Manuel Picón, uno de los fundadores del hoy Grupo de Acción Rápida, recibirá el cariño de sus allegados el próximo 11 de octubre
07 oct 2022 . Actualizado a las 19:36 h.Cuando el pasado 6 de septiembre acudió a la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra, Manuel Picón Sánchez (1957, Solana de los Barros, Badajoz) dejó atrás una etapa que había comenzado a finales de la década de los setenta. El próximo 11 de octubre, víspera del Día del Pilar, patrona del instituto armado, se le dispensará un homenaje en el Club Deportivo Militar de Campolongo.
En esta localidad extremeña de poco más de 2.600 vecinos conserva la casa familiar, algunos olivos y viñas. Hijo del cuerpo, con 3 años su padre fue destinado a Buñuel, en Navarra, donde permaneció una década, una época de la que aún conserva amigos.
El siguiente destino de su progenitor fue el primer contacto de Manuel Picón con Pontevedra: «Fue en lo que antes se conocía como brigadilla de la Renfe, una brigada de información en la que iban de paisano, policía judicial y llevaban todo lo que había de robos, instruir diligencias, accidentes...», señala, al tiempo que recuerda cómo continuó los estudios en el Santa Irene de Vigo hasta que decidió seguir los pasos de su padre en el instituto armado.
Entre medias, Picón se destacó en la práctica de deportes llegando a ser seis o siete veces campeón gallego de lucha grecorromana, sambo o libre olímpica, así como atesora segundos y terceros puestos en el Campeonato de España. De hecho, participó en la Copa del Mundo de sambo, un torneo que daba el pasaporte olímpico a los mejores. «Ya estaba en la Guardia Civil y no tenía entrenamiento. Era muy joven, debía tener 22 años y llevaba un año sin entrenar, no había posibilidades», incide sin perder la sonrisa.
Lucha antiterrorista
Picón entró en la Guardia Civil en la que todos los agentes eran siempre destinados al País Vasco. Su primera parada fue Bilbao, donde su afición por los deportes de contacto determinaría que terminase en la UAR, la Unidad Antiterrorista Rural, el germen de lo que tiempo después sería una de las puntas de lanza en la lucha contra ETA. «Eramos una sección de 30 y cada uno era especialista en algo», precisa.
Llevaba apenas un año en esta unidad cuando el entonces ministro del Interior, Juan José Rosón, y el director general de la Guardia Civil, José Luis Aramburu Topete, quien llegaría a enfrentarse siendo general a Tejero a las puertas del Congreso el 23F, decidieron reforzar el UAR creando tres compañías. En Argamasilla de Alba, «donde Cervantes escribió El Quijote, fue donde se fundó y se gestó el GAR, que hoy se llama Grupo de Acción Rápida. Fuimos los monitores de la primera promoción, fundadores...».
Estuvo adscrito al GAR hasta 1986, circunstancia que le hizo vivir lo que se conoce como los años de plomo. «Fueron muy duros. Muchos compañeros murieron, no del GAR, pero sí de los cuarteles. Todos las semanas dos, tres... De hecho, la intención es que el curso del GAR se acabara en el verano del 80, pero se adelantó a febrero por el atentado de Ispáster. Mataron a seis guardias que iban escoltando explosivos. ETA los barrió en tiro cruzado y asesinaron a todos», refiere endureciendo el rostro, al tiempo que remarca que «teníamos mucho tesón y mucho corazón. Los tenientes que tuve por aquella son ahora generales».
Regreso a Pontevedra
En 1988 regresó a las Rías Baixas, concretamente a O Grove, donde permaneció unos dos años. La detención de un atracador muy famoso de aquellos años al que apodaban Chema, el Policía determinó la siguiente etapa de Manuel Picón en el cuerpo.
«Atracaba por toda Galicia, menos en O Grove. Le llamaban así porque iba con unas gafas Rayban, una cazadora de cuero y un revolver. Era un tipo muy amable. El caso es que un compañero y yo le entramos y en el maletero del coche tenía de todo, y luego las armas en un monte, escondidas». Investigaciones como esta hicieron que la unidad de Información se empezara a fijar en él, de tal modo que en 1990 ocupó un puesto en el que permaneció hasta su jubilación, 32 años y unos meses.
Esta unidad se destaca «por trabajar en la sombra», aunque sus cometidos han variado sustancialmente desde que Manuel Picón aterrizó en ella. Así, «nada más llegar me metieron en una operación de venta de heroína en Cangas, que intervinimos un compañero y yo ciento y pico gramos de esta droga y treinta de cocaína. Y a partir de ahí, me convertí en un antidrogas y en un anticontrabando de tabaco», refiere reseñando que «creo que seguimos teniendo el récord del mayor decomiso de heroína de Europa, que lo hicimos en Madrid y en el polígono de O Porriño, y sí tengo el orgullo y el honor de la mayor aprehensión de cocaína, creo que de momento no se ha superado, que fue la de los cinco mil kilos del Abrente».
De aquellas vigilancias, recuerda como un narcotraficante «muy famoso» que, sospechando que tenía el teléfono pinchado, gustaba de hacer el amor con su mujer con el terminal descolgado. «‘¿Me estáis escuchando, cabrones?', decía. Nos fastidiaba, no porque lo escucháramos, sino porque se acababa la cinta de grabación y tenías que desplazarte para cambiarla», apunta.
Su nombre estuvo vinculado a otras grandes operativos antidroga en Pontevedra y más allá de las fronteras de las Rías Baixas hasta que los mandos decidieron que Información dejase la lucha contra el tráfico de drogas a otras unidades de la Guardia Civil.
Picón entonces se especializó en los conflictos sociales y laborales. Y todo ello sin descuidar la seguridad ciudadana como prueba el hecho un relativamente reciente operativo responsable de una de las grandes investigaciones originadas en Pontevedra contra el tráfico de armas «con la aprehensión de decenas y decenas de armas», subraya precisando que su intención es la de, «estos primeros meses, descansar, ponerme en forma y estar con mi mujer, que está destinada en la provincia de Zaragoza».
«Tengo varios proyectos. No sé si me saldrán bien o me saldrán mal», señala consciente de que en Pontevedra queda «un sustituto muy bueno, hemos estado trabajando codo con codo y yo voy a seguir ayudando, colaborando en lo que pueda. Información queda en muy buenas manos. Hay una gran capitán, Ana, y un gran equipo, muy técnico, joven, muy activo y con muy buenos medios en beneficio de la sociedad», incide aludiendo, de igual modo, a la plana de la Comandancia.
Asimismo, y «como hice en Ponte a Conducir, quiero emplear todo lo que he aprendido en estos 45 años para el bien de todo el mundo», concluye.