Negocios que buscan quién los quiera en Pontevedra: «Ti es de todos, non podes pechar»

PONTEVEDRA

Los empresarios que se jubilan echan de menos «implicación» en las ofertas que reciben
04 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando José Luis Estévez estaba hace unos días subiendo la verja de su negocio se le acercó una vecina del barrio de Campolongo a preguntarle si era verdad que iba a cerrar. Los letreros sobre los escaparates de Follas Verdes anunciaban su venta, pero «ti non podes pechar porque es de todos». Esas palabras las trae a la memoria desde el interior de su papelería para explicar cómo se siente a tan solo una semana de que llegue la fecha de jubilación. «Aínda vou chorar un pouco cando o vexa noutras mans», apunta Estévez Filgueira, que se estableció en el barrio en 1987. Hace 36 años que acude a diario a abrir un quiosco, que dio sus primeros pasos como papelería y librería. Hoy tiene algo de buena parte de sus vecinos.
En sus estanterías hay casetes y cintas VHS, pero también libros y recuerdos que alguien dona para que José Luis los venda o los regale, como hace alguna vez con una mesa que coloca en su puerta. Quiere venderlo porque alquilarlo le da muchos quebraderos de cabeza, pero le está costando encontrar quien le siga el ritmo. Si no aparece, prolongará su vida laboral, pero el barrio no se quedará sin Follas Verdes.
Su quiosco es la sala de estar de Campolongo. A él acuden para tener una buena conversación, pero también para que le eche una mano con gestiones. «Como manexo ben o ordenador, pídenme que lles faga os pedidos a Amazon ou algunha cita da ITV ou do médico. Ademais, aquí chegan os paquetes de todos porque sempre hai alguén», apunta José Luis, que en estos 36 años solo cierra los días que no hay periódico y alguna semana que coge para descansar de forma ocasional. Su negocio es de estar al pie del cañón, como el de Margarita Boullosa, la dueña de la papelería La Pipa. Su despertador suena todos los días a las seis y media de la mañana. Es la primera en abrir en la zona de Rosalía de Castro y una parada obligada para quienes quieren comprar el periódico. Lleva desde noviembre del 2000 en Gagos de Mendoza, pero suma en total 50 años cotizados. El 22 de agosto se jubila. No puede decirlo sin sonreír. Ya piensa en cómo va a organizar el huerto y las flores de su casa. «Solo me salen en el móvil vídeos de jardines», dice con humor.

Antes de llegar a esa fecha quiere que La Pipa siga dando un servicio esencial en el barrio, pero no encuentra relevo. El cartel de liquidación ya está en su escaparate desde hace semanas. Y ha habido algún interés, pero asegura que a la gente le tira para atrás tener que abrir todos los días. «El sábado y el domingo por la mañana son los días que más trabajamos. Vendemos muchos periódicos», apunta Marga Boullosa, que espera que antes de agosto pueda llegar a un acuerdo con algún emprendedor que se implique. Hasta la crisis tuvo una empleada y se turnaban para abrir los fines de semana, pero desde entonces está ella sola al frente de una librería papelería con prensa y juguetes educativos.
Como en Follas Verdes también es habitual que La Pipa sea escenario de las conversaciones del barrio. Es raro que no haya dentro alguna tertulia de actualidad en un año en el que los titulares dan para mucho. «O entorno non me chama papá, pero case», dice con humor José Luis Estévez. Ha visto como los críos a los que vendía material escolar son hoy padres de familia que siguen pasando por la papelería. Algunos incluso siguen llevando las cintas VHS que llenan una de las estanterías.

Servando Ferrón y María Teresa Losada completan esta nómina de próximos jubilados que buscan relevo. Llevan desde hace 14 años A Parrilla de Servando en la calle Uxío Novoneyra. Hace unas semanas que anunciaron el traspaso. A María Teresa le toca jubilarse el 31 de mayo y a él le falta algo más de un año. Tienen un mes para encontrar quién los sustituya. Su hija se mudará a Barcelona y a este matrimonio le toca descansar. «Hay interesados, pero quiero que lo lleve alguien que se implique. Nosotros ofrecemos producto fresco, vamos al mercado cada día y tenemos una carta corta porque estamos en constante renovación», apunta Servando, que no entiende como no le llueven las ofertas: «El alquiler es asequible, la ubicación es buena y cuenta con una clientela hecha desde hace años. Lo único que tienen es que tener ganas y que cada uno haga su aporte personal».
Estos tres empresarios al borde de la jubilación echan de menos ofertas que le permitan dar una segunda vida a negocios con historia. Ellos los sacaron adelante durante décadas y en los tres casos, viven de ellos. De estos tres, solo José Luis estaría dispuesto a aplazar una jubilación que tendría que llegar el 12 de mayo. «Aquí o paso ben e me gusta o que fago», lanza como gancho a quienes quieran coger el relevo del «padre» del barrio.