Jesús Ramos marcó el camino para creer

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Ramón Leiro

Coordinador de la base y hombre de club, es ahora la sombra de Carlos Pouso en el banquillo. Su mentalidad fue capaz de reconducir al equipo

15 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Jesús Ramos es un hombre de club, trabaja con el futuro y con el presente del Pontevedra sin acaparar el protagonismo en ninguno de ellos. Este año rompió esa normalidad al asumir las riendas del primer equipo tras la marcha de Luismi. Saltó al primer plano en un momento convulso y volvió esta semana al lugar que tuvo hasta ahora, a ser el segundo entrenador en el banquillo granate y a tejer los mimbres del club desde abajo, con la cantera.

Pero estos 15 días que capitaneó el equipo han bastado para que su filosofía de fútbol calase en la plantilla, dándole un cambio de chip definitivo, que en el campo se convirtió en victorias. Los jugadores ya lo conocían, llevaban un par de años trabajando con Luismi y con él, pero cuando Ramos cogió el mando del banquillo trabajó lo táctico, pero especialmente lo psicológico. «Les dije que tienen que creer si quieren ganar y competir, fui muy pesado con eso, pero al final el fútbol es eso, creer. Para ganar hay que creer y él que cree, gana», vuelve a recordar Jesús Ramos al término del entrenamiento de este jueves en Cerponzóns.

Los jugadores asumieron ese cambio de mentalidad que hasta ahora le ha dado tres victorias consecutivas. «El cambio lo dieron ellos, no yo», puntualiza, al mismo tiempo que reconoce que «la experiencia fue muy positiva». Sabía que el club buscaba una alternativa, pero como hombre de la casa que es, se ofreció desde el primer momento para lo que hiciese falta, fuese o no estar en la primera plana. Con la llegada de Carlos Pouso volvió a encargarse de la coordinación de la base. El club peleó porque siguiese en el banquillo del primer equipo y tras la falta de acuerdo con Raúl García, ayudante del técnico vasco, Ramos volvería a sentarse en el banquillo del primer equipo. El cargo es el mismo que venía disputando, pero con el cambio de maestrillo, cambia algo el librillo. «Hago labores de segundo entrenador parecidas a las que hacía con Luismi. Pouso me ha pedido que trabaje en su staff, visualizo partidos y hago cortes de vídeo para conocer al rival, entreno, él tiene la ultima palabra, pero todos trabajamos para conseguir el objetivo», comenta Ramos, que alaba la experiencia como uno de los valores más importantes que Pouso puede aportar al Pontevedra.

El segundo entrenador se toma esta nueva etapa como un aprendizaje más en su carrera. Lleva cuatro años y medio en el club y se ha adaptado a las distintos situaciones que le han tocado con la misma entrega. «Yo estoy contento, para mí el trabajo es un placer, disfruto con lo que hago, mi trabajo es mi pasión», confiesa Ramos, que está a diario en el club. Por la mañana acude a los entrenamientos y por la tarde se mete en las oficinas granates. El fin de semana viaja o juega en casa, así que va sacando ratitos para los suyos entre medias. «Siempre hay problemillas del fútbol base que solucionar, jugadores que se lesionan y hay que buscar sustituto, reuniones con jugadores, entrenadores o padres», explica Ramos.

Es una especie de fontanero del fútbol que llegó para atajar una situación complicada del filial y se quedó para siempre. El director deportivo del club, Roberto Feáns, lo llamó para echar una mano en el filial, que estaba a punto de descender a Segunda Regional. «Revertimos la situación y de estar a punto de descender en ese momento, fíjate, ahora el equipo está en Preferente», explica el técnico granate, que antes de sentarse en el banquillo reconoce que recorrió la mitad de los equipos de la comarca. Areas, Negreira, Boiro, Arousa y Portonovo son algunas de las camisetas que lució en su etapa como jugador, pero el peregrinaje quedó atrás cuando vistió la camiseta granate para convertirse en el escudero, primero de Luismi, y ahora de Pouso, defendiendo la fortaleza granate.