La tapería As Curuxas, en el Concello de Poio, sorprende a sus clientes con esta tradición
15 oct 2024 . Actualizado a las 19:33 h.Si bien es uno de los elementos más característicos de las celebraciones que llevan aparejadas el Día de Muertos de México, es más extraño encontrárselo a este lado del Atlántico. Así que no es de extrañar que la presencia de un altar de muertos en una tapería de Poio, As Curuxas, esté sorprendiendo a sus clientes.
Los artífices de traer esta tradición a este municipio de Pontevedra son Isabel Malvar Sueiro y Alfonso Martínez Muñiz. De Venezuela, ella, y de Poio, él, residieron durante nueve años en México, donde no solo nacieron sus hijos —uno de ellos, de hecho, sigue residiendo en este país ejerciendo de veterinario—, sino que se empaparon de sus tradiciones. «El altar de muertos es algo que venimos haciendo desde hace mucho y este año lo quisimos hacer, más que todo, en honor al mejor amigo de mi hijo, que murió, y quise hacerlo representado aquí en el en el local», refiere Isabel Martínez.
En este punto, matiza que estos altares para los mexicanos suponen «una tradición muy bonita», a través de la que se busca «recordar a la gente que se fue, simplemente, recordarla. Es un recuerdo. Y siempre tenerlos presente», añade.
Tradición ancestral
Los altares de muertos se remontan a antes de la llegada de los españoles a México, si bien estos se fueron amoldando con posterioridad con elementos del catolicismo. Se trata, por tanto, de «una construcción simbólica resultado del sincretismo de las ideologías prehispánicas, la cosmovisión endémica de las culturas mesoamericanas y las creencias religiosas europeas de carácter abrahámico traídas por los conquistadores y misioneros españoles encomendados a la colonización y conversión de los pueblos nativos del actual territorio mexicanos», refiere la Wikipedia.
En el caso de As Curuxas, es un altar a tres alturas, que se suelen asociar con la tierra, el purgatorio y el reino de los cielos o con la Santísima Trinidad. De este modo, junto con las imágenes religiosas, de familiares difuntos y otros elementos de la fe católica, se suelen colocar alimentos y bebidas alcohólicas, que fueran del agrado de los fallecidos, y agua que sirve para calmar la sed del espíritu de los fallecidos. «Todo tiene un significado, las velas, el incienso, la cruz de cal que va en el en el piso con las flores, que aquí se llaman tagetes y en México, cempasúchil, y es como darle el paso a sus almas para que lleguen bien hasta el final del camino», precisa Isabel Malvar.
Todas estas celebraciones tienen su colofón en el Día de Muertos, «que es cuando se le ponen los alimentos que más le gustaban. Es como si bajaran y comieran. En México nos reunimos en los cementerios con mariachis, fiestas... Es una celebración de la muerte y de tenerlos siempre presente, no olvidarlos».
Los elementos
Así, si las flores guían el camino de las almas y las velas lo iluminan, las fotografías permiten que los espíritus reconozcan su casa y se sientan bienvenidos. Por su parte, el pan de muerte es el alimento de los difuntos, la cruz simboliza los cuatro puntos cardinales, las calaveritas son los espíritus de cada difunto de la familia, la sal purifica las almas y el papel picado es la unión entre la vida y la muerte.