Manuel Bouzas: «La buena arquitectura no debería ser solo accesible para unos pocos»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

El arquitecto pontevedrés Manuel Bouzas, en el Hospital Quirúrgico Infantil de Entebbe, en Uganda, diseñado por Renzo Piano
El arquitecto pontevedrés Manuel Bouzas, en el Hospital Quirúrgico Infantil de Entebbe, en Uganda, diseñado por Renzo Piano NICK RYAN COATES

El pontevedrés subraya que las decisiones de diseño pueden provocar impacto en el territorio

31 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Manuel Bouzas Barcala (Pontevedra, 1993) atiende desde Uganda. El arquitecto acaba de recibir una de las 120 becas de posgrado que concede la Fundación la Caixa para ampliar su formación en el extranjero. Empieza en dos semanas un máster de Arquitectura en Ecología en la Universidad de Harvard Graduate School of Design, en Cambridge (Boston). Combina su actividad profesional con la académica y su obra ha sido reconocida a través de varios premios fin de carrera.

—¿Está en Uganda de vacaciones o por trabajo?

—Este verano me encuentro estudiando y dibujando una serie de edificios alrededor del mundo. Esta oportunidad se la debo a la Fundación Renzo Piano, que es uno de los arquitectos contemporáneos más relevantes. Cada año premia a cuatro jóvenes arquitectos europeos con el objetivo de aprender viajando, y así entender cómo la arquitectura se adapta a los diferentes contextos físicos, culturales y climáticos en los que se inserta. El jueves hemos visitado en Entebbe un hospital infantil diseñado por el propio Renzo. Lo que más me ha fascinado es cómo consigue reinterpretar en clave contemporánea las lecciones de la arquitectura popular tropical. Los muros no están construidos con hormigón sino con la propia tierra del lugar. Creo que la buena arquitectura no debería ser solo accesible para unos pocos, y esta es un gran ejemplo de ello.

—¿Qué importancia le da a la beca de la Fundación la Caixa?

—Es un orgullo para mí y para mi familia. Las becas han sido un pilar fundamental durante toda mi formación. Gracias a ellas he tenido acceso a oportunidades que de otra manera no me hubiera podido costear. En el caso de la Caixa tengo que confesar que no me lo esperaba. Esta es la segunda vez que me presentaba, pues en la primera ni siquiera superé el corte inicial. El proceso de selección es muy riguroso y con candidatos de altísimo nivel. Por un lado, estoy profundamente agradecido de tener la oportunidad de aprender cara a cara de todos aquellos profesores y autores que he leído durante años. Por otro, creo que es una responsabilidad muy seria, pues todo ese esfuerzo debería traducirse en un retorno del conocimiento a la sociedad, tratando de promover un impacto positivo en los diversos campos en los que nos estamos especializando.

—¿Por qué eligió un máster de Arquitectura en Ecología?

—Durante el proceso consideré varias alternativas. Las grandes universidades americanas valoran el talento de los estudiantes españoles, especialmente de los arquitectos, por su formación politécnica. Sin embargo, tenía claro que mi prioridad era Harvard. Me interesa cómo la universidad explora los límites disciplinarios de la profesión, y nos invita a sentarnos con especialistas de otras áreas para dar respuesta a los grandes desafíos que tenemos enfrente: la crisis medioambiental y la desigualdad. El programa que he elegido nace de la intersección entre arquitectura, urbanismo y paisaje. Fundamentalmente, explora el papel que juega la ecología a la hora de preparar los entornos urbanos y naturales que habitamos hacia un futuro más sostenible.

—Estudió Arquitectura y hace cinco años fundó su propio estudio. ¿Qué tipo de trabajos hace? ¿Qué es la arquitectura experimental?

—Cuanto todavía era estudiante en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM), de la Universidad Politécnica (UPM), ganamos un concurso para construir un pequeño proyecto de madera en Logroño. Nos pusimos manos a la obra, y a partir de ahí le siguieron otros en Mallorca, Madrid y Cataluña. Comenzamos a explorar nuevas tecnologías de fabricación en madera, la economía circular y el reciclaje de los materiales, así como tipologías estructurales radicales. La arquitectura experimental tiene el potencial de testar ideas que en proyectos más convencionales serían imposibles. Todo esto lo hacía en mi tiempo libre, pues lo compatibilizaba con mi trabajo en una gran oficina. En el 2020 nos concedieron el Premio COAM Emergente del Colegio de Arquitectos de Madrid, y tras esta etapa de aprendizaje, creo que ya estoy preparado para dar el salto a problemas más complejos.

—¿A qué se refiere?

—Me interesa trabajar con recursos locales, reducir las demandas energéticas, y atender la relación entre arquitectura y naturaleza, entendiendo que las pequeñas decisiones de diseño pueden provocar un impacto importante en los territorios que nos rodean.

«La construcción es de los sectores más contaminantes» 

Manuel Bouzas dejó Pontevedra cuando cumplió la mayoría de edad para irse a estudiar a Madrid. Desde entonces ha vivido y trabajado en varios países de distintos continentes.

—¿Qué puede aportar un campo como la arquitectura a problemas derivados de la globalización o el cambio climático?

—Creo que en nuestra profesión suelen ser más relevantes los datos que los relatos. Y hoy los datos nos indican que el sector de la construcción es uno de los más contaminantes del planeta. En arquitectura hablar de problemas es hablar de oportunidades y, en este sentido, la crisis medioambiental alumbra nuevos campos de investigación e intervención, donde las necesidades de la sociedad y nuestras capacidades convergen. En mi humilde opinión creo que la respuesta pasa por varias escalas. Podemos preguntarnos, por ejemplo, cómo podemos reducir la huella de carbono y la demanda energética durante todo el proceso de construcción y vida útil del edificio. Pero también, cómo podemos reforzar la infraestructura verde de las ciudades, periferias, bosques, parques, ríos, e incluso costas, donde amenaza el aumento del nivel del mar.

—Es de Pontevedra. ¿Mantiene algún tipo de relación con la ciudad?

—Pontevedra es mi hogar, donde viví hasta los 18 años, cuando me fui a Madrid a estudiar. Desde entonces mi trayectoria ha pasado por ciudades como Lisboa, Santiago de Chile, Tokio o Boston. A menudo bromeo con mi familia asegurándoles que estoy emprendiendo el camino de vuelta, pero por el otro lado del globo. En el medio-largo plazo me gustaría regresar y aportar mi granito de arena, tratando de poner todo este conocimiento al servicio de la sociedad. Creo que en Galicia están sucediendo cosas muy interesantes en el plano de la arquitectura, el urbanismo y la sostenibilidad. Sin embargo, en lo relacionado con la escala territorial, sigue habiendo tareas pendientes, como han demostrado los incendios forestales de los pasados días.