Hace treinta años que Moncho abrió un bar de copas al estilo cubano y hoy en día sus mojitos y el local son una parada obligatoria
15 jul 2022 . Actualizado a las 09:01 h.En 1984, Ramón Barreiro Castro, Moncho Cubaney, heredó el bar de sus padres en la conocida Rúa dos Viños de Portonovo. En 1992, tras un viaje de tres meses y medio a Cuba, cambió la personalidad del local y lo convirtió en un bar de copas al estilo cubano.
Todo empezó porque el padre de Moncho emigró a Cuba en 1928, y él se quedó con ganas de conocer el país. En 1992 decidió viajar a La Habana con un amigo, allí se enamoró de los bares y de la música y trajo un cachito del país para Galicia. En sus palabras: «Quedé prendido de la ciudad, siempre estaré agradecido». Realmente Ramón Barreiro asegura que fue una casualidad. Estudió para maestro mecánico montador y no conseguía aprobar las oposiciones, así que siguió con el local después de que se lo dejase su madre.
Su máxima inspiración fue un bar llamado La Bodeguita del Medio, que tenía las paredes pintadas y llenas de firmas. Llegó a Portonovo y su sobrina y él fueron los primeros en firmar las paredes del Cubaney, donde hoy se pueden ver firmas infinitas, dedicatorias, carteles o fotografías en las paredes, sin encontrar ningún hueco en blanco: «A día de hoy aún hay gente que sigue firmando». Pues todas estas firmas, decoraciones que él mismo trajo de Cuba, o sus clientes... fue lo que hizo que el Cubaney de 1992 sea hoy el que la gente conoce, visita y adora.
Por el bar pasaron muchas personas de las que Moncho habla ilusionado: «El primero fue Beiras, del BNG, pero luego apareció gente como David Ferrer, Carlos Núñez, Berta Cáccamo o Xurxo Carreño». Este último es un habitual del bar año tras año. En las paredes se puede ver que no es mentira lo que cuenta, que se encuentra la firma de todas estas personas reconocidas en Galicia o en España. Pero lo que más le gusta a Ramón de su local es la mezcla de juventud y gente mayor: «Lleva habiendo juventud y gente mayor desde el principio, desde que lo abrí».
El Cubaney es un bar «único en España». Moncho nunca vio uno como el suyo, y en palabras del alcalde de Sanxenxo, Telmo Martín, que también es un habitual del local, «es un histórico».
La gente pasa por el Cubaney y se queda «alucinada». Nadie se espera un bar ambientado en Cuba y, hasta a los propios cubanos que lo han visitado siempre les sorprende: «Para ellos es un poco como estar en casa».
No se puede hablar de este bar de copas sin hablar de sus mojitos. «Los mojitos son al estilo cubano, no tienen ningún secreto y para la gente los hacemos muy bien, será porque tenemos las medidas», declaró el dueño, pues la gente que conoce el Cubaney sabe que sus mojitos son, probablemente, de los mejores del ayuntamiento: «Por no decir de la provincia, o del mundo». Además, la música también es un punto muy importante, es lo que hace sentirse en Cuba, aparte de la decoración, es muy importante la salsa y la música cubana que Moncho pone cada día en su televisión.
A veces entras en este local y te encuentras música en directo, pero voluntaria. Mucha gente que se acerca al bar decide tocar un instrumento o cantar y crear su propia música ambiente, pero siempre con la esencia del Cubaney.
La pandemia no ha sido un problema para este local, ya que, actualmente, está resurgiendo todo lo que ya se había difuminado: «Ahora la gente sale, tiene ganas de divertirse». Lo que sí asegura Moncho es que su local lo visitan muchos más turistas que vecinos del municipio y está seguro de que hay gente de Portonovo que no lo conoce y que nunca ha querido entrar: «En tu pueblo no te dan mérito, pasa siempre, no les gusta. Pero estoy agradecido, la gente de fuera me acogió bien». El Cubaney sale en las guías turísticas de Portonovo y Sanxenxo, y consiguió que su dueño tuviese el premio a Personaje del año de Sanxenxo del 2019. «No me lo esperaba y me sentí muy agradecido», cuenta.
La pena de este bar es que no tiene asegurado su relevo generacional: «No sé, pero no creo que tenga». Nació con Moncho y cree que morirá con él.
Recuerda también que tras 38 años que lleva el bar en sus manos, la gente «siempre tiene un lugar al que venir». Nunca le cierra las puertas a nadie, siempre acoge a todo el mundo y no tiene un favorito: «A mí todas las personas que vienen por aquí me gustan».
«Representa un poco de mí, lo hice a mi manera, con mis propios pensamientos», insiste. Y es que el Cubaney no es solo un bar, el Cubaney es Ramón Barreiro Castro, es Moncho y es todo lo que ha construido todos estos años, a través de dedicación, trabajo duro y, sin duda ninguna, gracias al apoyo de la gente que llena cada noche veraniega el bar. «Para mí es un honor y siempre estaré agradecido», resume este hombre con emoción.