla. Todo para lograr sus favores y ahuyentar el mal de ojo. Ahora son piedrecillas las que se tiran para evitar sustos y que el tejado del templo no sufra daños. No como antaño, que había que tener cuidado para que no te cayera de rebote un buen pedrusco en la cabeza.