El puerto que dio esplendor medieval a Pontevedra recuerda a los 21 ahogados del Villa de Pitanxo

Lars Christian Casares Berg
Ch. casares PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Ramón Leiro

Los familiares destaparon en As Corbaceiras una placa como la de Marín que recuerda los nombres de las víctimas del naufragio en Terranova

20 feb 2023 . Actualizado a las 09:20 h.

Hay silencios que amplifican sonidos que de otra manera pasan desapercibidos. Sucedió ayer en As Corbaceiras, en los vestigios de lo que fue el puerto medieval que dio esplendor a Pontevedra. Una placa recuerda allí ahora a los 21 fallecidos en el naufragio del Villa de Pitanxo, que yace bajo el mar, a doscientas cincuenta millas de Canada, quizá todavía con doce de los tripulantes en su interior. Ese mar que se tragó al pesquero hace un año era ayer en As Corbaceiras bien distinto, silencioso, respetuoso con el acto de recuerdo a las víctimas. Cuando remató, en un silencio como solo se da en los duelos, los piragüistas que la casualidad hizo que pasasen por allí, hundiendo sus palas en el agua. Fue lo único que lo quebró.

También hay músicas que intensifican los sentimentos. Y eso sucedió antes en As Corbaceiras. El dúo de violoncelos de Margarida Mariño y Alejandro Costas cerraron el acto interpretando Negra sombra entre las lágrimas desconsoladas de Jeanette, hija mayor de Edemon Okutu, contramaestre del Villa de Pitanxo, que dejó en tierra a su mujer y sus tres hijas, la más pequeña de tan solo siete meses. Jeanette había sacado fuerza unos minutos antes para dar las gracias a los asistentes por el homenaje y recordar a su padre y a todos los 21. «Siempre con vosotros, pero sin vosotros», dijo emocionada. Marisa Rojas perdió a Rogelio Franco en el naufragio. Apensa pudo simplemente agradecer el homenaje.

María José de Pazo, portavoz de las familias, solo unas horas después de destapar, en la tarde del viernes, una placa gemela en Marín, en la bocana del puerto del que partía simpre el Villa de Pitanxo y al que nunca volvió, insistió en la importancia que tienen estos homenajes por la «visibilización que consiguen» de la tragedia, lo que significó y lo que los huérfanos y las viudas quieren que signifique en un futuro: el cambio en las formas de proceder ante los naufragios y la investigación a fondo de los mismos. Acompañaron a las familias el alcalde, Miguel Anxo Ferández Lores, el líder de la oposición, Rafa Domínguez, y varios miembros de la corporación, además de la subdelegada del Gobierno, Maica Larriba, el cónsul de Perú, y otras autoridades.

Lores insistió en el apoyo a las familias. «Compartimos a súa tristeza e apoiamos a súa loita», aseguró. Solo pronunció unas palabras más para destacar el lugar en el que ahora se les recuerda. «O máis axeitado, o porto medieval que fixo un día a Pontevedra a cidade máis importante de Galicia. O mar deunos moitas alegrías e moitas tristuras, sen dúbida, esta, unha das mais fondas», dijo en relación al naufragio del Pitanxo. Luego sonaron los violoncelos, brotaron las lágrimas y se hizo el silencio roto solo por un sonido en el mar que esta vez sí, traía la alegría sana del deporte a bordo de unas piraguas.