La faceta más sorprendente de la Pontevedra histórica

Marcos Gago Otero
Marcos Gago PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Palacetes, una casa de inspiración masónica, diez «árbores senlleiras» de Galicia y hasta un santo medieval con gafas en Santa María

17 feb 2021 . Actualizado a las 11:02 h.

Pontevedra, además de preservar uno de los cascos monumentales más grandes y mejor conservados de las capitales españolas, cuenta con otros muchos valores patrimoniales y naturales y curiosidades históricas distribuidos tanto en su centro urbano como en sus parroquias. Muchos pasan inadvertidos a los vecinos, acostumbrados quizás a tenerlos delante todos los días, mientras que despiertan la curiosidad del visitante.

Uno de estos edificio emblemáticos, alejado de las rutas turísticas habituales, es la actual sede del Archivo Histórico Provincial, en el paseo de Colón, cerca de la Alameda. Se trata de un edificio de estilo neoclásico, construido a finales del siglo XX y rematado en 1910. Las dos esfinges en las escalinatas de la fachada dan muestra de la influencia masónica, a la que estuvo ligado el pasado del inmueble.

Entre las Palmeras y Riestra se alza Villa Pilar, un buen ejemplo de los palacetes del siglo XIX, de los muchos que hubo en la ciudad y donde vivía la burguesía de la Boa Vila. Lo mandó construir Manuel Martínez Bautista, uno de tantos pontevedreses que hicieron fortuna en la emigración americana.

Un magnífico ejemplo de arte popular, quizás el mejor cruceiro de toda la comarca, está situado en la plaza de las Cinco Calles. Es un monumento del siglo XVIII, cuya ubicación primitiva era el barrio de Estribela, donde se exhibe actualmente una reproducción.

La basílica de Santa María La Mayor está llena de curiosidades. En la fachada principal, por ejemplo, se puede ver a san Jerónimo, traductor de la Vulgata, la Biblia en latín, en una representación del siglo XV. ¿Qué lo diferencia de otros santos de la portada? El hecho de que lleva gafas, una de las primeras representaciones de las lentes de aquella época en la provincia. En la basílica también está esculpida en piedra la reproducción más antigua que se conoce de la ciudad de Pontevedra.

En el ámbito de la botánica, Pontevedra está entre los lugares más reconocidos de Galicia. En la ciudad y sus alrededores hay hasta diez árboles y formaciones forestales «senlleiras». Destacan, por ejemplo, el majestuoso cedro del Líbano frente a la fachada del pazo de Lourizán, en cuyos jardines también hay hasta siete árboles singulares. En la propia ciudad, vale la pena fijarse en los cedros del Himalaya de los Jardines de Vicenti, y el carballo de Santa Margarita, el decano de los árboles de la comarca, que rebasa con creces los 400 años.

 Cuna de guerreros medievales, de navegantes y del pirata Benito Soto

Representado con sus mejores galas en su sepulcro de piedra y al lado de su mujer, el almirante Payo Gómez Charino descansa en su tumba de la iglesia de San Francisco de Pontevedra desde el siglo XIII. El pontevedrés tuvo un papel relevante en 1248 en la dirección de la flota castellana que remontó el Guadalquivir y participó en la conquista de Sevilla a los musulmanes para el rey Fernando III. De hecho, la tradición liga el regreso por mar de la armada gallega a la ría de Pontevedra con la fundación de la capilla de San Clemente do Mar, en la isla del mismo nombre en la parroquia marinense de Ardán.

Nombrado almirante de Castilla, Gómez Charino fue una figura a tener en cuenta en las luchas dinásticas de la corona de Castilla y murió a manos de un rival político en 1295. En su biografía también destaca que no solo fue un hombre de armas, sino también de letras. Fue compositor de cantigas en gallego que se conservan en los cancioneros medievales.

Pontevedreses también fueron navegantes insignes como Pedro Sarmiento de Gamboa, en la América del siglo XVI, y los hermanos Nodales, Bartolomé y Gonzalo, nacidos en A Moureira y que se hicieron famosos por sus periplos americanos a principios del siglo XVII.

Aunque no pontevedrés de nacimiento, pero sí de corazón, destaca la figura de fray Martín Sarmiento, que hizo de la ciudad del Lérez su hogar y que dio brillo a la cultura de los ilustrados españoles del siglo XVIII al ser, entre otras cosas, autor de dos trabajos sobre el origen y el idioma gallego.

Quizás, de todos los marinos pontevedreses el que más renombre guarda entre sus convecinos es el uno de los últimos piratas que asoló las rutas de navegación del Atlántico, Benito Soto. La carrera criminal de este pirata se desarrolló a principios del siglo XIX y tras una serie de peripecias y sangrientos abordajes, fue ejecutado por las autoridades británicas en Gibraltar en 1830,

 Salcedo recrea la Prehistoria y Ponte Sampaio preserva la Illa de Medal

La apuesta de los comuneros de Salcedo por la promoción de la historia antigua del municipio y la ampliación de la oferta cultural les llevó a la construcción de una recreación de un poblado prehistórico. Está ubicado en los terrenos del antiguo campo de tiro de la Brilat e intenta explicar como pudo ser la vida de los pontevedreses del Neolítico. El conjunto está compuesto por una cabaña comunal, tres pallozas, corrales, fosas de almacenamiento, un estanque y una zona donde se recrean las hogueras que utilizaron los antiguos moradores de la comarca. El conjunto se cierra con una empalizada de madera que rodea todo el perímetro.

La aldea prehistórica de Salcedo tiene además la posibilidad para los aficionados al senderismo de enlazar su visita al poblado con una excursión siguiendo la ruta que recorre el espacio natural de Os Sete Camiños, un entorno que trasciende a Salcedo, ya que también incluye tramos de Lourizán y San Xulián de Marín, donde el visitante puede descubrir algunos grabados rupestres, así como divisar espectaculares vistas panorámicas sobre la ría de Pontevedra.

En el extremo sur del municipio, en la parroquia de Ponte Sampaio, se encuentra la Illa de Medal, que es de titularidad pública desde su compra por el Estado en el 2008.

La isla se llama así en honor al pintor Antonio Medal Carrera, cuya familia fue la dueña de este islote, situado al fondo de la ría de Vigo muy cerca de la desembocadura del Verdugo. Este enclave también recibe el nombre de A Insuíña.

Este lugar fue una importante referencia en el pasado para la élite cultural gallega. Por A Insuíña, invitados por la familia Medal, pasearon intelectuales como Castelao, Laxeiro, Valle-Inclán, Ramón Cabanillas o Manuel Quiroga. En la isla do Medal se conservan un palomar, un cenador y un hórreo, además del puente que da acceso desde Ponte Sampaio. Algunas de estas estructuras son modernas y otras podrían aparentemente ser de hace unos doscientos años.