Pontevedra, la última caída del broker de la heroína

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

ANGEL MANSO

La Audiencia Nacional ha ratificado los principales aspectos de la operación en la que se detuvo al fallecido Sabdullah Unnu, Nicol

26 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

6 de junio del 2019. 23 horas. Agentes de la Udyco de la Policía Nacional interceptaron un Audi A3 en las proximidades del peaje de la autopista AP-9 de Curro. Al volante del vehículo, Sabdullah Unnu, Nicol, considerado como uno de los grandes brokers de la heroína. Y, de hecho, en su vehículo, que disponía en sus puertas traseras un sistema de apertura con mando a modo de caleta, se localizaron siete paquetes rectangulares envueltos en cinta adhesiva marrón que contenían 6,9 kilos de esta droga que alcanzarían un valor superior a los 1,8 millones de euros en el mercado negro.

Principios de septiembre del 2020. Nicol, de 62 años y con doble nacionalidad turca y holandesa, fallece de un ataque al corazón pendiente de ser juzgado en un juicio en el que la Audiencia Nacional acaba de ratificar los principales aspectos de la sentencia que condenó, entre otros, a Francisco Javier Janeiro Rodríguez, Javillo. De hecho, todo parece indicar que el haber entrado en negociaciones con este último fue lo que puso a Sabdullah Unnu en la órbita de los investigadores de la Policía Nacional.

De este modo, y según recoge en sentencia, se venía dedicando al tráfico de heroína contando con una serie de colaboradores en Madrid, País Vasco y Ourense. En esta última ciudad cooperaba «directamente» con Javillo, su mujer y el hijo de ambos, «quienes se encargaban de contactar con los posibles compradores de la droga y acordaban los traslados de la heroína».

De este modo, «mantenían continuos contactos entre sí, concertando citas y desplazamientos, así como refiriéndose a gestiones a practicar en orden a la actividad que desarrollaban, tanto de cobros a terceros, de desplazamientos y entregas», entre otras cuestiones. Asimismo, aludían a gestiones con la persona responsable del taller donde se llevaba a cabo «la reparación y preparación de los vehículos que utilizaban en sus desplazamientos», de tal modo que, en ocasiones, se vieron en la necesidad de encargarle que realizase una serie de manipulaciones en los automóviles, las denominadas caletas, para transportar las sustancias sin llamar la atención.

En el marco de estas investigaciones, los agentes de la Udyco pudieron comprobar cómo «también mantenían conversaciones con terceros que, si bien se mantenían en un lenguaje críptico, dejaban entrever la finalidad de suministro y cobro de sustancias que les habían sido proporcionadas, o les iban a proporcionar los referidos procesados».

De igual modo, en el marco de su actividad delictiva, Nicol mantenía en Madrid contactos con personas procedentes del extranjero, donde le auxiliaban otro de los encausados de nacionalidad, que era el encargado de transportar el dinero obtenido con el narcotráfico, así como de su depósito y custodia, y un segundo acusado, quien asumía labores también de custodia del dinero y de las sustancias estupefacientes.

Fruto de los seguimientos y vigilancias, la Udyco determinó que el 5 de junio del 2019, Sabdullah Unnu viajó a Ámsterdam regresando a Madrid el mismo día con una cierta cantidad de heroína. Tras hacer noche en la capital española, partió al día siguiente en el Audi A3 hacia Portonovo, en Sanxenxo, donde presumiblemente se iba a producir el pase de la heroína traída de Holanda.

Fallecido sin ser juzgado

Aquella fue la última vez que Nicol fue detenido, ya que poco más de un año después fallecería por causas naturales sin llegar a sentarse en el banquillo de los acusados de la Audiencia Nacional.

La carrera de este narcotraficante, para muchos uno de los reyes del tráfico de heroína de Europa, había arrancado hace más de tres décadas siendo recogida profusamente en el libro Traficantes de la muerte. De la heroína al fentanilo, del pontevedrés Víctor Méndez.

Fue en diciembre de 1994 cuando lo arrestaron por primera en relación con un alijo de 118 kilos de heroína incautado en Madrid. En su detención, al parecer, fue crucial la traición de un transportista de la droga que había sido arrestado previamente en Alemania, lo que permitió a los investigadores estrechar el círculo en torno al sospechoso.

Tuvieron que pasar cerca de tres lustros hasta la segunda detención de Nicol, en esta ocasión por los 316,5 kilos de estupefacientes intervenidos en un narcovelero en el puerto de Sitges. La intercepción de la droga a primeros de agosto del 2008 se produjo en el momento que se cargaba en un furgoneta para transportarla en un vivienda donde, presumiblemente, sería cortada antes de introducirla en el mercado negro. El alijo se valoró entonces en 54 millones de euros.

Aquella investigación, denominada operación Teide, puso de manifiesto que Nicol no tenía problema alguno a la hora de innovar. Y es que los 316,5 kilos no solo fue el mayor alijo interceptado en el 2008 en España y uno de los más importantes a nivel europeo, sino que fue el primero que se interceptó por vía marítima, un método de transporte del que, en el caso concreto de la heroína, no se tenía conocimiento por aquel entonces.

Confirmada la condena a Javillo, su mujer y el hijo de ambos

La nueva sentencia de la Audiencia Nacional mantiene la penas de Francisco Javier Janeiro Rodríguez, Javillo —siete años y medio de cárcel, y tres millones de euros de multa por tráfico de drogas, y un año por integración en grupo criminal—, su mujer Rosa María Rodríguez y el hijo de ambos, Miguel Ángel —seis años y ocho meses, y multa de tres millones por el primero de los cargos, y un año por el segundo, en el caso de los dos—. De igual modo, se ratifican las condenas de los demás condenados, con excepción de tres de los acusados.

Así, se absuelve del delito de tráfico de drogas a un vecino de Bilbao al no acreditarse que dirigiese las operaciones de narcotráfico en el País Vasco, de tal modo se limitó su relación con Nicol a una amistad surgida de haber coincidido en prisión.

De igual modo, se exonera del tráfico de drogas a un cántabro de quien se recoge que «entregó una mochila a otra persona, de la que recibió un paquete, que entregó a Sabdullah Unnu, sin que conste que se tratase de una venta de heroína». No obstante, en el caso de este último se mantienen los seis meses de cárcel por una escopeta de caza de cañones superpuestos de la que tenía licencia de armas, pero no guía de pertenencia.

Por último, un vizcaíno vio como se le reducía la pena impuesta a siete años y medio y multa de 2.732.126 euros por las anfetaminas que se le intervinieron y cuyo distribuidor se desconoce.