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La aventura en Roma de Hugo: se va de Erasmus en furgoneta, le roban hasta los calzoncillos y todo el mundo le quiere mandar dinero

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Hugo, con su vecina de Portonovo Asun, que se enteró del robo, estaba de vacaciones en Roma y enseguida le llamó para quedar y que se olvidase del percance.
Hugo, con su vecina de Portonovo Asun, que se enteró del robo, estaba de vacaciones en Roma y enseguida le llamó para quedar y que se olvidase del percance. Cedida

Profesor de teatro y personaje donde los haya, este vecino de Sanxenxo, que cuenta sus peripecias con mucho humor en las redes, bromeó con hacer una colecta tras sufrir un robo en Italia. Ahora está emocionado por cómo respondió su gente

05 sep 2023 . Actualizado a las 19:47 h.

Llegar a un país que no es el tuyo, que la primera noche te roben y que te quedes prácticamente con lo puesto es, sin duda alguna, un mal trago. Pero si eso le ocurre a Hugo Andrade, vecino de Portonovo (Sanxenxo), profesor de teatro y a la vez personaje cómico donde los haya, está claro que ese drama acabará transformándose en humor ácido como mínimo. Porque así es Hugo, puro teatro. Coge el teléfono desde Roma para contar toda su aventura y desventura; la misma que ha ido narrando estos días en las redes sociales con su particular humor, «sacándole punta a todo» y que ha hecho que muchos amigos, alumnos y vecinos quieran enviarle dinero tras lo que le ocurrió en la capital italiana. Pero no. Hugo dice que la situación no es tan dramática como para necesitar una colecta, aunque la reacción de su gente ha hecho que se le encoja el corazón de la emoción

Vayamos primero con la aventura para llegar a la desventura del robo. Hugo, natural de Portonovo, se subió al escenario por primera vez a los diez años para hacer teatro. Y ya nunca se volvió a bajar. Profesor en el instituto Sánchez Cantón, donde colaboraba con una optativa de teatro, alma máter de distintos grupos y copropietario también del longevo negocio Master Discotecas Móviles, es un rostro más que conocido en todas las Rías Baixas, porque sus representaciones nunca suelen pasar desapercibidas, como aquel día en el que él y sus compañeros de la disco se disfrazaron de Beefeaters, se plantaron delante del pazo de la Diputación con el God save the queen a toda mecha y los turistas se sacaban fotos con ellos porque pensaban que eran la guardia real de la institución provincial. Además, de un tiempo a esta parte Hugo también se prodiga mucho en las redes sociales, donde le echa humor a su existencia.

Fue ahí donde contó que se iba de aventura a Roma. Con 39 años ya cumplidos y la ansiedad apretando su cuerpo por momentos, decidió hacer un paréntesis vital, dejar a un lado durante diez meses sus compromisos en Galicia y marcharse de Erasmus a Roma. ¿Como profesor? No. Como alumno. Porque Hugo también es estudiante del grado de Xestión Cultural de la Universidade de Santiago (del campus de Lugo) así que hará en Italia el tercer curso de esta carrera. 

Hugo Andrade, en un mirador de Roma, con la cúpula del Vaticano al fondo.
Hugo Andrade, en un mirador de Roma, con la cúpula del Vaticano al fondo.

Llegó a hacer una cuenta atrás en sus redes sociales de los días que faltaban para que cogiese su furgoneta, metiese los bártulos dentro y se marchase de Erasmus a Roma, donde alquiló un piso en el que tenía que compartir cuarto de baño con un español, tal y como también narró con envidiable humor. Arrancó hacia Italia la semana pasada. Paró en Vitoria a ver unos amigos y llegó a Cataluña, donde se lanzó a un viaje en ferri de veinte horas para desembarcar en Roma el viernes. Reconoce que no pudo llegar más feliz a la capital italiana. Allí, tenía que pasar una noche en casa de una amiga porque hasta el día siguiente no podía acceder a la vivienda que había alquilado. 

Previamente a todo ello, aparcó su coche con todo el equipaje dentro en una calle en la que había zona azul y que además estaba vigilada. Pero de poco le sirvió la cautela de comprobar que era una zona muy visible. Por la mañana, cuando regresó al lugar donde había estacionado, se encontró la furgoneta con un cristal roto y un palo enorme dentro. Poco a poco fue siendo consciente de que se había quedado prácticamente con lo puesto. Le robaron varias maletas con mucha ropa, de invierno y verano, con numerosas prendas y calzado sin estrenar, hasta con su ropa interior dentro. Y se llevaron también su portátil, otros aparatos electrónicos e incluso la ropa de cama que había llevado para vivir allí. «Me dejaron cuatro pantalones y poco más», cuenta. 

Hugo reconoce que, aunque siempre tira de humor, en el primer vídeo que subió a Instagram tras el robo se le notaba un tanto triste. «Esto ha sido un jarro de agua fría en medio de mi apoteosis romana», contaba entonces. Pero, fiel a su estilo, la pena le duró poco y empezó a sacarle punta a lo que le había pasado: «Resulta que tengo un TOC con las gomas de borrar, que me encantan y las colecciono. Pues se llevaron todas mis gomas. Y, claro, ya dije, pueden dejarme sin nada, pueden llevárselo todo, pero mis gomas no, por favor». De todas formas, aunque poco a poco le fue quitando hierro a su desventura, a su gente le impactó lo sucedido. Entonces, como él había dicho en un vídeo que quizás tendría que pedir bizums o hacer un crowdfunding para recuperar lo perdido, algo que asegura que incluyó para darle dramatismo y comicidad al asunto, le empezaron a llegar mensajes ofreciéndole dinero. «Amigos, alumnos, familiares, vecinos... todo el mundo se volcó. Les dije que no hacía falta, que la situación no es tan crítica, pero hubo unas vecinas de Portonovo que se empeñaron en mandarme dinero. Estoy emocionado e inmensamente agradecido a todo el mundo. No voy a hacer ninguna colecta, porque no es el caso, pero me siento muy, muy halagado. No puedo creerme esta respuesta». 

En medio de todo ese agradecimiento también hubo algún que otro mensaje diciéndole eso de «¿cómo dejaste el equipaje en el coche?». Hugo dice que no quiere escuchar esas advertencias tardías, que en «el pecado va la penitencia» y que se preocupó de aparcar en un sitio seguro, pero tuvo la mala suerte de sufrir un robo. Es un revés en su aventura que, asegura él, no le va a impedir disfrutar de Roma. De hecho, ya lo está haciendo. Se le pide una foto y manda una instantánea llena de sonrisas, al lado de Asun, una vecina de Portonovo que estaba pasando unos días en la capital italiana y que, tras tener noticia del percance de Hugo, le llamó para que pasase el día con ellos y no pensase en el robo. La dolce vita espera a Hugo.