«Alquilo habitaciones por mes»: así resisten los alojamientos del Camino
PONTEVEDRA
Recién separados u operarios de paso ocupan alojamientos que en verano copan los peregrinos
10 dic 2021 . Actualizado a las 12:20 h.El Camino Portugués tenía un progreso dorado antes de la pandemia. Con la ruta en pleno crecimiento, se esperaba que en el Xacobeo del 2021 rompiese todos los récords. El covid-19 no lo ha permitido. Pero, aunque las previsiones de antes del coronavirus se fueron por la borda, dueños de albergues y pensiones señalan que, al menos, «salvaron los muebles» gracias a la afluencia de caminantes del verano. La pena es que entonces los aforos estaban muy reducidos. Ahora, con el invierno azotando, hay camas de sobra. Pero apenas hay caminantes. Así que toca reinventarse.
Jesús Fariña apostó fuerte por el Camino. Regenta un albergue y dos pensiones en Caldas. Estas dos últimas las ha reconvertido para sobrevivir en invierno: «Alquilo habitaciones por mes, por 200 euros con baño y derecho a cocina. Tienen acogida entre recién separados o trabajadores que están de paso. Es como vivir en un piso compartido», indica.
Desde Pontevedra, Camilo Garrido, que regenta dos albergues y un hostal, reflexiona: «Trabajamos bien hasta octubre. Ahora flojea y tenemos cerrados salvo que haya demanda. Si es una persona o una pareja le compensa el hostal, porque ponemos precios bajos. Si es un grupo les abrimos el albergue. Acabamos de tener a unos amigos vascos», indica.
Jorge López, que regenta el albergue de A Portela (Barro), lo abre todos los días, aunque sea para dar una sola cama: «Hoxe [por ayer] chamaron dous estadounidenses, e serán os que veñan esta noite», espeta.
«Se lleva mejor caminar empapados y con viento que los 40 grados que sufrimos en Murcia»
Josefa Olea, de Cartagena (Murcia) está de cumpleaños el 6 de diciembre y, hace unos años, decidió que el mejor regalo de aniversario era venirse a Galicia, calzarse las botas y ponerse a hacer el Camino de Santiago con su marido, Juan, y su hermano y cuñada, Loli y Diego. Así, hace unos días desembarcaron en Valença para iniciar la ruta portuguesa hacia Santiago, que ya hicieron en más ocasiones. Como siempre vienen a peregrinar en el puente de diciembre, no les cogió de improvisto la lluvia. Loli se ríe y señala: «¡No pasa nada, siempre llueve cuando venimos!». Luego, espeta: «Se lleva mejor caminar empapados y con viento que los 40 grados que sufrimos en Murcia muchas veces, eso es bastante peor».
Loli cuenta que comenzaron a caminar en Portugal y que les sorprendió no encontrarse con más peregrinos por el Camino: «Nos adelantaron o adelantamos a algunos pero la verdad es que hay poca gente. En el sitio donde coincidimos con más caminantes fue en el albergue de Pontevedra, pero aún así éramos pocos». Peregrinos a la antigua usanza, se niegan a contratar el transporte de mochila y el único lujo que se permiten es acudir a la lavandería a secar toda la ropa tras sufrir los aguaceros a lo largo de las etapas. «El camino se hace con mochila, como toda la vida. Dormimos en albergues y estamos muy contentos», comenta. Ayer, salían de Caldas de Reis en dirección a Padrón. El cielo les escupía algún que otro chaparrón. Pero ellos iban felices.
La ruta jacobea portuguesa ronda los 42.000 caminantes en lo que va de año
El Camiño Portugués, el que pasa por Vilaboa, Pontevedra, Barro, Portas y Caldas, justo antes de la pandemia, estuvo a punto de sumar 100.000 peregrinos en un año. Fue en el 2019, cuando se llegó a los 96.509 caminantes. La afluencia era tal que podía promocionarse a la vez el Camino tradicional y la Variante Espiritual —por Poio y Arousa— sin que nadie se celase. Pero el covid le dio la vuelta a la tortilla. Hizo retroceder las cifras de peregrinos a hace muchos años, cuando la ruta jacobea reina era la francesa y costaba convencer al mundo de que también se podía peregrinar a Compostela desde Portugal y entrando por el sur gallego. ¿Qué ocurrió en el 2021? Habrá que esperar a que termine diciembre para tener la radiografía completa. Pero Tino Lores, presidente de Amigos del Camino Portugués y la persona que más pendiente está de los datos, arroja unas cifras provisionales. Calcula que, hasta finales de noviembre, se registraron alrededor de 42.000 peregrinos.
El año 2021 empezó de la peor de las maneras. Con la ola tremebunda de covid tras la Navidad del año pasado y el invierno pegando fuerte, en enero solamente se atrevieron a venir al Camino 19 personas. En febrero fueron tres. Luego sí se empezó a remontar y, en agosto, hubo más de 9.500 peregrinos. La pena es que los albergues y demás alojamientos apenas podían darles cabida porque tenían los aforos muy reducidos. De hecho, hubo gente que durmió en la calle.
¿Cómo evolucionarán las cosas? Hay esperanza (y reservas) para el 2022. Pero el Camino Portugués se nutre de muchos extranjeros y, si el covid atiza en Europa, la afluencia se resentirá.