El Festival Camino de Santiago de Cine y Televisión, que se celebra en Santiago hasta el viernes, arrancó ayer con Lección debida, del director Iván Ruiz Flores, dentro de la sección oficial. Ayer también fue el turno de Frontera y El muerto y ser feliz, que compiten con la primera y La lapidation de Saint Etienne, Alí, Inevitable, A puerta fría y Área de descanso. De ellas saldrá la mejor película, que será premiada con 10.000 euros.
Fuera de concurso, dentro de la sección «En el Camino», el documental Buen Camino, seis peregrinos, un destino, centró la atención de los asistentes al festival. Lidya Smith, directora del documental, explicó que la cinta se hizo realidad gracias a los donativos y colaboración de numerosos establecimientos hoteleros, junto a otros mecenas. La directora hizo el Camino de Santiago en el 2008 y, aunque en su momento ya le plantearon hacer una película sobre la Ruta, «reconozco que el Camino era como algo sagrado y me daba miedo no hacerlo bien». El Camino «ayuda a ser uno mismo, nos descubre a nosotros mismos, a nuestro yo más interior; saca lo mejor de cada uno de nosotros». Lydia Smith está convencida de que el éxito del Camino entre los norteamericanos se debe a que «buscan algo así, y aumentará mucho más. Es algo espiritual, pero sin reglas estrictas».
Para realizar el documental se grabaron 300 horas en cinco semanas. «Grabamos a quince peregrinos y después nos quedamos con seis, seis diferentes, con seis motivos distintos y edades muy diversas».