
La Terraza, en el corazón de la localidad, nació del carácter emprendedor y de la visión empresarial de Francisco Alonso Prieto en 1915 y continúa regentado por la cuarta generación de la misma familia
29 abr 2020 . Actualizado a las 21:07 h.El hotel La Terraza es uno de los símbolos de Sanxenxo, tanto como la madama de Silgar o el marisco en los restaurantes. Con más de un siglo a sus espaldas -abrió sus puertas el 5 de junio de 1915- es uno de los establecimientos más veteranos del sector en la provincia y en la actualidad lo dirige Iria Martínez, que representa a la cuarta generación de su familia al frente del hotel. Su importancia trasciende mucho más allá de los tres dígitos que marcan su edad. Ha sido testigo del crecimiento y desarrollo del turismo en la villa. Se puede afirmar sin lugar a equívoco que la visión emprendedora de su fundador, Francisco Alonso Prieto, es una de las claves para la conversión de este litoral en la capital turística de las Rías Baixas.
El nieto del fundador, Jaime Martínez Alonso, recuerda que su abuelo era maragato casado con Filomena Romay, de Paradela (Meaño) y que compró el terreno en 1913. En su origen, se trataba de una tienda «de consumo universal de esas que había en los pueblos en la época». Es decir, vendían un poco de todo, desde ultramarinos a ferretería. Francisco Alonso «montó tres o cuatro habitaciones donde se alojaban los viajantes que venían y buscaban un sitio donde instalarse».
Poco a poco, La Terraza fue haciéndose un nombre como hotel. Su ubicación en la carretera de Pontevedra a O Grove le favoreció mucho. Primero porque todos los usuarios del hotel de A Toxa, que eran muchos e influyentes, lo veían al ir y al venir. Y segundo, porque una vez más su ubicación, que tenía unas vistas a la ría que quitaban el hipo de lo bonitas que eran, entusiasmaban a cuantos querían descanso y playa en vacaciones.
En los años veinte y treinta del siglo pasado, «empezaron a venir veraneantes, familias que traían incluso su personal de servicio propio». El hotel ya disponía de una edificación de dos plantas y tenía sala de proyecciones de cine. Jaime Martínez señala que su abuelo llegó a ofrecer a sus clientes películas de cine mudo y él mismo recuerda con nostalgia algunos títulos posteriores como Escuela de Sirenas (1944), uno de los musicales acuáticos más famosos de la Metro Goldwyn Mayer.
Cuando estalló la Guerra Civil, algunas familias estaban alojadas en La Terraza disfrutando de sus vacaciones. Se quedaron hasta que acabó la contienda. Una de ellas, que tenía la representación en España de la compañía General Electric, les regaló los primeros tubos fluorescentes de la comarca. Fue por la primera comunión de Jaime Martínez, en 1952.
El padre del entrevistado en este reportaje, también Jaime Martínez, era un ourensano de Avión, que se casó con la hija del hotelero, Petronila Alonso. A la muerte del fundador el matrimonio compartió la dirección del hotel con su cuñado Francisco.
Clientes franceses
A finales de los 50 y en los 60, el perfil de los turistas se modificó. «La mayoría de los clientes eran franceses, quizás porque les favorecía mucho el cambio, porque España era un destino turístico barato para ellos».
El edificio original se fue ampliando y algunas de sus funciones modificándose, por ejemplo, dejó se usarse como cine, y se amplió la oferta de habitaciones. En 1964, Jaime Martínez Alonso asumió la dirección de La Terraza y fue adaptando el establecimiento a los nuevos tiempos, conforme el turismo madrileño fue sustituyendo al galo y Sanxenxo se transformó en la tercera ciudad de Galicia en agosto.
En la actualidad, Iria Martínez Redondo, sobrina de Jaime y bisnieta del fundador, es la directora. Tiene claro qué distingue a su local: «Somos un hotel muy familiar». Explica que esta característica le gusta a los clientes. La mayoría regresa verano tras verano. También mantiene su arraigo en el tejido social sanxenxino. «Hay familias enteras trabajando aquí». Como otra ventaja señala el amplio jardín interior, un remanso de paz estival en el bullicio del verano sanxenxino. Y como no podía ser menos, también destaca su gastronomía. «Nuestra comida es muy casera, con productos de la zona»., recalca. Con ciento cuatro años, pero con un espíritu aún joven, La Terraza mira optimista al futuro.