La naturaleza ni perdona ni olvida

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Este tren de borrascas ha vuelto a evidenciar que los errores en la ordenación del territorio se pagan. Incluso en Galicia.

05 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El tren de hasta seis borrascas que nos han sacudido desde mediados de octubre, durante 21 días consecutivos, ha vuelto a poner en evidencia nuestras vergüenzas. No es nuevo. Lamentablemente se repite. Aline, Bernard, Babette, Celine, Ciaran y Domingos nos han dejado cientos de litros de lluvia, rachas de viento de récord y numerosas incidencias que afortunadamente se han saldado de modo incruento, hasta el momento de redactar esta crónica. Incluido el susto del operario de carreteras de Diputación de Pontevedra al que le cayó ayer un árbol encima, en Soutomaior.

Estas borrascas demuestran que los errores continuados en la ordenación del territorio se pagan. También en Galicia. La Naturaleza ni perdona ni olvida. Incluso en una tierra como la nuestra, donde hemos hecho muchas menos burradas urbanísticas y medioambientales que en el Levante o en Andalucía. Sin embargo, no es consuelo que los gallegos estemos máis afeitos a semejante sucesión de adversos porque no disculpa ni disipa las equivocaciones cometidas desde hace décadas.

Obras públicas

Los desbordamientos ocurridos por la confluencia de tanta lluvia con la crecida de los ríos y las mareas vivas en período de luna llena, como ocurrió el pasado fin de semana, han desnudado los riesgos que entrañaban obras públicas concebidas contra la naturaleza. Restamos espacio al mar, constreñimos el cauce de los ríos y generamos rellenos que se oponen a los ciclos naturales, ahora cada vez más imprevistos y abruptos debido al inexorable cambio climático. Que en la ría de Pontevedra la autovía a Marín se inundase por dos días consecutivos en un tramo de dos kilómetros debido a que el mar reclama su antiguo espacio es una señal inequívoca. Supongo que pueden existir soluciones de ingeniería para paliar esa circunstancia que será cada vez más recurrente. Pero imagino que el coste económico que tendría, por ejemplo, levantar la cota de la calzada y el impacto medioambiental que generaría con el consiguiente ruido político, aconsejan desistir.

Las borrascas de estos días han puesto bajo el foco que obras de relleno como el peirao de Combarro, el paseo marítimo de Baltar en Portonovo o desmontes como en la Autovía del Morrazo están igualmente expuestos a sufrir la conjunción de factores que desencadenan.

En suma, la Naturaleza se está encargando en estas semanas de someter a un inesperado control de calidad a muchas de las obras públicas que utilizamos cotidianamente. Ya he leído opiniones publicadas en redes sociales a propósito de la distancia a la que deberían estar los árboles con respecto a tendidos eléctricos, vías de tren, carreteras y hasta calles en núcleos urbanos donde han menudeado los desplomes. Y eso que aquí en Galicia, salvo el susto de Soutomaior, no hemos tenido las desgracias que han causado varias muertes en otras regiones del Estado por la caída de árboles.

Del mismo modo que se reguló para prevenir la extensión de incendios forestales, a lo mejor hay que darle una vuelta a la posibilidad de establecer franjas de seguridad con el arbolado en esas infraestructuras.

Daños colaterales

Pregunto ¿En cuánto estimamos los costes ocasionados a miles de clientes que se han quedado sin suministro eléctrico? ¿Y los sufridos por cientos de usuarios de trenes afectados por tremendos retrasos debidos a cortes de circulación en los corredores ferroviarios de Galicia? Ya no digo nada de los perjuicios para los pasajeros de vuelos cancelados en los tres aeropuertos de la comunidad, muy afectados por las rachas de viento.

Capítulo aparte es la cuantificación de los daños colaterales devenidos de inundaciones y avenidas de los ríos. El caso más espectacular por las imágenes que dejó ayer es el campo de fútbol de Chan da Barcia, con el césped sintético arrugado como si fuera una alfombra enrollada para ser desechada. El principal terreno de juego de Ponte Caldelas, construido en el 2006 por cerca de 400.000 euros y remodelado con un nuevo sintético en 2020 por 158.000€ más, ha quedado «totalmente inservible» como admitía desolado el alcalde, Andrés Díaz.

El Verdugo se vengó de la ocupación de terrenos que fueron suyos como tantos otros ríos de Galicia que reivindican sus antiguos espacios con las crecidas que muestran estos días. El Gallo en Cuntis, el Umia en Caldas, el Tea en Ponteareas y, por supuesto, el Lérez en Pontevedra, son ejemplos evidentes. La Xunta ha activado el Plan Inungal, pero… ¿quién le pone puertas a los ríos?

Un aspecto más de la cuestión: se han preguntado ustedes por qué desaprovechamos miles de litros de agua dulce que no se embalsan para cuando vienen peor dadas y que se escapan a posibles aprovechamientos. Pasamos meses en alertas por sequía y después botamos por fora.

Se estima que casi un 45 % de la lluvia que cae y va a los ríos, se malgasta. La Xunta aprobó el Plan Hidrolóxico de Galicia-Costa, vigente hasta el 2027, que preveía tres pantanos en el área, uno de ellos en Fornelos que sería mucho mayor que el construido en A Baxe-Caldas. Sin embargo, el proyecto duerme en un cajón.

Mientras, miles de litros de agua dulce terminan en las rías, renovando sedimentos, pero también causando un severo riesgo para el recurso marisquero. Las cofradías del fondo de la ría de Pontevedra esperan con precaución y temor a que amainen las borrascas para comprobar si podrán salvar la campaña de Navidad.