Aprendiz y estudiante a los 54 para sobrevivir en Pontevedra: «Llegué amenazado y con un hijo enfermo, vine dispuesto a todo»
PONTEVEDRA
José, venezolano, lucha por legalizar del todo su situación en España y homologar su título de mecánico industrial. Trabaja por las mañanas y estudia por las tardes
07 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.José Matheus es de esas personas a las que le sale natural ser amable y cortés. «¿Cómo le va todo?», pregunta a su interlocutor antes de iniciar cualquier conversación. A este hombre, vecino de Pontevedra, y a su familia, compuesta por él, su mujer y dos hijos, les cambió la vida totalmente el día 18 de noviembre del 2022. Esa jornada, de la que se cumplió ya un año y cuatro meses, desembarcaron en Galicia, concretamente en la urbe de Lérez. Venían de Venezuela y querían dejar atrás dos cosas: las amenazas que tenía encima José y la desesperación que vivían tanto él como su mujer al ver que en su querida Venezuela los recursos sanitarios cada vez eran menores y la salud de su hijo pequeño, aquejado por una patología, iba a menos. ¿Qué ha pasado en este tiempo? El suyo es un testimonio con dos caras; el de la desesperación inicial, en los primeros meses en Galicia, cuando no tenía papeles y solo podía acceder a trabajos en negro, y el de la esperanza actual, cuando ya tiene un permiso temporal de trabajo y está combinando un empleo por las mañanas con estudios por la tarde. Está luchando aún por legalizar del todo su situación y por homologar su título de mecánico industrial, pero empieza a respirar: «Creo que lo peor ya lo dejamos atrás».
En abril del 2023, hace menos de un año, en estas mismas páginas, José Matheus ponía voz a la desesperación que significa emigrar y no poder incorporarse al mercado laboral del país al que uno llega. Él, que en Venezuela trabajaba de mecánico industrial, permanecía impotente ante una realidad que no entendía: «Me llamaban un montón de empresas porque les interesaba mi currículo, pero al decirles que no tenía papeles ya me indicaban que no me podían coger».
Fue tirando hacia adelante como pudo, apoyado por oenegés como Boa Vida. Y a su familia empezaron a sucederle cosas buenas. La más importante fue que a su niño, con una patología compleja, lo comenzaron a tratar en el Sergas. Dice José emocionado que eso no hay nada que lo pague: «Fue una bendición, él está bien desde que vinimos. Solo tuvo una crisis», explica. Otra de las alegrías llegó cuando su hija mayor, de 23 años, logró convalidar en tiempo récord su titulo de bachillerato y pudo seguir formándose en Pontevedra. «Allí, en Venezuela, ejerció como enfermera, pero eso sí que no pudo convalidarlo. Así que está haciendo aquí un curso de auxiliar de enfermería, para intentar empezar desde abajo. Estoy muy orgulloso de ella», señala el padre.
En diciembre llegó la gran noticia que tanto esperaban. Tras más de un año aguardando, José pudo confirmar su petición de protección internacional y conseguir un papel que le habilita para trabajar de forma temporal, mientras se va estudiando su caso y se comprueba si la situación que tenía en Venezuela, donde se sintió amenazado y venía peligrar su vida, es susceptible de concederle esa protección.
Precisamente, hoy vuelve a una cita con la policía especializada en inmigración para continuar en esa lucha por establecerse legalmente en el país. Cuando en diciembre le dieron ese papel, José, además de respirar aliviado, comenzó como loco a buscar lo que le pedían: que lograse un contrato laboral y que se formase. Está haciendo ambas cosas actualmente. Por las mañanas acude a Ribadumia, donde lo contrataron como aprendiz de mecánico, ya que aunque en su país contaba con el título de electromecánica aquí no lo tiene convalidado. Y por las tardes va a una academia, a hacer un curso de formación del Sepe (Servicio Publico de Empleo Estatal) relacionado con su profesión. Dice que está feliz de trabajar y estudiar a los 54 años: «Llegué aquí amenazado y con un hijo enfermo... vine dispuesto a todo y eso estoy haciendo. Es duro, pero ahí estamos», señala con entusiasmo. José Matheus tiene miles de palabras de agradecimiento para todos los que se fue cruzando en el camino y concluye: «Es duro, pero volvería a venir mil veces. No me arrepentí un solo día».
«Estoy en proceso de convalidar mi título, tengo que especificar cada asignatura que di»
José Matheus, en su primer año de estancia en Galicia tras emigrar desde Venezuela, actuó en todos los frentes posibles para intentar buscar porvenir cuanto antes. Uno de los procesos que también inició fue el de homologar el título de electromecánica que le permitía trabajar en la industria en Venezuela. Lo que él había cursado allí estaba considerado un estudio universitario, pero desde el principio ya se dio cuenta de que aquí, probablemente, lo encuadrarían como un ciclo de FP. En septiembre del 2023 comenzó con el proceso de convalidación ayudado por la oenegé Boa Vida. El primer susto se lo llevó cuando le contestaron diciéndole que no era posible la homologación porque él había estudiado a distancia. «Me quedé de piedra porque yo no estudié nada a distancia, yo era militar en Venezuela y estudié en la Marina, pero no a distancia», señala con perplejidad.
Tuvo que reclamar para que el expediente de la convalidación del título siguiese adelante. Y le indicaron que tenía que presentar el llamado pensum académico, es decir, una descripción detallada de todas las materias que había cursado y los programas de las mismas. Ahí sí que le cayó un jarro de agua fría encima: «Me traje toda la documentación que pude de Venezuela con la Apostilla de la Haya, pero eso no lo tenía. Lo tramité con la Marina pero al ser una instancia militar tarda mucho y todavía no me contestaron».
El retraso en conseguir el pensum provocó que se le pasase el plazo para la convalidación de los estudios. Pidió prórroga. Ahora mismo está esperando a ver si se la conceden mientras, paralelamente, hace estudios aquí de la misma rama electromecánica: «Voy a hacer todo lo que esté en mis manos para poder ejercer como lo hacía allí», concluye.