Lieven Scheerlinck: «Soy como la gran mayoría de músicos que vamos a tocar más en sótanos húmedos para dos personas que en grandes estadios»
PONTEVEDRA
Lieven Scheerlinck ofrecerá este sábado una sesión vermú en O Panderetas para presentar su libro
13 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Dulce derrota es más que la autobiografía de Lieven Scheerlinck, a Singer of Songs, es un canto a la música y a los músico, un descenso a lo primigenio de la industria musical, a los conciertos en bares y sótanos donde, en ocasiones, el público se cuenta con los dedos de la mano. «Normalmente las autobiografías de músicos hablan del éxito. Y yo no empecé a escribir pensando en eso. Yo no soy un músico exitoso. Hago mi música, pero soy pequeñito. A mí no me llaman para hacer grandes cosas. Soy como la gran mayoría de músicos que vamos a tocar más en sótanos húmedos para dos personas que en grandes estadios», remarca.
Fue entonces cuando asumió que «en mi vida he tenido como algunas oportunidades. ¿Sabes cuando Iniesta tenía que marcar el gol para el Mundial y lo metió? Pues yo no lo he metido. Tengo esta sensación, la de que estuve solo delante del portero un par de veces y las he fallado. Ya llegar solo ante el portero es chulo, pero lo fallé», señala precisando que el título de Dulce derrota hace alusión precisamente al hecho de que tiene la sensación que en su caso «es más derrota que victoria, pero a la vez es dulce. Me lo he pasado muy bien. Me comunico a través de mi música, sé que he encontrado a gente y he hecho una pequeña comunidad. Venir a Galicia a dar tres conciertos y que la gente va a venir... Esta es la parte dulce»
Nacido, como él mismo apunta, en un pueblo belga llegó un momento en que sintió la necesidad de escapar. «Acabe en Barcelona, más que nada, porque no quería seguir en Bélgica. Mi hermano dijo un día ‘me voy para Barcelona' y yo me metí en la furgoneta casi como un polizón», apunta antes de precisar que fue en la ciudad condal que conoció a su mujer, Rosa, que «es de Pontevedra, entre Pontevedra y Sabarís».
Precisamente fue esta última quien le descubrió lo que este músico no duda en definir como «un amor a primera vista», Galicia. Le propusieron tocar en la comunidad, un espacio que, en aquel momento, reconoce que le quedaba muy lejos —«había estado una vez por trabajo, pero había sido una visita de una noche»—, pero fue llegar y surgió el idilio con esta tierra.
«Encuentro que Galicia tiene esa mezcla de lo latino, del sur, que como del norte me gusta, pero también tiene esa raíz un poco del norte en la que me reconozco mucho. Me siento muy a gusto. De hecho, tengo más morriña que mi mujer. Cuando tenemos que regresar a Barcelona es ella la que tiene ganas de volver al lío y yo, como ‘nos quedamos un poco más'. Voy buscando excusas para venir», añade al respecto.
Origen del libro
Después de los conciertos, la gente venía todo el mundo y me decía lo mismo, me decía que la música está muy bien, pero tus historias... Yo decidí tomármelo como un cumplido. Soy un cantautor y para mí las letras son muy importantes, pero al cantar en inglés y tocar en un país donde el inglés no es primer idioma, a veces cuesta que la letra llegue. Decidí contar un poco de que iba la canción, de dónde venía, por que la había escrito. Al final, lo de las historias se ha convertido en algo bastante importante en mis conciertos. Hace tres años, la pandemia tampoco tuvo mucho que ver porque fue un poco antes, me dije ‘voy a escribir una historia de estas'. Y escribí otra, y otra... Terminé asumiendo que era un libro, lo empecé a moldear y después de dos años de escritura tenía el libro».
Y dado que su génesis se produjo sobre un escenario, Lieven ha optado por presentarlo, no en librerías, sino en espacios vinculados con los conciertos. De este modo, este sábado, ofrecerá una sesión vermú en O Panderetas a partir de las 13.30 horas.
A la pregunta de si prefiere este horario u otro tradicionalmente más propio de un concierto. Lieven Scheerlinck responde a la gallega: «Las dos cosas. Si es un lugar bonito, la luz de día me gusta mucho porque la gente está más relajada. Como mis conciertos son conversación también, me gusta mucho que el público participe. Y de noche es un poco otro rollo, prima más la música».
Futbolero y del Barça
Algo que se percibe conversando con Lieven Scheerlinck es que el fútbol es otra de sus pasiones. «Sí, soy muy futbolero. Soy muy del Barça».
Curiosamente fue su afición por el balompié lo que le abrió las puertas del mundo de la música. Así, tras precisar que su padre era un enamorado del fútbol holandés —«no veíamos el fútbol belga, mirábamos del fútbol holandés. Mi padre muy del Ajax, de Cruyff y de toda esa filosofía—, recuerda cómo «decidí ser músico en un concurso de playback».
De niño, el equipo de fútbol en el que jugaba necesitaba recaudar fondos, por lo que al presidente optó por hacer un concurso de playbacks. Era finales de los 80 y era algo que estaba de moda, «y así vienen todos los padres, se emborrachan en la cafetería y tenemos dinero para echar gasolina al cortacésped». Lieven Scheerlinck y cuatro amigos estuvieron dudando entre varias opciones porque, ironiza, «queríamos quedar como machotes. Madonna, no».
«The Final Countdown»
Era la época en la que Europe arrasaba con su The final countdown, por lo que se decantaron por emular a la banda sueca. «Me pedí el teclado y mi padre, que era carpintero, me hizo como un trozo de madera, pintamos unas teclas. Yo era muy pequeñito. Era poca cosa. Era un niño muy inseguro y quería formar parte... Jugaba al fútbol, pero no lo suficientemente bien. Siempre intentaba encajar. Me acuerdo todavía de aquello, de estar haciendo ese playback tonto, pero decir ‘¡cómo mola esto!'. Sentí por primera vez que era algo más, un poco más fuerte de lo que era. Me gustó mucho».
Desde entonces The final countdown le evoca el principio de todo, «que está lejísimos. Es nostalgia. No puedo negarlo. Pero, bueno, es mejor que Rick Astley, George Michael o Wham!... que veo Wham!...».
En cuanto a su estilo, lo circunscribe al indie folk: «Es un folk muy basado en raíces anglosajonas porque la mayoría de la música que escucho es anglosajona», incide sin obviar que Jacques Brel, «como belga, me encanta. Me parece un tío increíble».