
El afortunado selló el boleto de 5 más 1 aciertos en la administración de Adela Vence en Eduardo Pondal
15 may 2014 . Actualizado a las 09:51 h.La Virgen de Fátima, cuya festividad se celebró ese día, se ve que pudo con el mal fario del martes y 13 que trae de cabeza a los supersticiosos.
Esa data, para muchos fatídica, le dio suerte al ganador de los 342.903 euros del último sorteo del Euromillón. Selló su boleto en el despacho de Lotería de la calle Eduardo Pondal, que regenta Adela Vence. Era de 5 más 1 aciertos, con dos apuestas hechas a mano por el propio acertante y semanal, para el martes y el viernes. Le costó 8 euros.
Adela asegura que desconoce la identidad del afortunado. «Estuve echando cuentas de los clientes conocidos que pudieran ser, pero no, no me doy cuenta», comentó a La Voz.
Por su administración pasa gente muy diversa, vecinos del barrio, peregrinos que pernoctan en el albergue de O Gorgullón, cinéfilos que frecuentan las salas de Vialia, viajeros de la estación de tren y también clientes del hotel Avenida, situado justo al lado y perteneciente también a los Vence.
Esta familia lleva más de 40 años vendiendo lotería, primero en el hotel y ahora en una librería anexa. «Somos receptores mixtos, porque tenemos doble actividad», explica.
Este es el tercer premio que da en los últimos cuatro años, como acreditan los diplomas que tiene colgados en el establecimiento. En abril del 2011 fue una quiniela de fútbol de 14 aciertos por la que el agraciado cobró 338.323 euros. En el sorteo de Navidad del 2012 dio un quinto premio con la venta automática de tres décimos de venta. Y tiempo atrás, cuando la administración aún estaba en el hotel, selló una primitiva de más de 200.000 euros.
En ninguna de esas ocasiones supo quiénes fueron los afortunados y esta vez cree que pasará lo mismo. «Quién sabe. Si es un cliente semanal supongo que el lunes o el martes volverá por aquí e igual me dice algo, pero lo dudo».
En este despacho de Lotería número 87.170 de Eduardo Pondal, ayer se notó un mayor movimiento de gente dispuesta a probar suerte y un incremento de las ventas, pero Adela Vence se queda, sobre todo, con la satisfacción que supone dar un premio.