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Alejo

David Bonilla

OCIO@

24 may 2023 . Actualizado a las 17:22 h.

Según mi planificación, tocaba escribir sobre los sistemas de gobernanza y gestión de los proyectos open source. Sin embargo, hoy hablaremos de Alejo y —un poco, también— de todos nosotros.

Porque Alejo es uno de los nuestros. Uno de esos informáticos que no trabaja en una startup de relumbrón, ni es speaker habitual en el circuito de eventos, ni tiene un montón de seguidores en Twitter, Tiktok o Twitch, pero se ha dejado la piel sacando adelante proyectos de consultoría. El hueso, músculo y tendones de nuestro sector. Esa parte de la profesión que nunca sale en medios, pero sustenta nuestra industria.

Pero Alejo también es uno de los nuestros porque forma parte de esa heterogénea y extraña Comunidad que se reúne alrededor de la Bonilista. La razón por la que sigo escribiendo cada fin de semana desde hace 12 años. Uno de esos fieles suscriptores que lleva años aguantando mis mierdas y que recompensan el esfuerzo con un inmenso cariño. Siempre se acuerda de mí, ya sea para avisarme de que OBK visitaba A Coruña o para descubrirme un museo de videojuegos en Cangas de Morrazo.

La última vez que hablé con él fue el viernes de la semana pasada. Me escribió pasa avisarme de que la Universidad da Coruña iba a editar un cómic sobre Irene González Basanta, una portera de futbol gallega pionera que rompió barreras a principios del siglo XIX, porque fue portera y capitana de su propio equipo de fútbol masculino, el Irene F.C. Estaba bien tirado porque Alejo sabía que mi hija Irene jugaba como portera en el Orzán, filial del Depor. Estuvimos charlando sobre dónde podría hacerme con el libro y, como siempre, fue más allá de lo esperado. No paró hasta que me encontró la dirección de la librería universitaria.

Unas horas después, Alejo moría en un estúpido accidente de tráfico.

Cuando me enteré de la muerte de Alejo, el lunes por la mañana, no pude parar de llorar. Apenas nos habíamos visto un par de veces en persona, pero a veces tenía la sensación de que lo conocía de toda la vida.

Según Mailchimp, desde que se suscribió a la Bonilista —el 17 de enero de 2016, hace más de 7 años— abrió el 98% de los correos que le envié. Y, según mi experiencia, siempre encontró tiempo para darme feedback desinteresadamente y agradecerme el esfuerzo.

Su mail favorito era «¿Cuántos somos?», un cálculo más o menos afortunado sobre el número de informáticos que podía haber en España. Lo abría y releía constantemente. De hecho, me escribió para contarme que él había recurrido al problema de Fermi para resolver una duda similar —cuantos gaiteiros había en activo— y acabamos tratando de estimar el mercado potencial del proyecto que acabaría siendo Manfred.

Porque Alejo, además de informático, era gaiteiro. Hasta ganó un premio por su diseño de gaita electrónica, basada en software y hardware libre. Pura coherencia para un firme defensor del open source y miembro del Grupo de Programadores y Usuarios de Linux de la Universidad de A Coruña.

Además, le flipaba montar en bici —su Instagram es poco más que un álbum de todas sus rutas— y su moto. El pasado viernes 12 de mayo, mientras iba montado en ella, un coche le golpeó por detrás y Alejo no pudo recuperarse de las heridas recibidas. Tenía 37 años.

No era uno de esos informáticos que trabaja en una startup de relumbrón, ni speaker habitual del circuito de eventos, ni tampoco tenía un montón de seguidores en Twitter, Tiktok o Twitch, pero era bueno y honrado. Y generoso. Me regaló un motivo para seguir publicando un texto semana tras semana: saber que él lo leería. De algún modo, quiero creer que lo seguirá haciendo.

Alejo era una buena persona y uno de los nuestros. Descanse en paz.

Este texto se publicó originalmente en la Bonilista, la lista de correo de noticias tecnológicas relevantes para personas importantes. Si desea suscribirse y leerlo antes que nadie, puede hacerlo aquí ¡es bastante gratis!