Ana García, nueva presidenta de la AECC en Pontevedra: «Aquí al que entra por la puerta se le va a intentar dar una solución»
PONTEVEDRA
Difusión de la asociación en la provincia, detección precoz del cáncer e investigación son tres pilares de su mandato
21 feb 2024 . Actualizado a las 18:53 h.Blanca Ana García Rodríguez (Pontevedra, 1953) recibe en la sede de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Pontevedra. Es la nueva cara del consejo provincial y la novena presidenta, la quinta mujer. Enfermera jubilada, igual que su antecesora, Carmen Abeledo, inicia una etapa ilusionante en la que el objetivo está claro: difundir la asociación y sus servicios gratuitos para enfermos de cáncer y sus familias.
—¿Cómo llega a la AECC?
—De la asociación sabía lo que sabe la mayoría de la gente, cuál es su actividad. Yo vengo de la sanidad privada, tenía centros de fisioterapia, y nunca en la vida pensé en dedicarme a esto. Pero me jubilé en octubre del 2023. Soy una persona muy activa y contactaron conmigo de la asociación. Me impactó un poco la responsabilidad y me decía, ‘Dios mío, ¿estaré capacitada para esto?’ Llevo trabajando desde los 18 años y pensaba dedicarme un poco a mí.
—Pero al final dijo que sí. ¿Por qué?
—Me hicieron una preselección, muchas entrevistas porque había más candidatos. Pero me empecé a enamorar del proyecto a medida que fui conociendo a la gente de la sede porque mi primer contacto fue con la sede de Madrid. Sinceramente, al conocerlos, ya no lo dudé. Además, mi familia me apoyó muchísimo, mis hijos y mi marido, que me decían, ‘esto te va’.
—¿Cómo está siendo el aterrizaje de estas primeras semanas?
—Va a sonar falso, pero es real. Desde el primer día que entré aquí, empaticé. A veces pasa en la vida. El gerente, el personal, me reuní con ellos y me encantaron las personas con las que iba a trabajar, sin conocer el proyecto todavía a fondo. Me iban contando cuál es su misión. Cada persona me fue explicando el trabajo que hacía. Un trabajo social como este impacta, pero me impactó el corazón de estas personas. Después conocí a los voluntarios, que son una parte muy importante.
—Usted no era socia, ni tenía ninguna vinculación con la AECC...
—No, y es una de las cosas me da un poco de coraje. Yo tenía centros en pueblos e imagínate lo que podía haber hecho. Pero lo voy a compensar ahora. Una de las cosas que debo hacer, porque aquí en Pontevedra hay un gerente, un personal y un trabajo impecable, es difusión. Creo que no se conoce de verdad lo que hace la asociación, sus servicios.
—La asociación cuenta con 13.900 socios en la provincia. ¿Algún objetivo para su mandato?
—Es el objetivo principal. Tenemos que recibir para dar. La gente tiene que pensar en que una de cada dos mujeres y uno de cada tres hombres vamos a padecer cáncer. Hay que ser solidarios. La asociación atiende a todo el mundo, no hace falta ser socio. Pero para dar todo lo que tenemos hace falta un colchón. Queremos ampliar servicios y Pontevedra es pionera en fisioterapia y logopedia, algo a lo que en otras sedes no se puede llegar. Pero para eso necesitamos socios.
—Cuentan con unas renovadas instalaciones en la calle Eduardo Pondal, inauguradas a finales del 2021. ¿Algún nuevo servicio en mente?
—En Pontevedra ofrecemos casi de todo. En Vigo sí hay un objetivo porque somos una asociación provincial y allí va a haber un antes y un después en la sede de la asociación el año que viene. Lo que sí queremos es llegar a más gente, hay muchísima gente que no sabe lo que hacemos.
—¿A qué lo achaca?
—Creo que mucha gente asume que al ser una asociación es solo para los socios. Cuando vinculas asociación con sanidad, soy socio de tal grupo de salud pública o privada, igual no se piensa en una asociación sin ánimo de lucro. Nos mantenemos gracias a los socios y a las ayudas de otras instituciones. Todavía hay gente que no sabe que todos los servicios que ofrecemos son gratuitos. Gente de mi entorno no lo sabe. Aquí la atención es inmediata, al que entra por la puerta se le va a intentar dar una solución.
—Junto a esa visibilidad, fomentar la detección precoz a través de cribados y potenciar la investigación son dos objetivos prioritarios.
—Vamos a dar mayor impulso a esto. En el consejo provincial está un oncólogo y un jefe de servicio de otorrino que ve mucho cáncer de cuello, laringe y esófago. He intentado rodearme de gente que conozca el terreno que pisamos, sobre todo en la parte sanitaria. Sobre todo para impulsar la investigación, aquí se dan becas y se ayuda. Tenemos el servicio Volver a hablar para pacientes de cáncer de cuello y precisamente el doctor [Ismael] Arán ha operado a muchísimos de estos pacientes.
«Necesitamos voluntarios, el hombre es más introvertido»
Ana García, que se considera una privilegiada y dice que le tenía que devolver algo a la vida, tiene experiencia como gestora sanitaria en el ámbito privado.
—¿Le va a servir su experiencia profesional anterior?
—Creo que me va a ayudar mucho. Tengo la formación de gestión, aunque soy enfermera. Gestionar la sanidad privada es un reto también, de verdad. Fui vicepresidenta de la Asociación Nacional de Clínicas Privadas, y me ha ayudado a ver el pulso y el mérito que tienen los profesionales de la sanidad privada. Pero esto para mí es un regalo. Yo siempre estuve peleando con las tarifas, con las aseguradoras, con el tráfico... Aquí es entrar sin pensar en el retorno, solamente vamos a necesitar recursos económicos para dar. Aquí no vamos a tener una cuenta de resultados encima, que antes era mi obligación como gerente al frente de 50 trabajadores, que tenían que vivir.
—Las mujeres mandan entre las voluntarias de la AECC. ¿Qué se puede hacer para atraer a los hombres a la asociación?
—Cuando me nombraron mi primer acto fue una comida con voluntarios en el Casino. Había 200 personas. El 90 % eran mujeres, pero había poquísimos hombres, cuando uno de cada tres va a padecer un cáncer. ¿En dónde están? Hay que hacer algo para que se desinhiban. Es una apreciación personal, pero creo que el hombre es más introvertido, se guarda mucho más las cosas. A los dos que están en el consejo [Martín Lázaro e Ismael Arán] no me costó mucho convencerlos. Tenía cierto reparo porque es gente muy ocupada, pero me recibieron bien y los veo motivados. Necesitamos más hombres.
—¿Cómo es Ana en casa?
—Creo que soy una persona sociable, me gusta la gente y la vida. Juego al bridge y a eso me iba a dedicar ahora. Toda mi vida fui emprendedora, no me llamaba empresaria. Te hablo del año 1992 cuando inauguré la empresa Fimega, rodeada de mujeres. Me encantaba mi trabajo y mi equipo. Gracias a ellos cumplí mis hitos. Me llamaban jefiña. Fui feliz en mi trabajo.