La búsqueda de piso supone encontrarse con una dimensión paralela donde Santa Marta se extiende a Fontiñas o Roxos
19 feb 2018 . Actualizado a las 12:04 h.Buscar un piso de alquiler es una odisea en Santiago, donde la demanda estudiantil ha favorecido la aparición de una dimensión paralela. Una bolsa de apartamentos antiguos, más o menos asequibles, en los que es difícil encontrar dos muebles que hagan juego y teletransportan al inquilino al mundo del gotelé de brocha gorda y alicatados de los años 80. Al otro lado de la línea que separa ese microcosmos de la realidad, están los apartamentos que han evolucionado con el paso de los años, que proliferan en la medida en la que uno se aleja del centro y se adentra en barrios más alejados del campus. Hasta aquí nada nuevo. Sin embargo, la picaresca de propietarios e inmobiliarias ha llevado a crear una tercera dimensión virtual en los portales de búsqueda de viviendas en la que desaparece cualquier frontera. Todo puede pertenecer al reinado de Santa Marta, la zona de moda.
Es el cebo. Un reclamo para llamar la atención de los inquilinos potenciales, que no siempre se manejan en el callejero compostelano para detectar el error a primera vista. Santa Marta vende. Su reino se extiende así hasta la rúa Nova de Abaixo, San Pedro de Mezonzo, Galeras, Fontiñas y hasta Roxos. Algún profesional del sector inmobiliario reconoce, off the record, que se utiliza como gancho cuando un inmueble lleva mucho tiempo desocupado o simplemente interesa alquilarlo pronto. «A veces las propias páginas web sitúan mal la ubicación de los pisos», puntualiza Estefanía Gómez Ríos, socia de Fogar Compostela. «Te la puede poner por error en Santa Marta o en Meixonfrío», añade.
¿Por qué está de moda Santa Marta? Precisamente, por su ubicación. «La gente reclama esa zona porque está al lado del hospital, cerca del centro y a un paso del campus sur. Además tiene una buena salida por el sur», explica Estefanía Gómez.
El que antes era un barrio de la periferia de casas humildes ha visto como crecían los edificios nuevos, cuyos precios se dispararon hasta equipararse a los de Palma de Mallorca o los del propio casco histórico compostelano (el metro cuadrado es un 30 % más caro que en el entorno del campus norte, por ejemplo, según el portal Idealista).
El alto precio de los alquileres está provocando un pequeño éxodo, subrayan en las inmobiliarias: «Las parejas jóvenes suelen irse a pisos que están a las afueras, porque son más nuevos y más económicos».
Pero la dimensión paralela creada en torno a Santa Marta no es el único Stranger thing del alquiler en Santiago. Hay otros fenómenos extraños. Visto: Piso en Rodríguez de Viguri, «es muy caliente» aunque no tiene calefacción, dice el anuncio. Al menos, advierte de esta circunstancia. Otro caso real: Estudio de 25 metros cuadrados en la rúa das Hortas a 350 euros el mes (a 14 euros el metro cuadrado, a la altura de Madrid o San Sebastián, nada menos) y, cómo no, dentro del gran reino virtual de Santa Marta.
Y, si lo que se busca es una vivienda en el centro, que supere los 50 metros cuadrados, con un presupuesto ajustado (pongamos la mitad del salario mínimo interprofesional, unos 370 euros), con zonas donde aparcar o garaje y que, por encima, que admita mascotas... ¡Suerte! El mundo animal no es bienvenido en la gran mayoría de las propiedades en alquiler. «Los dueños han tenido malas experiencias». Es el mantra que repiten los profesionales. La criba es drástica: de 268 viviendas que anuncia Fotocasa en Santiago solo 4 son pet-friendly.