Una de las cinco fábricas en activo de España está en la parroquia de Arcos da Condesa, en Caldas de Reis
28 feb 2019 . Actualizado a las 09:14 h.Durante siglos ha servido para anunciar incendios, tormentas, rogativas, horas y acontecimientos del ciclo vital. El toque manual de campana será declarado como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial. El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó este miércoles el primer paso: una resolución de la Dirección General de Bellas Artes por la que se incoa expediente para este fin.
El interés del Ministerio de Cultura en declarar el toque manual de campana como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial se debe a que se trata de «un lenguaje sonoro que ha funcionado a lo largo de los siglos como un medio de comunicación». Se cita en la resolución que cumplía un conjunto de funciones sociales para la comunidad, tales como informar, coordinar, delimitar el territorio y proteger.
Con el inicio del expediente, se abre un período de información pública de 20 días para que los interesados puedan consultar el documento y formular las alegaciones que estimen convenientes.
En el anexo de la resolución del Gobierno central se incide en que existe una tradición muy arraigada, que asegura que a partir del siglo V y durante el contexto de la Reconquista las campanas servían para ocultar imágenes de la Virgen. Ninguna de esas campanas, se subraya, ha llegado a nuestros días. La más arcaica fechada documentada existente (1086) se encuentra en San Isidoro, campana asociada al Panteón Real de León, mientras que la más antigua en uso es la Bamba de la Catedral de Oviedo (1219).
Pero, ¿cuántas fábricas de campanas están en activo? Según la resolución solo cinco, y una de ellas está en la provincia de Pontevedra. Se trata del taller Ocampo, ubicado en la aldea de Badoucos, en la parroquia de Arcos da Condesa, en Caldas de Reis. El resto están en Torredonjimeno (Jaén, Andalucía); Gajano (Marina de Cudeyo, Cantabria); Saldaña (Palencia, Castilla y León); y Montehermoso (Cáceres, Extremadura). Se alude en el documento a que en su mayor parte los fundidores de campanas procedían directa o indirectamente de Cantabria, donde llegó a haber más de un centenar de fundidores ambulantes a principios del siglo XIX. Muchas fábricas cerraron tras el período de intensa producción de campanas ocurrido tras la Guerra Civil.