Varios núcleos a lo largo de la comarca tienen la carretera como única forma de pasear por ellos
25 may 2016 . Actualizado a las 05:05 h.Aunque a veces uno trate de circular seguro, tanto a pie como en coche, simula que en ocasiones es imposible. Son muchos los núcleos de población en la comarca que carecen de aceras, y ya sea para visitar un familiar, acudir a echar la partida y tomarse un café, o bajar la basura hasta el contenedor; los vecinos deben hacerlo a través del arcén, a escasos centímetros de los coches que pasan, por norma general, a un mínimo de 50 kilómetros por hora.
En algunos puntos como As Lagoas, en Cotobade, esta acción llega a ser ridículamente peligrosa, y pone en riesgo la circulación debido a la anchura del arcén, de apenas unos centímetros. Además, se debe tener en cuenta que cuando hay una señal, uno tiene que pisar la calzada totalmente para poder esquivarla.
En otras zonas, las arquetas sirven de aceras improvisadas cuando van cubiertas y, si el trozo cubierto es muy pequeño, se aprovecha para poner un contenedor de basura. Por supuesto, este apaño solo funciona los días de pleno sol. Durante el resto del año, las arquetas cumplen su verdadera función y se las ve canalizando el agua de la zona.
Lola, vecina de Xesteira, en Cotobade, dice estar acostumbrada a la situación y que, «se non pensan construílas, e non parece, hai que tratar de molestarse o menos posible». Positivismo ante todo, aunque también reconoce que usa un chaleco reflectante amarillo a la hora de darse caminatas por la zona. «Non vaia ser».
En el mismo lugar, resulta curioso ver cómo tanto el contenedor de vidrio como el de residuos orgánicos invaden completamente el arcén, lo que obliga a los vecinos a arrojar la basura a su interior plantándose en la carretera.
Algunas casas han aprovechado sus entradas para construirse aceras propias, bancos de piedra incluidos. También las han dotado de pivotes de plástico con bandas reflectantes para advertir a los coches de que vayan con cuidado.
Sorprende ver que cuando el arcén es medianamente ancho, los coches utilizan esos metros como lugar de estacionamiento, por lo que, de nuevo, el peatón carece de opciones seguras y reales a la hora de recorrer su aldea.
Aunque por norma general la limitación de velocidad en núcleos de población está estipulada en 50 kilómetros por hora, varios de los visitados cuentan con una limitación de 70, lo que es, sin duda, una velocidad más que respetable a la hora de pasar al lado de un peatón.
En el caso de la PO-233, que une Pontevedra con Carballedo, se trata de un vial con una densidad de tráfico medio. Los desplazamientos en coche son habituales entre las diferentes parroquias de estos concellos y en ocasiones, los excesos de confianza y velocidad, han provocado más de un susto.