Motopasión Store, en Vigo, es uno de los pocos concesionarios de España que ofrecen este exclusivo servicio de la marca japonesa, anteriormente reservado solo a pilotos profesionales. Un software sugiere la talla de casco correcta y la cantidad de acolchado adicional que hay que añadir en cada zona
30 abr 2024 . Actualizado a las 16:06 h.El casco es, sin lugar a dudas, el elemento de protección más importante en el equipamiento de cualquier motorista, da igual que sea un aficionado o un piloto de carreras. Obligatorio en España desde 1992, su construcción es una tarea compleja que incluye muchos procesos de diseño y desarrollo, y el uso de materiales avanzados como fibra de vidrio, fibra de aramida (o kevlar) y fibra de carbono, para la calota externa; y poliestireno expandido (EPS) para la interna. La parte interior que está directamente en contacto con la cabeza tiene un acolchado fabricado con tejidos antialérgicos y antibacterianos, y que también es fundamental a la hora de que el casco se ajuste perfectamente y su usuario se sienta cómodo y seguro.
La mayoría de las marcas de cascos disponen de variedad de tallas y opciones de ajuste, y algunas, como la japonesa Shoei, incluso para las personas de cada región del mundo, debido a los diferentes tipos de forma de la cabeza dependiendo de la etnia (europea, asiática, etcétera). Pero la cabeza tiene variaciones que son únicas en cada persona y por este motivo un casco de moto puede no ajustar correctamente a pesar de utilizarse la talla adecuada. Este es precisamente el reto al que se enfrentó Shoei al lanzar el PFS (Personal Fitting System), un sistema de ajuste personal que adapta el acolchado interior para conseguir que el casco encaje como un guante. Se trata de un servicio de valor añadido que anteriormente solamente estaba reservado para pilotos profesionales, pero desde el año pasado ya se encuentra disponible para el usuario final. En España lo ofrecen de momento muy pocos concesionarios, y entre ellos está Motopasión Store, en Vigo, hasta donde fuimos para probarlo.
El sistema PFS se puede utilizar con la mayoría de los cascos de moto Shoei, que distribuye oficialmente en España la empresa Corver: X-SPR Pro, X-Spirit 3, X-Spirit 2, NXR 2, NXR, XR-1100, RYD, Neotec 2, Neotec, GT-Air 3, GT-Air 2, GT-Air, J-Cruise 2, J-Cruise, Hornet ADV, Glamster, EXZero, J-O, VFX-WR y VFX-W. Para nuestra prueba dispusimos del modelo Shoei GT-Air 3, la última versión del que puede considerarse el casco integral touring de referencia, con visor solar incorporado.
Adrián Míguez, responsable de la boutique de Motopasión Store y técnico certificado de Shoei PFS, tenía preparadas dos unidades del GT-Air 3, en tallas M y L. Esta última es la que suelo usar, pero a veces los moteros tendemos a elegir cascos no demasiado ajustados para ir más cómodos, aunque desde luego no es lo más conveniente. El casco tiene que quedar perfectamente pegado a la cara y la parte superior de la cabeza, pero sin que la presión nos haga daño o produzca marcas; si lo movemos lateralmente sujetándolo por el mentón, la cabeza debe moverse con el. Si el casco baila o quedan huecos en la mejilla o la parte superior de la frente, por ejemplo, significa que nos queda grande y ello puede comprometer la seguridad. También hay que asumir que el acolchado perderá consistencia con el uso, por lo que es normal que al principio lo notemos más prieto.
El primer paso consiste en medir la cabeza del usuario, para lo cual se utiliza una herramienta especial que nos va dar todas las dimensiones: longitud, anchura (excluyendo las orejas), altura y circunferencia o perímetro craneal: «57,5 centímetros, una buena cabeza», señala Adrián. El técnico introduce estos datos en el ordenador, donde el software de Shoei PFS sugiere automáticamente la talla de casco correcta y la cantidad de acolchado adicional que debe añadirse. Aunque el programa decidió que en mi caso lo ideal era trabajar a partir de la L, también proporcionó los resultados para la M. Los datos se envían por correo electrónico al usuario, que posteriormente puede utilizarlos a la hora de adaptar otros modelos de Shoei, y también nutren el big data de la marca nipona, que así puede afinar su sistema de tallas para desarrollar cascos mejor ajustados a las características de las personas de cada región del mundo.
«Lo complejo de este sistema es la cantidad de datos enorme que hubo que recopilar para poder hacer un ajuste correcto. Fueron como siete años de desarrollo dentro de Shoei a nivel mundial, porque primero se empezó en Japón, pero allí la forma de la cabeza es diferente; siguió por Estados Unidos y después Europa. Ha habido mucho trabajo detrás, con diferentes cabezas y diferentes ajustes», explica Adrián.
