Froiz, el buen patrón

PONTEVEDRA

Magín Froiz en una foto de entrevista en el 2008
Magín Froiz en una foto de entrevista en el 2008 NOELIA M. VIDAL

Perdemos al mayor icono del emprendimiento pontevedrés de los últimos cincuenta años, que construyó un sólido grupo empresarial con más de seis mil empleos

13 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El fallecimiento de Magín Alfredo Froiz significa la pérdida del mayor icono del emprendimiento pontevedrés y, por ende, uno de los principales referentes contemporáneos entre los empresarios de Galicia. Ocupa, por derecho propio, lugar destacado en un podio que compartiría con los Amancio Ortega, Tojeiro, los hermanos Jove y los Rivera, entre otros próceres del empresariado gallego de los últimos cincuenta años.

Magín encarnaba la figura del patrón, el auténtico buen patrón, no el cínico Blanco que interpreta Javier Bardem en la reciente película de Fernando León de Aranoa. Froiz fue un caso aparte. Tanto por haber sido un ejemplo local del self made man (hombre hecho a sí mismo); como porque logró construir una firma sólida, generar miles de puestos de trabajo y una facturación siempre creciente hasta convertir Distribuciones Froiz en la segunda empresa privada de la provincia con mayor número de empleados, solo superada por Stellantis (antes PSA Citroen).

No ha estado nada mal para alguien que se autodefinía con toda sencillez como un tendero. Aunque quien se haya tomado la molestia de conocerle y seguir su andadura, concluirá que era un hombre apasionado de lo que hacía. Un currante para el que su empresa era su casa y sus trabajadores la prolongación de su amada familia. Para muestra, el emotivo homenaje póstumo que le rindió el viernes la plantilla del centro logístico de Lourido y las palabras que, en nombre de todos, leyó Lucía Ara. Nos describió a una persona vitalista. «Así era nuestro jefe, pura energía y vitalidad, siempre activo; preocupándose de nosotros, siempre ahí». Y relató que no recordaba «ni un día que no nos diese los buenos días, uno a uno, con una sonrisa, con su saber estar, con su mala leche a veces, pero siempre con nosotros, apoyándonos y enseñándonos». Unas palabras así no son ni forzadas ni gratuitas. Son sentidas.

Olfato y trabajo

Si Magín hubiera nacido en alguno de los estados que forman USA, sería un referente nacional para los norteamericanos. Escribí antes que fue un self made man en el sentido más literal y estricto de esa definición tan alabada en la economía de libre mercado y de modo muy particular en los Estados Unidos.

Froiz se ajustaba a las características que definía a los hombres hechos a sí mismos: surgió de un entorno humilde; la perseverancia y el trabajo duro fueron sus herramientas en lugar de una fortuna heredada, conexiones familiares u otro tipo de privilegios. Froiz construyó su éxito empresarial con sus dotes innatas, su curiosidad constante y una capacidad de trabajo permanente. Ni titulitis ni másteres. Mamó la cultura del trabajo de sus padres, Celso y Luisa, de los que siempre predicó que fueron su ejemplo.

Magín empezó arrendando la carnicería de un supermercado que había en la calle Cobián Roffignac, sin saber cortar ni un filete, carencia que subsanó pidiéndole a su madre que le enseñase las técnicas de la carnicería que era precisamente el negocio que tenían sus padres. Esforzándose por aprender, como hizo toda su vida. Me contó uno sus compañeros de instituto en Pontevedra, que desde chaval tenía «olfato para el negocio, un talento especial». Por eso percibió una oportunidad de negocio cuando el dueño de ese antiguo súper le propuso el traspaso de todo el establecimiento con una docena de empleados y en pérdidas. Corría 1968. Ese fue el germen de lo que hoy en día es el grupo de distribución alimentaria que presidía y que junto con Gadisa y Vegalsa son el top tres del sector en Galicia.

La rivalidad entre ellos ha sido siempre caballerosa. Tojeiro, el patrón de Gadisa declaró que Froiz era un «duro competidor, leal y honesto» y escribía aún ayer que Magín «ha sido un ejemplo de vida y una referencia que nos enriquece a los demás».

Discreción

Magín concedió pocas entrevistas. Escapaba de los focos. Se guareció tras un sentido de la discreción que no significa que fuese huraño. Lo saben bien cuantos le trataron de cerca a lo largo de sus 78 años de vida. Pero pese a que siempre rehuyó protagonismos, su huella se percibe tras numerosas iniciativas sociales, culturales y deportivas que contaron con su ayuda, casi siempre silenciada por expresa petición del propio empresario.

Otras veces, las menos, resultaba visible, inevitablemente para él, como la que realizó con colectivos como la Asociación Juan XXIII, el Pazo da Cultura de Pontevedra o la cantidad de patrocinios deportivos que sufragó con clubes del contorno. En este último sentido, la niña de sus ojos siempre fue la escuadra ciclista, el Grupo Deportivo Superfroiz, convertido al cabo de 34 temporadas, en el mejor equipo amateur de España y en una cantera de futuros profesionales del pedal, gracias al patrocinio de Magín y a la excelente tarea del director, Evaristo Portela, asistido por su hija Ana, testigos de primera mano de la devoción del patrón por su equipo.

Por cierto, lo que es la vida: la presentación del Superfroiz, prevista en febrero, se pospuso pues coincidió con el luto oficial por la tragedia del pesquero Villa de Pitanxo. Iba a celebrarse este pasado viernes en el Centro Cultural Xaime Illa, en Raxó… Otro luto, ahora por el fallecimiento del patrón, obligó un nuevo aplazamiento que quizá sea definitivo.