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Los bocadillos marroquíes de 26 centímetros de Ilham y Rafa son únicos en Galicia

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Ilham El Gad y Rafael Darrosa, en las escaleras de Marroquillos, en la calle Álvaro Cunqueiro, en la zona de Santa Clara, en Pontevedra
Ilham El Gad y Rafael Darrosa, en las escaleras de Marroquillos, en la calle Álvaro Cunqueiro, en la zona de Santa Clara, en Pontevedra CAPOTILLO

Este matrimonio abre Marroquillos en Pontevedra después de fundar hace cinco años el Dükela, en la zona monumental

21 feb 2024 . Actualizado a las 18:51 h.

Ilham El Gad es de Casablanca, aunque la mayoría de sus recuerdos están ligados a Pontevedra, una ciudad en la que creció desde que era una cría. Pese a formarse a orillas del Lérez sus raíces marroquíes son sólidas. Y después de batallar por distintos trabajos, quiso enseñar a Pontevedra cómo era esa comida que veía preparar a las mujeres de su familia. En esta decisión de emprender mucho tuvo que ver su marido, Rafael Darrosa. Conoció Marruecos a través de sus ojos y juntos pusieron a andar el Dükela, en la zona monumental, poco antes de la pandemia.

Cuando el mundo se acelera, ellos echan el freno en su cocina. Frente a la avalancha de comida rápida y la necesidad de inmediatez de una sociedad que vive acelerada, Ilham y Rafael señalan el proverbio marroquí que tienen colgado en su pequeño restaurante de la calle Figueroa: «Si sus piernas le han traído hasta aquí es que su corazón ya se encontraba en ese lugar. Si viene usted con prisa, quizá su corazón ya se haya marchado. Desde Dükela le recomendamos que vaya tras él y que regrese aquí en el momento que ambos deseen quedarse para probar nuestros elaborados manjares».

Con esa filosofía de vida trabajan en su restaurante y lo harán a partir de ahora en el Marroquillos, el local que abren en la zona de Santa Clara, para servir bocadillos marroquíes. No conocen ninguno igual en toda Galicia. «En el Dükela no tenemos nada más que cinco mesas y ya se nos queda pequeño, sobre todo en el invierno», apunta Rafael Darrosa, sentado en un espacio ambientado en Marruecos: «Cuando probé los bocatas le dije a Ilham que teníamos que montar algo así en Pontevedra». Cinco meses de obras y tanta ilusión como miedo da el seguir expandiéndose fueron necesarios para convertir el local en un trocito de Marruecos.

Este miércoles inauguran este nuevo local donde prepararán cinco tipos de bocadillos. Para explicar la explosión de sabores que supone darle un mordisco a unos de esos platos que sedujo a Rafael en un viaje a Marruecos. «Es como echarse peta zetas en la boca», dice con una sonrisa. Pero en realidad es mucho más. Pone un bocata como ejemplo. El kefta es un bocadillo de 26 centímetros de carne picada especiada con la salsa «secreta de la casa» y un picadillo de cilantro, aceitunas, cebolla o tomate, entre otros. «Un señor bocata», apunta Ilham, que también advierte de que para una persona es muy grande. «Esto no es un kebab, son bocadillos de primera calidad y elaborados», recalca Rafa, que es el encargado de estar en la cocina del primer restaurante de Galicia especializado en bocadillos marroquíes.

Un cocina pionera

¿Por qué son los primeros en hacerlo? «Esa pregunta me la hice yo cuando abrimos el primero. Pensaba que si nadie lo había hecho, sería por algo», reflexiona Ilham, mientras Rafael añade su opinión: «Son tantas horas de cocinado y de elaboración que si el restaurante no es tuyo, es inviable. Son cocinas a fuego lento, muy lento». «Cada plato tiene cientos de elaboraciones», apunta ella. El reto que tienen por delante les ilusiona, pero no le resta ni un ápice de nerviosismo.

Abrirán al público los viernes, sábados y domingos, mientras el resto de la semana irán tanteando la afluencia que puede haber. Estará funcionando para servicio a domicilio y si no hay demasiada carga de trabajo, los clientes también podrán tomarlo en sala.

El comedor es un espacio ambientando al más puro estilo marroquí. Negros, blancos y dorado dominan en un local, donde la vajilla y las lámparas viajaron de muy lejos para envolver al cliente en la cultura árabe, como ya ocurre en el primer restaurante que abrieron en la zona monumental. Ilham y Rafael están nerviosos, pero después de las primeras catas de bocadillos con sus familiares y amigos, saben que casi nada puede fallar. «Son unos bocadillos increíbles», dicen con orgullo.