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Bordados artísticos desde Pontevedra con trascendencia social

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

La mexicana Maritza Berttolini, quien se asentó en la ciudad del Lérez atraída por su oferta cultural, apuesta por el bordado como forma de expresar su creatividad e insiste en desterrar todos los tópicos

26 abr 2023 . Actualizado a las 10:55 h.

Como la propia Maritza Berttolini (Villahermosa, Tabasco, 1967) reconoce, el bordado le viene de cuna. A fin de cuentas, su madre ya bordaba, aunque, tal y como aclara, no tenía una dimensión artística en el sentido de vivir de ello, pero, «desde niña, también quiso estudiar bellas artes. Lo que pasa es que no pudo, pero siempre se ha dedicado a pintar, a bordar, y es algo que nos transmitió. Ella lo hace como hobby».

Formada en la Facultad de Bellas Artes de Puebla, en su México natal, donde «inconscientemente metía algún bordado en pinturas o grabados», si bien «no lo usaba como elemento principal». Todo cambió en el momento en que asumió que era con lo que se encontraba a gusto.

Hace cinco años, y gracias a una residencia artística, recaló en Galicia y se asentó. Los primeros meses los disfrutó en un pueblo de la provincia de Ourense, si bien finalmente, cuatro años atrás, se estableció en Pontevedra atraída por la oferta cultural de la ciudad del Lérez y del hecho de que sea sede de la Facultade de Belas Artes.

Eso sí, no oculta el hecho de que mucha gente aún se sorprende cuando descubren el bordado como corriente artística, toda vez que siguen estando muy presentes en la sociedad tópicos —en algunos casos, machistas— que asocian esta técnica «a cosas que haces en casa, las labores domésticas y sí que sorprende. Hay mucha gente que no se termina de creer del todo que se puede vivir de ello y que, además, puede ser una vertiente artística». Y es que, como apunta, «cuando se habla de arte, de exposiciones y de galerías se les suele asociar más como la pintura, por ejemplo, u otros más tradicionales. Hay que reivindicar que el bordado está a la misma altura».

En este sentido, el Museo de Pontevedra se sumó, por decirlo de alguno manera, a esta reivindicación organizando a principios de año un taller de bordado como técnica pictórica, que dirigió la propia Maritza Berttolini. Desde la entidad provincial reseñaron entonces que «o fío e a agulla se empregan como ferramentas para transformar unha ilustración 2D noutra con volume e texturas, utilizando como base o téxtil». Y como punto de partida de esta iniciativa, una serie de obras firmadas por Castelao, Carlos Maside o Urbano Lugrís.

«Tuvo un recibimiento enorme. Me estuvieron comentando los del Museo que fue el taller para adultos que ha tenido más lista de espera. Se agotaron las plazas en quince minutos. Creo que había 130 y yo tenía cupo para cada taller de doce. A la gente le llamaba la atención hacer un taller de este tipo o conocer más sobre la técnica», destaca insistiendo en la necesidad de desterrar la idea del bordado como algo propio y exclusivo del hogar. «Al final cuando conoces a otra gente que también lo hace, se crea comunidad», subraya.

CAPOTILLO

Está convencida de que cualquier técnica de bordado tiene potencial para generar obras de arte: «Depende de cómo se enfoca, cómo lo lleva, qué es lo que se quiere decir, la intención... Creo que sí, que todo tiene cabida».

Vertiente social

Maritza Berttolini, además de la artística, dota a su obra de una dimensión social a través de una serie de talleres que, en la actualidad, «están enfocados en mujeres a partir de 50 años». El origen de esta iniciativa fue una serie de comentarios que se repetían en los obradorios que realiza desde hace años y a través de los cuales muchas mujeres le comentaban que «se encontraban solas, que necesitaban un espacio donde coincidir con otras mujeres de su misma edad», señala apuntando que también dirige un club de bordado feminista en la ciudad de Pontevedra.

En breve, dirigirá un taller de bordado para mujeres emprendedoras en el Coliving de Anceu, una localidad A Lama. Será «un taller feminista de bordado. Vamos a intentar juntar a estas mujeres jóvenes con las señoras del pueblo y contar las historias de estas últimas a través del bordado». Maritza Berttolini tiene claro que «ya no hay mucho espacio para las cosas hechas a mano. Estamos en una sociedad en la que estás todo el tiempo con los móviles. Es la era digital», precisa mostrando su apuesta por «reconectar con las técnicas tradicionales y, además, el bordado requiere muchísimo tiempo, muchísimas horas, mucha paciencia...»

Y todo ello sin perder de vista que «las mujeres mayores son las que toda su vida se han dedicado estas técnicas. Hay un puente que se puede conectar» entre las distintas generaciones.

Otros proyectos, más o menos, inmediatos que tiene por delante son un par de residencias artísticas. En junio, se desplazará a Marruecos «a hacer un proyecto con una fundación de allí. Es una residencia de mural», señala precisando que, un mes después, acudirá a Zúrich «donde realizaré un par de piezas bordadas».