En Urxencias

Serafín Lorenzo A PIE DE OBRA

SANTIAGO

15 dic 2018 . Actualizado a las 12:45 h.

Esta semana visité las Urxencias del Clínico. Las instalaciones que había tenido la fortuna de no conocer desde la creación del actual complejo hospitalario se han convertido en los dos últimos años en un espacio que frecuento con cierta asiduidad, al menos el área de pediatría. A primera hora de la noche del lunes pasado, aquello estaba de bote en bote. Nada fuera de lo que suele ser habitual a estas alturas del calendario, cuando los voraces virus de los pequeños circulan como meteoritos. Matemáticamente, esos ecosistemas entrañan un riesgo mayor para un adulto que la exposición una manada de leones hambrientos. Aunque solo sea por una cuestión de probabilidades: visitar las urgencias pediátricas es mucho más frecuente para un padre que perderse en la sabana africana.

El caso es que el trato recibido fue tan eficiente como de costumbre por parte de un colectivo que ha entrado en su quinta semana de huelga para exigir mejoras laborales y de medios. Allí había niños que no pasaron más de 40 minutos, porque la alarma de sus padres no estaba tan fundada como temían, y otros que llevaban más de cinco horas deambulando entre prueba y prueba. Pero todos ellos corroborarían sin dudarlo la eficiencia de las Urxencias del CHUS. Ese servicio es otra constatación de que la sanidad pública es, con mucha diferencia sobre cualquier otra, la mayor conquista social que ha conseguido este país. Por eso no se entiende que un conflicto pueda enquistarse de ese modo. Su resolución supondrá un paso más para seguir dotando al sistema público de los recursos que necesita para atender una demanda que no deja de crecer. Su salud redundará en la de todos.