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Los desayunos y comidas «chingonas» de Natali y Jorge, dos mexicanos que llegaron a Pontevedra para dar una vida segura a su hijo

Nieves D. Amil
Nieves D. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Abren este sábado Casa Maya en Virgen del Camino para hacer viajar a sus clientes al país azteca después de triunfar en Arcade con El Meji

17 jun 2023 . Actualizado a las 18:55 h.

Jorge y Natali hace cinco años que hicieron las maletas. Dejaron Ciudad de México y se instalaron en Arcade, donde el padre de ella tenía vínculos antes de irse a hacer las Américas. Ella nació al otro lado del Atlántico y es hija de padres pontevedreses, pero tiene ese acento entre mexicano y gallego que lleva a partes iguales en su ADN. De él le enamoraron esos ojos tapatíes que tienen los naturales de Guadalajara. La inseguridad del país azteca hizo que esta pareja hiciese una inmigración a la inversa. Querían ser padres y deseaban que su hijo creciese con la libertad que tienen aquí. Así que hace cinco años dieron a sus familias la alegría de que se trasladarían a España, concretamente a Soutomaior, un municipio pequeño que nada tiene que ver con el ajetreo de Ciudad de México. Ellos son felices, pero echaban de menos la comida de su país. Recorrían restaurantes y les gustaban, pero lo que querían era viajar a Centroamérica con el paladar. Así que lo vieron claro. Abrirían su propio restaurante, pero no sería como el resto. Se podría desayunar, comer, merendar y cenar. «Nos llamó la atención que aquí solo se tomase un café y algo dulce por la mañana, pero en México se desayuna chingón. Hay tamales, chilaquiles o huevos divorciados», explica Jorge, que será el que se meta en la cocina de Casa Maya de Pontevedra.

Antes de abrir hoy su negocio en Virgen del Camino, empezaron con un restaurante (El Meji)  algo más pequeño en Arcade. «Teníamos tantos clientes de Pontevedra que nos animamos a trasladarnos a la ciudad», explica Natali, que cuenta que hace unas semanas cerraron el de Soutomaior y comenzaron las obras en un local que recrea en su interior la selva maya. Ella estará en sala y Jorge, en la cocina. Aprendió la esencia de la cocina mexicana junto a su abuelo Alfonso. Nunca había probado a ponerse el mandil de chef, pero lo intentó en Arcade y el resultado le sorprendió. «Cuando llegan los clientes lo primero que les digo es '¿están preparados para viajar a México?'», reconoce Jorge. Y viajan. Vaya si lo hacen: «Un chico maya pintó los cuadros del local y cuando probó la comida, dijo que era como estar en casa».

Ahora podrán hacerlo desde el desayuno a la cena. «La materia prima la traemos de allá, salvo la carne, que la gallega es bastante mejor», comenta Jorge, mientras muestra la preparación de cochinita pibil. 

En estos cinco años que llevan en España no han podido volver a México. La madre de Jorge vino estos días para ayudarle con su hijo, un crío alegre que corretea por el local mientras se ultiman los preparativos. La familia de Natalí llegará en unas semanas. «Hemos trabajado mucho para poder estar aquí y no pudimos viajar», apunta ella, que echa de menos las playas de Veracruz. En Galicia todavía conserva algunos tíos y su abuela, así que se siente arropada por ellos. Jorge no conocía nada de Pontevedra, pero en estos cinco años hasta ha aprendido a hablar gallego.Y es que antes de montar el restaurante trabajó vendiendo seguros en el rural.

Desde hoy se vuelve a enfundar la chaquetilla de cocinero para servir en su selva maya lo que aprendió cerca del abuelo Alfonso. Y como en la casa de sus abuelos, también habrá una zona para que los más pequeños puedan jugar. Porque lo que pretenden es que Casa Maya sea el hogar de muchos pontevedreses que quieran visitar la selva maya a cualquier hora del día, incluso antes de ir a trabajar.