«Una vida robada», inspirada en las denuncias de los afectados, llegará al auditorio del centro el próximo miércoles
08 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.El drama de los bebés que fueron robados a sus madres al nacer en clínicas españolas empezó a salpicar miles de familias y de historias durante los últimos años. Ahora, esa realidad -que parece más sacada de una ficción que de vidas cotidianas- llega a Pontevedra de la mano de Una vida robada, la obra que mantiene sobre los escenarios en estos momentos a Asunción Balaguer y a Carlos Álvarez-Nóvo.
La sede de la Afundación (Fundación Galicia Obra Social) acogerá el miércoles 15, a las 20.30 horas, la representación, basada en las denuncias presentadas por los afectados para solicitar una honda investigación de los hechos. Fueron estos crudos testimonios los que inspiraron a Antonio Muñoz de Mesa para escribirla, y a Julián Fuentes Reta para dirigirla.
«Luz, una joven inquieta, entra en contacto con la vida cotidiana del doctor Nieto, su cuidadora, Olvido, y su hijo, Julio. El avanzado estado de la enfermedad degenerativa que sufre el anciano, alzhéimer, complica la labor decidida de Luz por conocer la verdad, aunque existen momentos de lucidez y de claridad en los que el médico juega con las difusas líneas del olvido y del atrevimiento», adelanta la sinopsis de la obra.
«La insistencia de Luz y de Olvido por descubrir y preservar, respectivamente, conducirán a un desenlace inesperado entre la esperanza y la tragedia», concluye.
De la obra se ha dicho que simboliza «Luz contra Olvido, memoria contra alzhéimer, como en la tragedia simbolista o en el auto sacramental», y de su autor, Muñoz de Mesa, que «crea personajes de carne y hueso que son, al tiempo, facultades del alma, para contarnos una parábola de la búsqueda de la verdad, y del dolor y el alivio entrecruzados que produce conocerla».
Del personaje de Ruth Gabriel, que «en su interpretación segura y calma, tiene el encanto de la joven capaz de suspender el ánimo a padre e hijo, y la convicción íntima de quien se arroja a la boca del lobo sin titubeos».