El PortAmérica demuestra que al verano de las Rías Baixas no hay quien le tosa

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

El festival se estrenó al pie de la Azucreira de Portas con llenazo desde la más temprana tarde

05 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Canta ganas de festiña temos». La frase es de un hombre que este jueves, cuando el reloj no había dado ni las seis de la tarde, ya meneaba el fondo de un vaso de cerveza en el PortAmérica, el festival que estrenó una nueva edición demostrando que, en cuestión de verano, no hay quien le tosa a las Rías Baixas. Porque, seamos sinceros, poder escuchar a Guadi Galego, Vetusta o Xoel López y luego no tardar ni media hora en coche en plantarse a dormir frente al mar de las rías de Arousa o Pontevedra solo puede llamarse privilegio.

Lo decían con todas las letras Bea y Ana, que habían venido de Ourense y que, además de asegurar que en la ciudad de las Burgas este jueves soplaba más el viento que en Portas, ponían ojos de ensueño pensando en que en cuanto su querido Xoel se marchase del escenario ellas iban a plantarse en el hotel que habían reservado en Raxó para sumar la playa a su fin de semana festivalero. Ellas eran, sin duda, unas de las cientas de «Portaméricaadictas» que estos días le proporcionan un llenazo a la hotelería pontevedresa.

Bea y Ana, esas rapazas de Ourense, llevaban camisas floreadas a juego, algo que este jueves era moneda de cambio común en el mundo hipster que es el PortAmérica. Pena que un muchacho de Porto do Son le quitase todo el romanticismo a los uniformes hawaianos: «Hainas no Primark, por iso as traen todos, non che son tan originales», decía, escéptico el veintañero. Nada es, efectivamente, lo que parece en los festivales. Ni siquiera sobre el escenario de la Azucreira. Que se lo pregunten a los más madrugadores, que llegaron al festival en la más temprana tarde y, tras las primeras actuaciones, se llevaron una sorpresa con Toquinho, que parecía que iba a arrancarse a cantar con su tema más famoso y acabó virando el volante en medio de la canción. Maestro con canas y oficio el guitarrista y cantautor brasileño.

No eran las nueve de la noche cuando el personal ya meneaba el esqueleto, que la media de edad no era precisamente adolescente y no viene mal bailar antes de que la cadera se resienta. Se comía y se bailaba pero, según decía Xián, un chaval de Gondomar que daba el callo en el festival rellenando los vasos de cerveza, «de momento se bebe poco». Quizás entrase mejor la cebada dorada con nocturnidad y alevosía. Que aunque Dinio no sea hipster ni pinte nada en la crónica del PortAmérica, él dejó claro que la noche siempre confunde.

Ya con la luna amagando con salir, más ambiente y más caras conocidas, como la del actor Carlos Blanco, que por allí andaba también. Toquinho y su banda hicieron sonar esa canción de Mercedes Sousa que es un himno: «Gracias a la vida, que me ha dado tanto» coreó todo el mundo. Y coreó bien. Que de eso va la cosa. En el PortAmérica y todo el año.