Jessica Méndez murió a causa de la violencia machista. La misma que Estíbaliz Palma perseguía. Pero la comisaria cometió un error imperdonable que le costó el puesto
27 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.La semana trajo dos noticias que, contrapuestas, fomentan una primera reflexión sobre la lacra de la violencia de género y la ejemplaridad necesaria en el empoderamiento de las mujeres camino de la igualdad. Y, en consecuencia, otra reflexión sobre lo que todavía está fallando en nuestro sistema para cortar la sangría de víctimas de la violencia machista.
En Pontevedra, en apenas 48 horas, nos topamos, primero el fin de semana pasado, con la conmoción producida al conocerse la auténtica causa de la muerte de Jessica Méndez en lo que no fue un accidente de tráfico sino un crimen machista. Y, de inmediato, el martes, con el cese fulminante de Estíbaliz Palma como comisaria jefa provincial de la Policía Nacional, propiciado por la filtración del audio de un discurso suyo, de por sí políticamente incorrecto, que llegó al summum con una afirmación inaceptable e impropia de su cargo y condición: «A algunas ya les gustaría que las violase un antidisturbios».
Ambos hechos, no vinculados pero sí solapados en el tiempo y con enorme resonancia, acreditan que tenemos todavía por delante muchos años de tarea para reeducarnos como sociedad hasta que logremos neutralizar una concepción machista milenaria que supura en todos los ámbitos.
Fallos del sistema
Para colmo, en estos días, hemos sabido que Jessica pasó por años de tormento. A causa del acoso sistemático de quien ahora está encarcelado por el crimen, sin que el sistema (Policía Nacional, Guardia Civil, Administración de Justicia…) le hubiera dado alguna solución a una joven que solo pretendía construir su vida, al margen de un tipo que se obsesionó con ella y que, finalmente, actuó como un machista de libro. «Si no eres mía, no serás de nadie».
Una evidencia de que el propio sistema admite esas grietas la constituye la apertura de diligencias de oficio por parte de la Valedora do Pobo de Galicia quien, al tiempo, ha interesado al Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, a que inste al Congreso de los Diputados a regular que situaciones de acoso como la que se sufrió Jessica y desembocó en su muerte, pudieran prevenirse mediante la protección prevista en la Ley contra la Violencia de Género. Una ley que data de 2004 y que se ha implementado con toda la dotación que supone un Pacto de Estado y que, sin embargo, tiene fisuras lamentables.
¿Cómo es posible que una mujer que tuvo que cambiar de residencia, de teléfono móvil, que instalar cámaras de seguridad en su vivienda, a la que rajaron las ruedas de su vehículo y que percibía, tanto ella como su familia, pareja y convecinos, otros indicios del obstinado asedio de su acosador, no obtuviera el alivio de unas actuaciones preventivas de las fuerzas de seguridad y de un juzgado?
Jessica fue asesinada. Así lo cree la Fiscalía que, cuando llegue el juicio, pedirá para José Carlos Eirín la máxima pena con el agravante de la premeditación. Fue un feminicidio. Pero era un crimen evitable. Sin embargo, los fallos del sistema lo han convertido en la enésima muerte anunciada de otra mujer a manos de un machista.
Un símbolo caído
La llegada de Estíbaliz Palma a la ciudad de Pontevedra en noviembre de 2018 para desempeñarse como Comisaria Jefa de la Policía Nacional en la provincia, supuso una referencia mayúscula en el empoderamiento femenino. Era la primera mujer policía en asumir un cargo así, no solo en esta provincia, sino en toda Galicia. Marcó un hito del mismo modo que antes lo supusieron la llegada de Carmela Silva a la presidencia de la Diputación Provincial en 2015 y su reelección en 2019; que Ana María Ortiz, primero y ahora Maica Larriba desempeñen la principal representación del Gobierno de la Nación como subdelegadas; o que Lupe Murillo presida desde 2014 el Pontevedra Club de Fútbol.
En cuanto a Estíbaliz Palma, como jefa de la Comisaría Provincial de Pontevedra desplegó actuaciones de trascendencia en diferentes áreas. En el contexto de este artículo quiero destacar que potenció la UFAM (Unidad de Familia y Mujer), departamento de la Policía Nacional que se encarga de la protección de las víctimas de violencia de género. Se apunta que tenía una trayectoria ascendente que iba a destinarla a puestos de mayor notoriedad nacional en su carrera, abruptamente colapsada por un exceso verbal.
Aunque fuera en el contexto de una comida entre compañeros, lo dicho por la ya ex comisaria en el acto de homenaje a un agente antidisturbios prematuramente jubilado por las lesiones sufridas al recibir un adoquín en su cabeza en los disturbios de Barcelona a raíz de la sentencia del procés, fue inaceptable.
Porque aunque no estuviera de uniforme, no es de recibo que la máxima autoridad policial de la provincia dijera lo que dijo. Su cargo, así como su condición, le obligan en todo momento a una ejemplaridad que, lamentablemente, no observó aquel 11 de marzo en el restaurante vigués donde se celebró el homenaje. Tristemente para ella, no hay disculpa. Aunque hubiera algún interés espúreo entre los presentes en aquella comida en filtrar a la prensa el audio. Estíbaliz es una policía formada y veterana que, entre otras tareas, desempeñó en su día la de portavoz y responsable de prensa de la Jefatura Superior de Policía en Madrid. Por lo tanto, sabía a lo que se exponía.