Érase una vez... La música y los bebés

maría conde PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Paulo Lameiro encandila a mayores y pequeños en sus conciertos del Salón do Libro

24 mar 2014 . Actualizado a las 13:35 h.

Un enorme libro en el centro del escenario. A su alrededor, cuatros músicos, bajo la batuta del artista luso Paulo Lameiro, una bailarina, dos vocalistas y un público, también sobre las tablas, formado por medio centenar de bebés de cero a tres años, en brazos o rodeados por sus padres. Antes de que se hayan acomodado en las colchonetas que constituyen las butacas, y mientras sostiene a un tranquilísimo bebé, el musicólogo se dirige a los padres para advertirles que no intenten explicar a los pequeños lo que va a suceder. Y que no se alarmen y abandonen el recinto si los bebés rompen a llorar. «A veces, un bebé llora porque está emocionado, no solo porque tenga miedo o esté sufriendo -mantiene Lameiro-. Un concierto provoca emociones y puede provocar llanto».

Lo que van a escuchar estos bebés son 45 minutos de «música pura», solo acompañada de sonidos de voz, pero sin palabras. Un concierto especial para el Salón do Libro Infantil e Xuvenil de Pontevedra en el que se recogerán temas de compositores que hayan escritor obras de alguna forma relacionadas con cuentos o con historias y libros, como es el caso de Mozart o Stravinsky.

¿Puede un niño de tres meses escuchar un concierto de Mozart durante 45 minutos? La realidad le dice al musicólogo portugués y a esta testigo que sí. «Es una sorpresa para todos los adultos. Si a los bebés les ofrecemos un lenguaje con estructuras muy ricas, los bebés se van a concentrar muchísimo, porque los seres humanos nacemos para aprender y descubrir cosas nuevas -dice-. Y si ofrecemos cosas interesantes, los bebés se centran, pueden estar todo ese tiempo escuchando. Un bebé tiene la capacidad de procesar 300.000 veces de forma más veloz el sonido».

La edad ideal para asistir a un concierto la marca la confianza de los padres, según Lameiro, pero lo más común son los tres meses. Aunque él suele ofrecer también conciertos para embarazadas, porque la audición está completada en el ser humano a partir del cuarto mes de gestación. «¿Cuándo es el mejor momento? Cuando el bebé puede escuchar, a partir de ahí todo es importante», advierte.

Pero deja claro que este no es un concierto pedagógico, «no queremos enseñar a los niños ni a los padres, ni hay intención de preparar a futuros músicos. Para nosotros, los bebés son público, aquí y ahora. Y los bebés son los mayores especialistas en escuchar».

Hay comportamientos que ha estudiado y se repiten. Un niño de tres o cuatro meses responde a un concierto abriendo más los ojos o moviéndose hacia los brazos de su madre. Entre los 12 y los 18 meses intentan moverse con la música. Y entre los 18 meses y los tres años quieren tocar con los artistas y los instrumentos. Algo que se cumple a rajatabla en este concierto, donde varios pequeños espontáneos no dudan en aplaudir, bailar o encaramarse al libro que está en el escenario. Uxía, de tan solo seis meses, vivió esta primera experiencia musical tan tranquila, sin alterarse ni siquiera cuando se apagaban las luces, cuando algún compañero hacía pucheros o cuando una de las vocalistas la cogió en brazos para jugar sobre el escenario. «Sorpréndeme -dice Rubén, su padre-. É o seu primeiro concerto e é unha marabilla. A verdade é que é unha experiencia para recomendar». Una satisfacción compartida por muchos padres.