«Pedí un crédito porque me vi ahogado y no quería desmontar la orquesta. Ahora parece que sacamos el barco de las piedras»
SANXENXO
Dani Dopazo, músico y responsable de La Ocaband, recuerda las interminables hora de teléfono para buscar actuaciones o el crédito que hubo que pedir. Cree que mereció la pena
07 oct 2021 . Actualizado a las 12:12 h.«El que no sirve para trabajar, tiene que pintar la mona en el escenario toda la vida». Con esa ironía y ese buen humor contesta Dani Dopazo (Vilalonga, Sanxenxo, 1967) cuando se le pregunta si, tras la que le cayó encima al sector de los espectáculos con la pandemia, cree que merece la pena seguir siendo músico y empresario de orquesta. Luego, se pone serio, y señala: «Siempre va a merecer la pena esto. En Galicia tenemos algo único, que son las orquestas y las verbenas. No podemos permitirnos perderlo». Él, que combina la faceta de músico y empresario, cuenta bien qué pasó con el sector durante la pandemia y, sobre todo, cómo encara el futuro inmediato.
Dani Dopazo, que peina ya la década de los cincuenta, lleva siendo músico profesional desde la adolescencia. De hecho, su vocación artística fue tan temprana que sus padres intentaron corregirla y que siguiese estudiando otras cosas. No fue posible. Él quería ser músico. Y lo fue. En los años ochenta, con un grupo llamado Bluestar que formó junto a Lito Garrido, cantante de la Panorama, ya tocaba por Europa, en ciudades donde los emigrantes gallegos corrían a ver las orquestas para no sentir tanta morriña.
Luego pasó por numerosas orquestas gallegas, Europa, Caribe, Nostalgia, Solara, Ritmo Joven... Hasta que hace tres décadas dio un paso más. Fue uno de los cofundadores de la orquesta La Ocaband. Desde entonces combina la tarea empresarial con la de músico, levantando vítores con una vieja mandolina sobre los escenarios. Tiene muchas tablas en ambas cosas. Pero la pandemia, como a tantos compañeros de su sector, amenazó con devolverle a la casilla cero. La narración de cómo salió adelante y cómo ve el futuro próximo emociona de principio a fin.
Dopazo asegura que desde el minuto uno dela crisis sanitaria tenía claro que, durase lo que durase la pandemia, la prioridad era no deshacerse de la orquesta. «Logramos tener a catorce profesionales juntos, diez músicos y cuatro técnicos, yo no quería que se marchasen a buscar trabajo de repartidores. Pero era todo tan difícil, se nos puso todo tan cuesta arriba...». Se acuerda de las decenas de horas que pasó al teléfono buscando alternativas, tratando de encontrar salida al callejón oscuro del covid. Tuvo que recurrir al banco: «Pedí un crédito porque me vi ahogado y no quería desmontar la orquesta. Ahora parece que sacamos el barco de las piedras».
No se olvida Dopazo de los compañeros del sector, con los que tantas lágrimas compartía. Ni de la agencia que los representa, Gaias Eventos Musicales. Y, sobre todo, está agradecido a las oportunidades que tuvo su formación para ir tirando del carro; los programas que grabaron para la televisión pública gallega, los festivales... Le duele que solo un puñado de concellos se atreviesen a apostar por las orquestas. Reconoce que no era fácil, con el covid pisando los talones y los protocolos estrictos, pero cree que pudo haber algo más de altura de miras, «porque somos una potencia en orquestas y las verbenas son un acto cultural popular en mayúsculas».
Pasó el 2020, llegó 2021 y La Ocaband fue una de las primeras orquestas en volver a ensayar. Haberse mantenido unidos les aleja del fantasma de otras formaciones. «Algunas orquestas ahora se encuentran sin músicos y es normal porque muchas personas se tuvieron que buscar la vida. Es muy triste eso, están trabajando en otras cosas, en lo que fueron encontrando. No lo tiene fácil alguien que quiera montar ahora una orquesta que se fue descomponiendo», explica Dopazo.
Ahora, con Galicia casi en la normalidad y los aforos al 90 % de forma generalizada en la comunidad, Dopazo reconoce que el futuro a corto plazo es esperanzador. «Hay llamadas de muchas comisiones y eso te da mucho ánimo, porque además una vez que una comisión llama se produce un efecto contagio. Esperemos que el protocolo se siga suavizando y que volvamos pronto a la normalidad. Pero, como dije antes, todavía estamos quitando el barco de las piedras. Hay que recordar que para este verano teníamos muchas actuaciones y después se fueron anulando porque aumentó la incidencia de covid-19. Yo hoy mismo estaba cerrando una actuación para fin de año, espero que se vayan sumando más».
Con esa esperanza zanja la conversación. No sin antes recordar que las orquestas y demás formaciones deben estar integradas por profesionales: «Cuando la tarta vuelva a estar hecha, vendrán a picotear algunos que no son músicos profesionales. Y yo creo que la tarta tendría que ser para los que aguantamos todo esto, vivimos de la orquesta y sufrimos con la orquesta». Pues escrito queda su alegato.