La asociación de vecinos San Roque y el Concello impulsan una exposición inaugurada ayer
08 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.¿Sabía usted que en el puente de O Burgo se citaron el rey leonés Fernando II y el portugués Alfonso Enríquez en 1165 para firmar la paz? Pues sí: «Super flumen Lerice, in vetula ponte». ¿Y escuchó alguna vez que durante siglos fue el único viaducto con el que contaban los habitantes de la ciudad para cruzar el Lérez? ¿Y que como consecuencia de esta situación en el año 1197 los monjes benedictinos administraban un servicio de barcas para permitir el paso entre las dos márgenes, que se mantuvo hasta mediados del siglo XIX? ¿Y que en su última etapa estuvo gestionado por la Sociedade de Mareantes de Pontevedra?
Diferente personalidad
Son algunas de las curiosidades que se pueden descubrir desde ayer acerca de los numerosos viaductos que unen esta ciudad: entre sí y con el resto del mundo. Cada uno con su personalidad y su historia, cada uno con su función y sus usuarios, con su estilo y secretos. Gran parte de ellos son revelados en la exposición que organiza el Concello de Pontevedra en colaboración con la asociación de vecinos de San Roque. En su inauguración estuvieron presentes representantes de ambas partes: de la institucional, la concejala de Cultura, Anxos Riveiro; por la vecinal, su presidente, Sabino Fernández.
Cuatro caras cada uno
Instalada frente a la Audiencia Provincial, la muestra está dividida en cuatro estructuras: O Burgo, A Barca, As Corvaceiras y Mollabao-río dos Gafos, y cada una de ellas muestra cuatro caras diferentes, acompañadas por un panel que revela un aspecto diferente de los viaductos y una treintena de fotografías antiguas. «A ponte medieval contaba con 15 arcos rebaixados de medio punto, ademais de dous importantes estribos nas cabeceiras, e a anchura da súa calzada era inferior a 3 metros», reza, por ejemplo, la información técnica del de O Burgo.
El peaje del de A Barca
Otro secreto: el puente de A Barca empezó a planificarse y construirse en 1867 en madera. El objetivo era que pudiese sustituir el servicio de barcas existente. Entró en funcionamiento en 1871, y para utilizarlo debía abonarse el importe de un peaje. Además, la estructura contaba con muy poca altura sobre el río, por lo que tuvo que habilitarse un tramo levadizo que permitiese abrir paso a las grandes embarcaciones que se dirigían a los muelles de A Galera y O Burgo. Y más historias aguardan frente a la Audiencia.