Una vez que el programa informático ha dado su veredicto, se le empiezan a añadir al interior del casco piezas de distintas formas y espesor. Las zonas de actuación son siete (frontal, parte superior de la cabeza, trasera y laterales superior derecho e izquierdo e inferior derecho e izquierdo), y en cada una de ellas se pueden aplicar hasta tres dummies, como los denomina Adrián, partes de acolchado de prueba. Los definitivos están hechos del mismo material que el del casco y tienen diferentes colores que corresponden a otros tantos niveles de densidad; se combinan tal y como indica el PFS y, tras desmontar el acolchado, se colocan en los sitios marcados (tienen una capa adhesiva para que se sujeten a la perfección). Adrián sigue las indicaciones del programa: «Mira, esto es lo que nos manda: parte trasera, dos duros y uno blando; frontal, uno blando y uno duro; laterales, uno duro y uno blando... Estamos haciendo un relleno por completo alrededor de toda la cabeza, con diferentes medidas y ajustes».
Terminada la adaptación, se vuelve a colocar el acolchado interior y nos probamos el casco. Aquí empieza la fase de feedback, en la que las impresiones del usuario y la capacidad del técnico para interpretarlas son claves a la hora de hacer pequeños ajustes. Las posibilidades son muy amplias y, a modo de ejemplo, en mi caso se podría haber adaptado la talla M haciendo un reparto diferente de las piezas, o incluso una S, partiendo de un acolchado interior más fino. Según Adrián, «hay que buscar el equilibrio entre comodidad y protección, y también hay que tener en cuenta que la forma de cada modelo de casco es diferente». Lo que está claro es que es raro que un casco de serie encaje a la perfección en la cabeza de una persona y no haya alguna zona donde haga más presión o al revés, quede más suelto. En Motopasión Store han adaptado unos 50 cascos con el PFS y solamente hubo un cliente que al meter los datos en el ordenador el sistema determinó que no era necesario añadir ningún acolchado extra: tenía la talla perfecta.
El coste del Shoei Personal Fitting System es de 60 euros, que incluye la medición, el asesoramiento técnico y todas las piezas adicionales de acolchado que sea necesario añadir. Una cantidad mínima si tenemos en cuenta que la inversión en un casco premium como los de la marca nipona puede suponer más de 500 o 600 euros, e incluso en un mismo modelo puede haber variaciones de precio de 100 euros en función de si es un color liso o lleva una gráfica concreta. El proceso de adaptación lleva en total alrededor de 45 minutos y al acabar podemos decir que tenemos un casco que se adapta a la perfección a la forma de nuestra cabeza.
El PFS también se puede hacer con un casco que no sea nuevo, aunque no es lo ideal porque con el paso del tiempo los materiales interiores pueden haber cedido y entonces el ordenador no tiene la referencia exacta de cómo está por dentro. Pero Shoei tiene recambios para todas las partes, así que «alguien que tenga el exterior de su casco bien y quiera conservarlo puede comprar el acolchado nuevo y luego venir aquí a adaptarlo», explica Adrián. Incluso se puede trabajar sobre el acolchado viejo, añadiéndole una capa extra para cubrir lo que ha perdido: «El sábado al mediodía hice uno para un chico que llevaba tres años con el casco y le quedaba grande; le metimos relleno frontal, trasero y superior y el chico está mega encantado con el resultado».
«Vienen muchas personas con problemas, gente que no aguanta más de 40 minutos con el casco, que les hace marcas o que en marcha se les mueve para atrás», señala el especialista, que sufrió en sus propias carnes lo que es llevar un casco demasiado ajustado: «Me gustan los cascos apretados, pero me marcaba un poco y era molesto; no era dolor, pero no es lo mismo hacer un trayecto urbano que recorrer 100 kilómetros. En mi caso faltaba rellenar laterales, y en cuanto lo hicimos fue decir ¡dios, esto está hecho para mí!, era planchado».
Queda la prueba del algodón, es decir, probarlo en marcha, y para ello utilizamos dos motocicletas diferentes, una maxi trail con pantalla alta y una naked sin ningún tipo de cúpula o protección. En los dos casos me sorprendió la estabilidad del casco frente a la presión del viento y las turbulencias, ya que no se mueve lo más mínimo. Incluso al girar el cuello para mirar si viene alguien por un lado (una costumbre que tengo, por seguridad, cuando me incorporo a un carril) parece como si el casco fuera más ligero (pesa 1,7 kilos) y una extensión de la propia cabeza. El flujo aerodinámico es perfecto, aunque aquí también interviene el avanzado diseño del Shoei GT-Air 3. Con la barbillera desmontable instalada no se cuela nada de aire dentro y la insonorización es muy elevada; podemos percibirlo perfectamente al cerrar herméticamente la visera. El resultado final es una sensación de seguridad total y no solo activa, como explica Adrián: «Si el casco está perfectamente ajustado es cuando te protege totalmente, al 100 %, en caso de una caída. Pero también está la seguridad pasiva: un casco que te queda suelto o con holguras hace que vayas incómodo, notando cómo se mueve y pensando en ello en vez de centrarte en la carretera, que es lo más importante».