El drama invisible que habita en el piso de arriba de un edificio de Poio

PONTEVEDRA

Los vecinos no pueden más en un inmueble en el que un residente distorsiona la realidad y cree que vive con un grupo de delincuentes, aunque la policía se lo niegue mil veces
15 mar 2023 . Actualizado a las 20:05 h.La escalera es estrecha y el inmueble antiguo, pequeño y con más aire de casa dividida en cachitos que de edificio convencional. Llegan los dedos de las manos para contar las puertas y las plantas que hay. A media mañana, no se escucha un solo ruido. Los vecinos que salen al rellano hablan entre susurros, caminan de puntillas y prefieren no contar nada hasta entrar en casa y asegurarse de que la puerta está bien cerrada. ¿Por qué tanta cautela y tanto misterio? Una mujer que lleva casi sesenta años, toda su vida, residiendo ahí intenta explicarlo, pero solo puede llorar. Otro habla por ella: «Esto no es un edificio normal, es un sinvivir, una pesadilla. No podemos más». Cuentan entonces lo que sucede con un vecino, que va más allá de que sea una persona problemática, tal y como luego confirma la policía, porque lo que le ocurre y lo que le hace pasar a los demás tiene un nombre más fuerte: drama humano.
Todo empezó en el 2019, cuando un hombre se mudó en solitario a esta pequeña comunidad de vecinos para vivir en uno de los pisos más altos. Poco después de llegar, las visitas de madrugada de la Guardia Civil de Pontevedra comenzaron a sucederse en este inmueble. Los vecinos no entendían qué era lo que pasaba. Hasta que se enteraron de que este nuevo residente era el que llamaba cada noche para denunciar que los demás hacían ruido, montaban fiestas o incluso se ponían a levantar el suelo con maquinaria estruendosa en plena madrugada. Los agentes, una y otra vez, acudían al inmueble, llamaban a las puertas y comprobaban que todo estaba en silencio. Y que, por supuesto, ni había fiesta ni taladros funcionando a deshora. Al principio, la principal molestia era esa, que cada cada pocos días tenían que saltar de la cama porque la guardia civil tocaba a la puerta para avisar de que un vecino se quejaba, aunque luego no se detectaban esos ruidos que él percibía. Pero pronto pasaron cosas más graves.
Unos y otros explican que el hombre se empeña en escudriñar en sus vidas; grabándolos o sacándoles fotos. Se apuesta en las escaleras y hace fotos o toma imágenes desde la ventana cuando entran y salen. Algunos indican que llegó a seguirles por la calle, hasta sus trabajos. La sensación de tener una sombra constante hizo que una vecina, que vivía con dos hijas menores, se marchase del edificio después de tener que denunciar a esta persona por seguirles la pista día tras día. Hay otra pensando en vender su casa porque tiene miedo cada vez que entra y sale: «Nos está esperando, vigila todo lo que hacemos. No puede venir nadie a casa... así no se puede vivir. El día de Fin de Año llegamos a casa después de cenar y nos lo encontramos delante de la puerta de nuestro piso, esperándonos», dice.
Ya en el 2021, viendo que los problemas con esta persona no iban a menos sino a más, los vecinos comenzaron a dar cuenta de lo que estaba pasando. Lo sabe bien la Policía Local de Poio, que llegó a tramitar denuncias contra este vecino por amenazas, coacciones y acoso y que dio parte de las diligencias al juzgado. También alertaron a Servizos Sociais, porque el hombre llegó a estar viviendo sin agua y sin luz. Pero, aunque desde todas las instancias les dan la razón y se hacen cargo de su calvario, «nadie hace nada que pare ya esta situación», tal y como denuncian los afectados.
Antonio Duarte, jefe de la Policía Local de Poio, señala: «Coñecemos a situación e fixemos todo o que estaba na nosa man, porque xa hai moito tempo que demos parte ao xulgado. Non é o único caso similar ao que nos enfrontamos. E entendemos que os veciños teñan medo. O único que podemos ofrecerlles nós é que ante a mínima situación de perigo ou o menor problema nos chamen, aínda que teña que ser a diario». Luego, indica: «Son situacións moi complexas e, desafortunadamente, adoitan tardar tempo en resolverse. Insístolle aos veciños en que nos chamen sempre».
Los encontronazos en los rellanos se suceden cada pocos días. Y todos temen que un día pase algo grave, incluso irreversible. Sobre todo porque hace unos días este hombre cruzó otra nueva línea. Comenzó a contar en las redes sociales, en las que acumula miles de seguidores, que lo están acosando sus vecinos. En unos vídeos tan surrealistas como dramáticos, el hombre narra historias que, tal y como comprobó muchas veces la policía, son pura fantasía. Habla de que sus vecinos forman un grupo de delincuencia, los acusa de vender droga, de vivir para emborracharse a diario o de cometer otros delitos. Dice también que hay una conspiración contra él y, dando nombres, apellidos y todo tipo de datos personales y hasta íntimos, insulta a los que residen en su mismo edificio. A veces reconoce que los espía y graba y otras veces lo niega rotundamente. Incluso llega a dar cuenta de las personas que entran o salen del inmueble, y explica que las tiene fichadas y sabe a qué piso van, qué hacen... La cosa llega a tal punto que algunos de los vecinos ya no reciben visitas: «¿Cómo vamos a traer a alguien a casa? Aquí ya no puede venir nadie»
También carga duramente, ofreciendo todos sus datos, contra el jefe de la Policía Local de Poio, algunos cargos de la Guardia Civil o los responsables del gobierno local. Su discurso se basa en que todos están compinchados para dejar actuar a sus vecinos delincuentes y que sigan amargándole la existencia. Y, aunque no paga los recibos de la comunidad, también insiste en que lo estafan y que piden dinero de derramas que en realidad no es para financiar obras, sino para otros fines.
Los vecinos son conscientes de que haciendo público lo que ocurre en el edificio quizás empeore la situación, porque a veces creen que este vecino se crece con la notoriedad. Pero lo hacen porque ya no saben a qué puerta tocar. Ahora van a ir directamente a poner una denuncia al juzgado, después de vagar por las dependencias policiales sin mucho éxito. Esperan que la solución que llevan buscando desde hace demasiado tiempo no llegue tarde. Para ellos y para su vecino.